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sábado, 22 de febrero de 2025

“¿ CASTIGO o ESCAPE ?”: “TRUMP RENUEVA PROMESA de INSTAURAR PENA de MUERTE a NARCOS como en CHINA y SOLICITÓ a 50 GOBERNADORES BUSQUEN la MISMA SENTENCIA”…la carcel es el verdadero castigo, el resto es venganza.


El Presidente Donald Trump renovó ayer viernes su añeja promesa de empujar la pena de muerte en contra de los traficantes de drogas ilegales en Estados Unidos, además de solicitar a los gobernadores de los 50 Estados del País a buscar la misma sentencia en sus jurisdicciones.

Tal como lo viene haciendo desde que lanzó su segunda candidatura a la Presidencia, Trump aseguró admirar al Gobierno de China por tener en sus estatutos la pena capital para quienes incurren en tráfico de drogas, algo que según él debe estar en los libros para quien comercia fentanilo.

Durante un reciente encuentro con gobernadores estatales, insistió en que esta medida —inspirada en países como China— eliminaría el problema de las drogas, especialmente el fentanilo, responsable de más de 74,000 muertes por sobredosis en 2024.

Contexto legal y acciones recientes

  • Base jurídica: La ley federal ya permite la pena capital para narcotraficantes que operen a gran escala (denominados “drug kingpins”), incluso sin homicidios asociados, bajo la Ley de Control del Crimen Violento de 1994. Sin embargo, su aplicación ha sido excepcional: solo 14 personas están en el corredor de la muerte federal por delitos relacionados con drogas.
  • Orden ejecutiva de 2025: Trump firmó una directiva para agilizar las ejecuciones federales y presionar a los estados a garantizar el suministro de fármacos para inyecciones letales. También instruyó al Departamento de Justicia a buscar la pena máxima en casos que involucren asesinatos de agentes o crímenes capitales cometidos por migrantes indocumentados.

Argumentos a favor y en contra

A favor:

  • Trump sostiene que los traficantes son responsables de cientos de muertes en promedio y que países con penas severas (como China o Singapur) tienen menos problemas de drogas.
  • Su administración anterior ejecutó a 13 reos federales entre 2020 y 2021, la mayor cifra en décadas, como parte de una postura dura contra el crimen.

En contra:

  • Evidencia limitada: Estudios, incluido uno de Pew Charitable Trusts, indican que castigos más duros no reducen el tráfico ni el consumo. Expertos en salud pública señalan que la medida ignora causas estructurales, como la sobreproducción de opioides recetados.
  • Cuestionamientos constitucionales: La Corte Suprema ha restringido la pena de muerte a crímenes con resultado de muerte, y su aplicación para delitos sin homicidio podría violar la Octava Enmienda.
  • Críticas internacionales: Amnesty International y otras organizaciones destacan que ejecutar traficantes no resuelve el problema y perpetúa abusos en sistemas judiciales con fallas.

Impacto en la política antidrogas

Trump vincula esta propuesta con la lucha contra los cárteles mexicanos —como el de Sinaloa y el CJNG—, designados como organizaciones terroristas por Estados Unidos y Canadá. Aunque su retórica enfatiza la seguridad, analistas señalan que la estrategia repite errores de la “guerra contra las drogas” de los años 80, que aumentó el encarcelamiento sin reducir el narcotráfico.

En resumen, la iniciativa de Trump busca endurecer las penas como disuasivo, pero enfrenta obstáculos legales, éticos y prácticos. Mientras sus partidarios la ven como una solución contundente, críticos argumentan que se necesitan enfoques centrados en prevención y tratamiento para abordar la crisis de opioides.

Castigo o escape ?

Pero en el aire tambien flota que la pena de muerte constituye una “cancelación del castigo” al evitar el sufrimiento carcelario, ignorando las complejidades éticas, legales y prácticas que rodean su aplicación. Aunque teóricamente podría interpretarse como una liberación de las condiciones inhumanas de las cárceles, esta visión simplifica un escenario marcado por contradicciones y violaciones a derechos fundamentales.

1. El mito de la ausencia de sufrimiento

El confinamiento previo a la ejecución como tortura:

  • Los condenados a muerte en Estados Unidos pasan un promedio de 14.8 años en el corredor de la muerte, sometidos a aislamiento extremo (celdas de 2×3 metros, 23 horas diarias de encierro). Estudios comparan estas condiciones con la tortura física, generando deterioro cognitivo, alucinaciones y crisis de ansiedad.
  • Incluso si la ejecución se considera una “liberación”, el proceso previo implica décadas de deshumanización. Como señala un informe de la ACLU, algunos presos prefieren la muerte para escapar de este sufrimiento prolongado.

Ejecuciones fallidas y dolor innecesario:

  • Métodos como la inyección letal han derivado en casos de agonía prolongada (ejecuciones que duran horas). Esto contradice la idea de una “muerte rápida y compasiva”.

2. La paradoja jurídica: 

  • Vacíos en la teoría retributiva: Si el objetivo del sistema penal es proporcionalidad entre crimen y castigo, la muerte podría interpretarse como una evasión de la responsabilidad de enfrentar las consecuencias del acto. Un preso ejecutado no experimenta la vergüenza social, el arrepentimiento ni la reparación simbólica que sí implica una condena perpetua.
  • Incapacitación vs. venganza: Aunque algunos argumentan que la pena capital neutraliza amenazas, la cadena perpetua sin libertad condicional logra lo mismo sin recurrir a la ejecución. De hecho, Texas —el estado con más ejecuciones— tiene tasas de violencia carcelaria similares a las de estados sin pena de muerte.

3. La falacia de la “benevolencia”

  • Inocentes ejecutados: Desde 1973, 197 condenados a muerte en EE.UU. fueron exonerados, muchos después de años en el corredor. La irreversibilidad de la pena capital convierte errores judiciales en tragedias irreparables.
  • Desigualdad racial y económica: El 55% de los ejecutados en EE.UU. desde 1976 son afroamericanos o latinos, y el 80% de los casos involucraron víctimas blancas. La pena de muerte refleja sesgos sistémicos, no justicia imparcial.

4. Alternativas y contradicciones

  • LWOP: ¿Castigo más severo?: Algunos argumentan que la vida sin libertad condicional es más cruel, pero esto no valida la pena de muerte. Como señala la filósofa Martha Nussbaum, un sistema penal humanizado debe priorizar la rehabilitación sobre el sadismo institucional.
  • El caso de los “voluntarios”: Entre 1977 y 2023, el 12% de los ejecutados en EE.UU. renunciaron a sus apelaciones, hastiados del confinamiento. Esto no prueba que la muerte sea un “alivio”, sino que el sistema fracasa en garantizar condiciones dignas.

En síntesis, la pena de muerte no anula el sufrimiento, sino que lo concentra en un proceso prolongado y traumático. Lejos de ser una “bendición”, perpetúa ciclos de violencia estatal y deshumanización, sin abordar las raíces socioeconómicas del crimen. Como concluye la Corte Interamericana de Derechos Humanos, su abolición es un paso indispensable hacia una justicia orientada en la dignidad humana.

Con informacion: ELNORTELWOPACLU/

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