Sergio Sánchez López tenía seis años cuando voló su primer avión a
control remoto, y 11 cuando fue copiloto de una avioneta Cessna 172, tripulada
por su padre, quien le inculcó el amor por la aeronáutica. Hoy, a los 36 años,
es experto en la utilización de drones aéreos y terrestres en tareas de
seguridad industrial y pública.
La policía municipal de San Juan del Río, la
Universidad Autónoma de Querétaro y diversas industrias se encuentran entre sus
clientes.
Su pasión por la robótica le trajo un logro especial en 2014,
cuando la Policía Federal (PF) le encargó el desarrollo de un dron “espía”
mediante el cual logró seguir los pasos y luego capturar a un conocido
narcotraficante.
Es piloto aviador egresado
de la queretana Academia Mexicana del Aire, un emprendedor que también incluye
fracasos en su trayectoria: “No todo ha sido miel sobre panecillo”, dice.
A principios de 2016 creyó estar listo para ingresar a las “ligas
mayores” y venderle un proyecto a la empresa más grande del país: Petróleos
Mexicanos (Pemex). Sin embargo, apenas mostró la idea al personal sindicalizado
—su contacto para acceder a la empresa—, fue singularmente empujado a retirar
la propuesta.
“Mi
fracaso fue estrepitoso y aleccionador”, recuerda el joven dronero.
Su proyecto consistía en implementar un sistema para el monitoreo
por medio de drones en una franja de alrededor de 80 kilómetros de poliductos
de Pemex situados en el estado de Querétaro. Justamente, la franja con mayor
incidencia en delitos relacionados con robo de hidrocarburos situada entre los
municipios de San Juan del Río, Corregidora y Pedro Escobedo.
—Estando yo en una junta en oficinas de Pemex, insistiéndoles en
la viabilidad de la propuesta, se me acercó alguien importante del sindicato
para tomarme del hombro y jalarme hasta la puerta. Ahí me dijo: “Ya no le
muevas chavo; están muy bien tus drones, pero mejor ya no insistas; yo sé bien
lo que te digo…”
—¿Una amenaza o una negativa?
— En ese momento no supe cómo interpretarlo, pero al ver que el
tipo me hablaba en serio y que los demás se quedaron mudos al verlo, respondí
rápido: “No, jefe, está bien, no hay problema.” Levanté mis cosas y me fui.
“Mi tiempo como emprendedor también cuenta, así que… ‘a otra cosa,
mariposa’, como dice el dicho. Mejor me dedico a trabajar con empresas serias,
las que no te van a andar amenazando o saboteando para evitar que les ayudes”,
comenta.
—
¿Insististe en otras instancias?
— Pues mira, más allá de la anécdota, retirarme fue también un
acto de autoreflexión: me quedó claro que a Pemex no le interesa resolver el
problema del robo de combustibles, y por ello no cambian su mecánica de vigilar
ductos ‘a pata’. La verdad es que no cuidan esos ductos porque no quieren, a
diferencia de empresas internacionales como Texas Gas o TransCanada, que no
están para perder los millones que aquí se pierden.
La propuesta que rechazó Pemex
En la documentación mostrada por Sánchez a EL UNIVERSAL —quien
solicita que no se divulguen, por confidencialidad comercial, los detalles
personales de su encuentro—, se lee que el interesado propuso a Pemex un
mecanismo de “celaje al derecho de vía e instalaciones” dentro de la entidad.
Su plan de trabajo consideraba ejecutar el sobrevuelo de drones en
aquellas zonas que la Procuraduría General de la República (PGR) ya tenía
identificadas como las de mayor incidencia en el delito de robo de
hidrocarburos; sobre todo los municipios de San Juan del Río, Corregidora y
Pedro Escobedo.
Sánchez propuso a la paraestatal usar drones con capacidad de
sobrevolar durante lapsos de entre 20 y 25 minutos cada una de las zonas de
riesgo, para registrar en tiempo real tomas de video en alta definición,
fotografías fijas por cada segundo y filmación en 360 grados.
“El equipo no tripulado permitirá obtener información de la
condición real del sistema, con una visión cercana y periférica”, se lee en la
propuesta, la que considera un mecanismo capaz de detectar excavaciones alternas
a la tubería (indicios de túneles), actividades agrícolas o industriales ajenas
al derecho de vía y toda clase de tomas clandestinas, entre otras incidencias.
La propuesta no llegó hasta la fase presupuestal, sin embargo, el
interesado considera que el costo para Pemex por un sistema nacional semejante,
“no se compararía ni al 1% de lo que la paraestatal pierde cada año por robo”.
Pérdidas
Según el reporte de 2015 de la firma de consultoría Etellekt, los
9.8 millones de barriles que cada año son robados a Pemex le representan una
pérdida anual de 19 mil millones de pesos.
En el caso de Querétaro, de acuerdo con datos de la delegación
local de la PGR, fueron reportadas durante 2015 un total de 56 tomas
clandestinas, de las cuales 43 estaban en el municipio de San Juan del Río,
ocho en Corregidora y cinco en Pedro Escobedo.
De acuerdo con cifras de 2015 de la consultora Etellekt, Querétaro
ocupa el lugar número 15 a nivel nacional en materia de robo de hidrocarburos,
con un registro de 107 casos en ese año. En un periodo semejante, el reporte
anota un total de 138 denuncias en el país contra empleados de Pemex
involucrados en delitos de robo de combustibles; de entre los cuales, Querétaro
registró sólo dos casos.
Dicho reporte destaca además el involucramiento de elementos
policiales en actividades ligadas al robo de ductos, registrando en 2014 la
participación de: “un policía estatal de Querétaro, tres de Corregidora, dos de
Pedro Escobedo y uno de San de Juan del Río”.
Celaje
a pie vs. celaje con drones
Hasta hoy, la vigilancia de la red nacional de ductos de Pemex se
realiza con técnicas tradicionales a cargo de personal sindicalizado: el
llamado “celaje a pie”. Ello, porque es el único mecanismo autorizado dentro de
la Norma NOM 007, misma que “tendría qué actualizarse para dar cabida a nuevas
tecnologías”, explica el dronero.
Dicha vigilancia a pie conlleva riesgos de salud para los
trabajadores, tales como “deshidratación, animales venenosos, accidentes y
problemas con la población de comunidades rurales y urbanas por donde pasan los
ductos, ya sea por no contar con autorizaciones o por simple presencia”. Todo
lo anterior, aunado a un “lento e incompleto avance de la inspección.”
En cambio, “la vigilancia aérea con drones no sólo obviaría todo
lo anterior, sino que ofrece: avance promedio de 20 kilómetros diarios, se
inspecciona la totalidad de la franja, se identifican todos los puntos críticos
que afectan la integridad del ducto, permite un plan de respuesta inmediata
ante emergencias, deja evidencia en video, fotografía por segundo y generación
de reportes instantáneos.”
La única instancia del país que desde 2014 ha adquirido drones
para ejercer la vigilancia de ductos de Pemex —entre otras actividades de
seguridad que tiene a su cargo —, es la Secretaría de la Defensa Nacional,
misma que a la fecha no ha publicado resultados al respecto.
Futuro
de los drones
Entusiasta sobre el futuro de estos equipos, Sergio hace una
demostración de las adaptaciones que ha hecho a uno de sus equipos favoritos:
un multirrotor S-900, con seis hélices y un peso sin carga de apenas 3.3 kilos.
El “arácnido electrónico” posee una capacidad de transporte
“ideal” de cuatro kilogramos; los que generalmente ocupa el equipo fotográfico
y los sensores que puedan requerirse, de acuerdo con la misión. Su velocidad de
vuelo es de hasta 110 kilómetros por hora. Empero, navega a velocidad mínima,
incluyendo suspensión total con bajo nivel de ruido, registrando “hasta los
vaivenes del viento” en alturas de entre 10 y 400 metros.
Evidentemente, su mayor utilidad radica en que el equipo instalado
le permite enviar al control de tierra imágenes y sonido en tiempo real y hasta
con resolución full-HD.
Aplicados
para la seguridad pública e industrial, los drones tienen una utilidad que “no
tiene precio”, reitera Sergio.
“Con ese propósito, el de disuadir a potenciales delincuentes, es
que se están polarizando los drones entre las policías. Un buen número de
personas se sentirán intimidadas, tendrán cierto miedo de cometer actos
criminales al ver pasar sobre sus cabezas uno de estos equipos, los que por
otra parte, ya habrán detectado la presencia humana y podrán movilizarse en
términos de seguridad del equipo”, agrega.
“Por otra parte, para ti, como inspector, nunca será lo mismo
vigilar a pie, exponiendo tu vida, a que puedas, por ejemplo, cuidar todos los
ductos que hay en San José Galindo, por ejemplo. Podrías tener instalado tu
centro de monitoreo a 15 kilómetros de distancia, digamos, en el hotel San Gil,
tranquilamente, puedes sentarte a vigilar”, concluye.
Con
información de: El Universal
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