Entre la incertidumbre y el miedo, los habitantes de Teuchitlán se han enfrentado a la tragedia: a poco más de 6 kilómetros de la plaza principal, la localización del centro de adiestramiento criminal en el Rancho Izaguirre impactó a la comunidad.
“Sentimos sobre todo miedo, estamos muy temerosos. Lo que pasó es algo muy feo, se siente un ambiente muy tenso, nunca habíamos vivido algo así”, relató Araceli, habitante del pueblo.
Ana, madre de un joven que atendió una oferta de empleo falsa en la Nueva Central de Autobuses de Guadalajara, reconoció dos prendas de su hijo en las fotografías que circularon sobre el sitio.
“Tenemos miedo de pedir ayuda, de contar lo que hemos pasado, porque no dudo que algún morboso haga de mi historia una historia más de terror“, lamentó.
La mirada internacional ha caído sobre Teuchitlán desde el 5 de marzo, tras la difusión del hallazgo de crematorios clandestinos y la viralización de imágenes de cientos de artículos personales.
“Hay mucha tristeza en la comunidad, mucha sensibilidad para con las familias que se han desgarrado por la pérdida de un ser querido. Pero ahora hay una nueva víctima: un pueblo, Teuchitlán; un pueblo alegre que, en el ojo del huracán, han llamado el Auschwitz de México, la herida purulenta de Jalisco. Pero Teuchitlán no es el Auschwitz de México; son epítetos muy dolorosos para un pueblo que creo que no merece ser estigmatizado”, lamentó el padre Jaime Navel, de la parroquia del Señor de la Ascensión.
La dimensión de la barbarie
El descubrimiento de crematorios clandestinos y un centro de reclutamiento criminal en el Rancho Izaguirre ha sumido a la comunidad en un duelo colectivo, donde el miedo y la desconfianza se entrelazan con el dolor por las víctimas. Las declaraciones de los habitantes reflejan un trauma que trasciende lo individual: “Sentimos sobre todo miedo… nunca habíamos vivido algo así”, relata Araceli, vecina del pueblo.
El hallazgo de prendas personales identificadas por familiares, junto con los restos humanos calcinados, configura un escenario de violencia sistemática. Esta metodología recuerda patrones criminales documentados en otras latitudes:
Caso | Similitudes | Diferencias |
---|---|---|
Auschwitz (1940-1945) | Industrialización de la muerte, deshumanización | Contexto de guerra vs. crimen organizado |
Escuela Mecánica de la Armada (ESMA) en Argentina | Centros clandestinos de detención | Objetivo político vs. económico |
Masacre de El Mozote (El Salvador, 1981) | Eliminación de evidencias | Dimensiones numéricas menores |
El impacto comunitario se manifiesta en el testimonio del padre Jaime Navel: “Un pueblo alegre… han llamado el Auschwitz de México”. Esta comparación, aunque mediática, revela cómo el estigma se adhiere a lugares traumatizados, como ocurrió con Srebrenica (Bosnia) tras el genocidio de 1995, donde la identidad geográfica quedó marcada por la tragedia.
Paralelos globales en la victimización secundaria
Ana, madre de una víctima, expresa el dilema contemporáneo: “Miedo de pedir ayuda… que algún morboso haga de mi historia una historia más de terror”. Este fenómeno de revictimización mediática encuentra eco en:
- Ciudad Juárez (México): Estigmatización por feminicidios desde 1993
- Favelas de Río de Janeiro: Asociación automática con narcotráfico
- San Pedro Sula (Honduras): Catalogada como “la ciudad más violenta” 2011-2013
La paradoja actual yace en que, mientras las autoridades mexicanas del segundo piso del desorden se empeñan en reportar disminución homicidios dolosos, casos como Teuchitlán evidencian formas de violencia que escapan a las métricas tradicionales, similar a lo ocurrido en los barrios controlados por maras en Centroamérica, donde el terror se normaliza.
Este entramado de dolor colectivo y etiquetas simplificadoras exige un periodismo responsable que, sin omitir la crudeza de los hechos, preserve la dignidad de las comunidades. Como señala el sacerdote local, reducir Teuchitlán a comparaciones históricas ignora su identidad previa y obstaculiza su reconstrucción social.
Con informacion: REFORMA/
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