La mas reciente mesa de análisis de Código Magenta, que trata sobre el huachicol en altamar y la participación criminal de la Marina ,es un verdadero desfogue de cinismo y desparpajo: aquí nadie se anda por las ramas ni pretende maquillar la podredumbre.
Lo que sigue es una disección irreverente, pero puntual, de sus principales posturas, acusaciones dirigidas contra la Secretaría de Marina y el nuevo jardín de serpientes que esta representa para la 4T, la presidenta Sheinbaum y la élite política actual.
Salpicadero de verdades incómodas
De entrada, los analistas—Alejandro, Ramón y Rodrigo—no pierden tiempo en cortesías. Van directo a lo que llaman el “tsunami huachicolero en altamar”, dejando claro que aquí no hay inocentes: la Marina, a la que se le confió puertos y aduanas como si fueran niños buenos, terminó siendo “el nuevo polo de corrupción nacional”. Si alguien creía que las fuerzas armadas eran pulcras, puras e incorruptibles, este panel se los restriega en la cara: puro mito y mucha simulación.
El chisme de los millones, los buques y los parientes
No falta el toque de telenovela: los mismísimos familiares de Rafael Ojeda, el secretario de Marina, detenido uno y fugitivo otro por embolsarse millones por permitirse desembarcos clandestinos. “¿Un millón setecientos cincuenta por cada uno?… Huele a que eran dólares, no pesos”, disparan, con esa mezcla de incredulidad y resignación tan mexicana. Los “primos”—los hermanos Farias Laguna—pasaron de ser marinos de carrera a brokers del saqueo nacional al servicio del Cartel del Jalisco y los gatos del CJNG que comandan a los “Metros” del CDG y que ahora lo busca para matarlos porque los muertos no hablan.
Una mafia, no una institución
En la mesa, la discusión se transforma en un inventario de muertes “muy oportunas” y suicidios “con cortesía”. El recuento de marinos muertos, funcionarios eliminados y diputados acribillados pinta una trama que más parece mafia rusa que estructura militar. La pregunta no es si hay una mafia, sino quién demonios la encabeza y por qué los verdaderos jefes siguen impunes.
El dedo en la llaga política
No falta la artillería contra el “cártel de las cuatro As”: AMLO, Andy López Beltrán, Adán Augusto y Audomaro. Para los analistas, la protección va “hasta arriba”, mientras los peones (los marinos caídos) son sacrificados sin remordimiento. La defensiva pública de Claudia Sheinbaum y su nuevo gabinete se interpreta, sin medias tintas, como un “aquí no me pasan los balazos hasta el jefe”. Todos saben, pero nadie lo toca.
De Estados Unidos llegó la orden
La mesa recalca, de forma mordaz, que el gran sacudón no es por las convicciones de la 4T, sino porque “desde Washington llegó ya la carpeta de investigación, bien traducida por Marco Rubio”, con los nombres de más de 550 empresas. Sheinbaum, Gertz Manero y García Harfuch están “recibiendo órdenes desde afuera”, y deben demostrarle a Marjorie Taylor Greene (y al resto de los halcones republicanos) que México no está con el narco.
La Marina, de consentida a apestada
Por último, el análisis retrata a una Marina que pasó de “novia de Washington” (en tiempos de Peña Nieto y Soberón) a institución apestada y desmadrada, con la tropa enojada y la élite jugando a la simulación. Los verdaderos titiriteros siguen intocados, mientras los marinos de a pie y algunos altos mandos caen como fichas de dominó. En resumen: en la era de Sheinbaum, la corrupción no sólo sobrevivió el cambio de mando, sino que se recicló a lo grande, ahora con uniforme azul y gorra de 4T.
Esta mesa de Código Magenta no se anda por las ramas: denuncia sin tapujos, exhibe nombres, y se burla de las coartadas oficiales. La gran pregunta que sostienen, entre carcajadas y resignación, es si alguien, algún día, le pondrá el cascabel a los “peces gordos”… o si esto es, simplemente, el nuevo deporte nacional.
Con informacion: CODIGO MAGENTA/
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