Al cumplirse este lunes 26 dos años de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, la autora del presente reportaje pudo acceder a la declaración ministerial de uno de los presuntos implicados en el caso, el exsubcomandante de la Policía Municipal de Cocula, César Nava Flores, preso en un penal de Tamaulipas.
Esta es la primera vez que se conoce la narración de un testigo directo que, de su puño y letra, implica al Ejército en el control de Iguala la noche de aquel aciago día.
La noche del 26 de septiembre de 2014, durante el primer ataque a los normalistas de Ayotzinapa en la calle Juan N. Álvarez, el 27 Batallón de Infantería tenía “el mando y control” en Iguala. Poco después desaparecieron los 43 estudiantes.
El expediente judicial de la causa penal 100/2014, que incluye el testimonio de César Nava González, subcomandante de la Policía Municipal de Cocula, ante el Primer Juzgado de Distrito en materia de procesos penales federales con sede en Tamaulipas en diciembre de 2015, avala esa versión.
Acusado por la Procuraduría General de la República (PGR) de participar en el ataque y desaparición de los normalistas, Nava González relató que aun cuando estaba en su día de descanso por órdenes del entonces titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) de Cocula, Salvador Bárcenas Bravo, acudió al llamado de apoyo directo del comandante Francisco Salgado Valladares.
La reportera tuvo acceso al escrito redactado de puño y letra por el inculpado e incluido en el expediente judicial de la causa penal 100/2014.
De la versión de Nava González, los videos del C4 y la cronología de hechos reconstruida, se desprende que la llamada de Salgado Valladares fue poco antes de las 23:00 horas del 26 de septiembre.
Según la información recabada entre estudiantes sobrevivientes y vecinos, videos obtenidos de cámaras de seguridad en Iguala, declaraciones ministeriales y los informes presentados por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), la desaparición de los 43 estudiantes, así como la muerte de Julio César Mondragón, ocurrió después de esa hora.
Después de la medianoche hubo un nuevo ataque armado en la esquina de Juan N. Álvarez y Periférico, donde fueron asesinados los estudiantes Daniel Solís y Julio César Ramírez, y otros resultaron heridos.
La reportera entrevistó vía telefónica a Salgado Valladares, quien permanece detenido desde mayo de 2015. Él negó haberse comunicado con Nava González y expuso que el 26 de septiembre estuvo de guardia en el mercado municipal todo el día.
Sin embargo, sus familiares contaron una historia distinta…
Esta información es parte de la investigación realizada por la reportera durante los dos últimos años en torno a los 43 normalistas desaparecidos y se incluye un libro que publicará en diciembre próximo la editorial Grijalbo.
Esta es la primera vez que se conoce la declaración de un testigo directo que implica al Ejército en el control de Iguala la noche de aquel aciago día.
La reportera consultó a diversos investigadores vinculados al caso Ayotzinapa y corroboró que Nava González declaró lo mismo al GIEI, cuyos integrantes realizaron indagaciones durante un año.
Según la llamada “verdad histórica” de la PGR, junto con policías de Iguala y Cocula, Salgado Valladares y Nava González presuntamente se llevaron a los 43 normalistas para entregarlos a integrantes del grupo criminal Guerreros Unidos, quienes esa misma noche los ejecutaron e incineraron en el basurero de Cocula.
Nava González refiere en su testimonio que a las 21:30 entró una llamada a su celular. Afirma que era Salgado Valladares, quien se identificó como subdirector de Seguridad Pública de Iguala y le preguntó por Bárcenas Bravo, titular de la SSP de Cocula, quien ese día también estaba de descanso.
“Me dijo que estaba pidiendo apoyo a todos los municipios vecinos, como Taxco, Tepecua (Tepecuacuilco), Huitzuco y Cocula, ya que en Iguala había llegado gente armada haciendo detonaciones de arma de fuego en diferentes colonias… que si lo podíamos apoyar a resguardar la ciudad, ya que al parecer era mucha la gente armada.”
Según declaró ante el juez, Nava le respondió que sólo Bárcenas podía autorizarlo y le sugirió comunicarse directamente con él. Veinte minutos después Nava recibió la llamada de Bárcenas, quien le pidió dar el apoyo. Nava llamó a su subalterno, el comandante Ignacio Aceves, quien se encontraba en Cocula, para atender la orden.
También llamó a su esposa para ponerla al tanto de lo que sucedía: “Me dirigí a traer a mi hija, ya que se encontraba festejando una tardeada”. Después fue a recoger a su hija menor, quien se encontraba con una tía en una iglesia, y las llevó a su domicilio. Les recomendó permanecer encerradas.
Nava se puso su uniforme. Aceves pasó a recogerlo y le informó que lo acompañaban tres unidades y 11 elementos. Sólo dos policías se quedaron en Cocula a resguardar la base.
Narró al juez que cuando circulaba por Periférico, a la altura de Pemex, vio luces de patrullas y ambulancias. El tránsito se interrumpió. Nava y su acompañante detuvieron su vehículo a la altura de la calle Juan N. Álvarez. Una patrulla de la policía de Iguala bloqueaba la calle.
Nava y sus acompañantes bajaron de sus unidades y preguntaron a los uniformados qué ocurría. Les contestaron: “Un grupo de personas armadas (que) venían a bordo de los autobuses (desde los cuales) les habían hecho detonaciones con arma de fuego a sus compañeros en el centro de la ciudad”.
El SOS de los normalistas
De acuerdo con Nava, detrás de uno de los tres autobuses –Estrella de Oro y dos de Costa Line– se oyeron gritos de auxilio. Los estudiantes decían que tenían un herido. Algunos se tapaban el rostro con sus playeras.
“Quise acercarme para ver de qué se trataba –cuenta– y quién era el herido, pero los policías de Iguala que se encontraban ahí me decían que no me acercara, que venían armados.”
Les pidió que llevaran al herido, pero los normalistas se negaron. Hasta que negoció con ellos y aceptaron dejar a su compañero a mitad del camino. Nava González, Aceves y otro uniformado fueron por él. No sabían si los normalistas estaban armados. En su declaración de diciembre de 2015 Nava asentó: “Desde que llegamos no tuvimos ninguna agresión ni detonaciones de ningún lado”.
Cuando revisó al normalista, Nava no observó ninguna herida visible; sólo notó que no podía respirar, por lo que él y sus colaboradores lo trasladaron en la batea de una patrulla hacia una ambulancia. Los rescatistas comprobaron que era un paro respiratorio y se encargaron de él. Nava y sus dos acompañantes regresaron a la esquina de Periférico y Juan N. Álvarez.
Según Nava, al llegar recibió una tercera llamada desde el mismo número privado. Era Salgado Valladares, quien le comunicó que “los militares del 27 Batallón de Infantería estaban en su comandancia de la Policía Municipal de Iguala… habían tomado el mando y control de la comandancia de policía y que ya se encontraban haciendo recorridos terrestres, que ya nos retiráramos”.
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Salgado Valladares le agradeció el apoyo. Nava y sus subalternos decidieron retirarse. Al llegar a las instalaciones de su corporación, los policías coculenses lavaron las patrullas y Nava se fue a su casa. Eran las seis de la mañana del 27 de septiembre. Durmió hasta las 16:00 horas.
Poco después le habló su jefe Bárcenas, quien le ordenó cambiar los números económicos de las patrullas que había utilizado la noche anterior. Nava se comunicó con Aceves, quien cumplió la orden. Semanas después, el 13 de octubre su esposa llamó a Nava para decirle que civiles armados lo estaban buscando.
Le aconsejó no regresar ni comunicarse con la familia. Nava se fue a la Ciudad de México, luego a Colima, donde se reunió con su esposa. Ahí fue aprehendido el 15 de noviembre de 2014. Sus captores lo trasladaron en avión a la Ciudad de México junto con ella y un primo.
Sostiene que cuando fue presentado ante el Ministerio Público intentaron hacerlo firmar una confesión redactada por la PGR donde admitía ser el responsable del secuestro de los normalistas. Quien más lo presionaba, dijo al juez que lo interrogó en diciembre de 2015, era una mujer a la que llamaban “maestra Blanca”.
En la procuraduría querían que él aceptara que había entregado a los 43 normalistas a unos sicarios y que también “le daba seguridad a una banda delictiva”. Él se negó. Afirma que la “maestra Blanca” estaba muy molesta e incluso rompió dos veces los papeles y volvió a imprimirlos.
“No me quedo más remedio que firmar por miedo y temor por mi familia”, expuso Nava ante el juez.
Según la declaración que firmó, después de llevar a Pulmón (el normalista con problemas respiratorios) a la ambulancia, Salgado le volvió a llamar para pedirle que se trasladara a la comandancia de Iguala, donde había 10 u ocho personas. Salgado le pidió ayuda para el traslado y salieron rumbo a Lomas del Coyote cerca de las 23:00 horas. Ahí bajaron a los detenidos y presuntamente los entregaron a policías municipales de Iguala.
Fueron el Ejército y la Policía Federal
Francisco Salgado Valladares entró al Ejército y se enlistó en el cuerpo de paracaidistas. Después de 10 años abandonó la milicia y en 1999 ingresó a la Policía Municipal de Iguala.
Su hermana comentó en entrevista con la reportera que poco antes de la desaparición de los estudiantes lo nombraron subdirector de la corporación. “Todos sabían que era Salgado y no Felipe Flores Velázquez quien mandaba en la policía de Iguala”, comentó un agente.
De acuerdo con la primera versión dada por su hermana en la entrevista, Salgado no trabajó el 26 de septiembre de 2014. Ese día por la tarde asistió al informe de María de los Ángeles Pineda Villa junto con sus hermanos y sus padres. “Mucha gente vio que mi hermano estaba ahí”, declaró.
Ella se retiró del acto a las 21:00 horas. Amelia, la esposa de Salgado, se quedó. Una hora después, mientras la hermana de Salgado llevaba a sus padres a su casa, escuchó disparos. Circulaba por la carretera federal a Chilpancingo. Iba cerca del puente cercano al Palacio de Justicia cuando observó que una unidad de la Policía Federal (PF) se echaba de reversa.
La hora que ella refiere –las 22:00 horas– coincide con el momento en que dos de los camiones en los que viajaban normalistas –un Estrella de Oro y un Estrella Roja– fueron interceptados frente al Palacio de Justicia por diferentes corporaciones policiacas. Esa noche desaparecieron los 43 estudiantes del autobús Estrella de Oro.
Comentó que le habló a Salgado para saber qué ocurría; él le confirmó las balaceras y le recomendó quedarse en la casa de sus padres. Más tarde le explicó que se había puesto el uniforme para ir a la comandancia de Iguala. También le dijo, según declaró en la entrevista, que los responsables habían sido el Ejército y la PF.
Por lo que indica la bitácora de servicio de la policía de Iguala del 26 de septiembre, Salgado sí estuvo de guardia ese día. Entrevistado al respecto, otro de sus hermanos dijo que sólo trabajó por la noche; también confirmó que en la tarde estuvo en el informe de Pineda Villa. El hermano de Salgado y su madre reiteraron que estuvieron con él en ese evento.
En su declaración ministerial ante la PGR del 8 de mayo de 2015, Salgado admitió sus vínculos con el grupo Guerreros Unidos desde 2012. Expuso que el 26 de septiembre a las 20:30 horas el C4 reportó por el radiotransmisor Matra que estudiantes de Ayotzinapa habían tomado unos autobuses y habían golpeado al chofer.
A las 22:00 horas, dijo, recibió la llamada del titular de la SSP de Iguala, Felipe Flores Velázquez, quien le pidió ir a la base de la policía. “Bruno (Fausto Heredia) no da una –le dijo Flores–. Nomás no contesta. Me avisas qué novedades”.
En su declaración ante la PGR, Salgado refirió que al llegar a la base había 12 detenidos: cuatro en la celda y ocho en el patio, esposados y con las caras tapadas con sus playeras. Cuando el juez de barandilla Ulises Bernabé García les iba a dar entrada, a las 23:30 llegó el comandante Nava González y se llevó a los detenidos.
La versión de Salgado es la que la PGR incluye en su llamada “verdad histórica” para incriminar Nava.
En julio de 2015, en una entrevista con Proceso (edición 2015), Bernabé García negó que los estudiantes hayan sido llevados a la base. Él fue el primero en declarar ante la PGR de manera voluntaria que el Ejército estuvo en las calles la noche del 26 de septiembre de 2014 y el capitán José Martínez Crespo fue a la base de la Policía Municipal de Iguala a las 23:30 horas y se hizo una amplia inspección.
El Ejército, con más poder en Iguala
La reportera entrevistó a Francisco Salgado Valladares vía telefónica, quien se encuentra en el Cefereso 4 de Tepic, para conocer su versión, que contradice las de sus familiares.
Según él, no era subdirector, como afirmó su hermana. También dijo que estuvo adscrito a la vigilancia del mercado municipal –ubicado frente a la central de autobuses donde los normalistas secuestraron tres camiones– de las 8:00 horas del 26 de septiembre a las 8:00 horas del día 27.
–¿Estaba usted ahí cuando entraron los estudiantes a tomar los autobuses? –se le pregunta.
–No, porque cuando el radio-operador nos informó, el mercado es grande: abarca desde la central y termina en la Bodega Aurrerá. Nosotros nos encontrábamos hasta el otro extremo.
–¿Usted qué hizo?
–Yo le contesté y le dije que estábamos ahí pero ya no llegamos hasta la central de autobuses.
–¿Usted vio esa noche militares participando en el evento?
–No. Yo me encontraba en el mercado municipal: no andaba a bordo de ninguna patrulla.
–Hay una declaración del jefe policiaco de Cocula, César Nava. Él dijo que después de venir a Iguala a darle apoyo a la policía local se comunicó con usted y que usted le dijo que se podía retirar porque el Ejército ya tenía control de la situación. ¿Esto pasó?
–No, eso no es cierto.
–¿Usted habló con el señor Nava esa noche?
–No.
–¿Pero usted fue al acto donde estaba la señora Abarca con su esposo?
–No. Como le repito, yo estaba en el mercado municipal.
–Pero su familia me dice que sí estuvo…
–¿Que yo estuve en el evento?
–Sí.
–Mi familia cómo puede saber, si yo estaba trabajando.
–Porque lo vieron ahí.
–Yo estaba trabajando en el mercado municipal. En ningún momento me pude retirar de mi servicio.
–¿Usted estuvo en la base de la policía municipal? ¿Usted vio a los estudiantes ahí?
–No. Eso es completamente falso.
–Hay una declaración suya donde usted aparentemente confesó que estaba en la base de la policía municipal y que vio cuando Nava se llevó a los estudiantes. Esta declaración, ¿cómo ocurrió?
–Esa declaración ministerial fue elaborada por el representante social que me atendió (en la PGR).
–Usted fue militar. ¿Quién realmente tenía el mando en Iguala? ¿Qué corporación tenía el mayor mando en Iguala? Estaban policías municipales, de la PF y tropas del Ejército. ¿Cuál de estas tres corporaciones tenía mayor poder, mayor mando en Iguala?
–Que yo sepa, el Ejército. Incluso yo me di cuenta de que de todas las fatigas de todos los servicios se le mandaba copia al Ejército.
Fuente.-Anabel Hernandez.
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