Hay despertares que no perdonan. Ricardo Monreal, el patriarca de la dinastía más prolífica desde los López Portillo de rancho, parece haber tenido finalmente una de esas epifanías que duelen más que una elección perdida. Frente al espejo de su conciencia política (y quizá del último sondeo en Zacatecas), el senador sabio y curtido declaró: “La gente ya no quiere otro Monreal. Nos agotamos como apellido.”
La gente ya no quiere otro Monreal, es lo que yo pienso, siento que nos agotamos el apellido (…) a pesar de que para mí Saúl (Monreal) sería el mejor (candidato)”, admitió el diputado federal morenista Ricardo Monreal Ávila, al emitir su opinión sobre los diferentes perfiles que aspiran a la gubernatura de Zacatecas y buscan suceder a su hermano David Monreal en las elecciones del 2027.
En una entrevista que dio el pasado jueves a un noticiario radiofónico local, a Ricardo Monreal se le pidió su postura sobre las encuestas y mediciones que ya circulan sobre los diferentes aspirantes que buscan la gubernatura tanto en Morena como en otros partidos, pero, tras dar su opinión de varios perfiles, también se le preguntó sobre las aspiraciones de su hermano menor, el senador Saúl Monreal y mencionó:
¡Eureka!, gritó nadie.
El hombre que siempre tuvo respuesta para todo acaba de descubrir que los pueblos también se hartan de los apellidos reciclables. Que donde antes florecía el monrealismo, hoy crece la maleza del desdén. Y es que no hay apellido que resista tantos turnos al bate familiar: gobernador uno, alcalde otro, senadora la de allá, y secretarías aquí y acullá. Zacatecas parecía un registro civil con monopolio de apellido.
Pero la declaración tiene su ironía dulce: quien llora el hartazgo lo hace en tono de sabio doliente, como si el desgaste viniera de la nada, un fenómeno natural, tipo erosión democrática. Quizá Ricardo imagine que “el apellido se agotó” como se agota el agua o el litio. Muy natural todo. Lo que nadie le ha dicho (o sí, pero en voz baja) es que el pozo lo cavaron ellos mismos, a pico y voto.
Mientras tanto, los hermanos siguen midiéndose el tamaño de la lucidez: que si uno merece otro intento, que si el otro está más quemado, que si la marca Monreal aún puede revivir . Lo cierto es que el apellido suena ya a serie de Netflix: “La Casa de los Monreal: temporada final”. Donde sobreviven todos, menos la paciencia del electorado.
Con informacion: ELUNIVERSAL/
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