El caso de una paciente con cáncer que denunció públicamente la falla de la máquina para radioterapia en el ISSSTE ejemplifica de forma contundente cómo solo el escándalo mediático y la presión social obligan al gobierno mexicano, ahora en el segundo piso de Claudia Sheinbaum,a atender demandas urgentes y a cumplir obligaciones que, de manera sistemática, elude o resuelve con respuestas mediocres en cualquier mañanera de pueblo.
Que dijo la afectada:
“Estoy cansada ya, sigue sin funcionar la máquina para la simulación de radioterapia, no hay fecha para cuando quede, nadie da respuesta y sigo impotente. No sé por fuera cuándo puedan salir, pero urge, el tumor está en mi cabeza, está infiltrado y lo necesito, créanme que vivo con el miedo de no despertar otra vez. De que el muro de cáncer está ahí y que lo único que necesito es radioterapia y no hay, no hay, no me lo pueden iniciar porque tengo que hacer una simulación y la máquina para esa simulación no sirve.¿Cuándo va a salir? No lo sé y estoy cansada, harta y estoy desesperada ya, quiero ver crecer a mi hija, quiero estar con ella y no puede ser que por eso no pueda continuar.
La lógica del escándalo como fórmula
En México, la denuncia pública y el escándalo se han convertido en armas necesarias para que las demandas ciudadanas sean escuchadas. El gobierno, que prometió un sistema de salud “como Dinamarca”, persiste en la inacción hasta que las redes sociales y los medios amplifican el caso al punto de la indignación colectiva. Solo entonces, para evitar daños de imagen, se movilizan hipocritamente, pero lo hace en el mejor escenario de manera reactiva, mínima y sin resolver de fondo los problemas de quienes dependen de sus servicios esenciales.
El valor de la “irreverencia”: invitar a la protesta
Invitar a “escandalizar” y levantar la voz no solo es legítimo, sino necesario en contextos donde la autoridad es sorda ante el sufrimiento real. Es la protesta visible, los gritos y lágrimas ante cámaras, lo que quiebra la indiferencia burocrática y humilla la retórica oficial para que el aparato estatal reconozca y atienda los casos urgentes, aunque sea temporalmente. Este mecanismo no es propio de una democracia funcional, sino de regímenes donde la gobernanza carece de sensibilidad y previsión, y donde los derechos se conquistan peleando caso por caso.
Fundamentación: por qué la protesta sí funciona
- Las movilizaciones públicas y virales otorgan visibilidad mediática, obligando al gobierno a entrar en agenda y a proveer respuestas inmediatas para mitigar el escándalo.
- La presión social y los medios desnudan las carencias técnicas y humanas de las instituciones sanitarias, evidenciando que las promesas oficiales en las mañaneras del pueblo son propaganda de chisme y no políticas públicas eficaces.
- El derecho a protestar y cuestionar es un principio democrático que protege a la ciudadanía ante el abuso, la negligencia y el trato discriminatorio de la autoridad.
Invitación a la irreverencia activa
Ante esta realidad, es legítimo y necesario convocar a la sociedad a “escandalizar” con irreverencia creativa: protestas, denuncias públicas, y campañas virales para visibilizar las obligaciones incumplidas del gobierno, recordándole que la sordera política se combate con gritos que resuenan en la plaza pública y en los medios. Los derechos no se mendigan, se exigen: ese es el camino para que la autoridad atienda por obligación y no por conveniencia o calculo politico,son tus empleados de cuarta.
Con informacion: ELUNIVERSAL/

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