A dos meses del estallido de la narcoguerra de la venganza entre grupos dos facciones del Cártel de Sinaloa (CDS),que vivieron en armonía con el gobierno de Morena en esta entidad,bajo el ilusionismo de la paz mafiosa,se han registrado ya la desaparición de al menos 433 personas, según reportes de la Comisión Estatal de Búsqueda, la Fiscalía de Sinaloa y colectivos de búsqueda de personas desaparecidas en Sinaloa.
Hasta el mes de julio habían sido reportadas 664 personas desaparecidas, de acuerdo con datos de la Fiscalía estatal y el Secretariado Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública. No se ha informado sobre el mes de agosto.
Es decir, en los dos últimos meses han sido desaparecidas casi dos terceras partes de las que se registraron en los primeros siete meses del 2024 en Sinaloa.
En cuanto a asesinatos, entre septiembre y octubre se reportaron 325, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Hay un incremento del 320 por ciento en comparación a los registrados entre enero y agosto del presente año.
María Isabel Cruz Bernal, fundadora y líder del colectivo Sabuesos Guerreras, explicó que si bien se lleva un registro público de casos, debe tomarse en cuenta que hay un número desconocido de casos que no se denuncian.
“Hay mucho temor en las familias, que tienen miedo de las autoridades o que los delincuentes tengan represalias en su contra por haberse denunciado”, señaló la madre buscadora, quien lidera una organización con más de 450 familias con personas desaparecidas.
La realidad supera la ficción
La militarización en Sinaloa para combatir el crimen organizado ha demostrado ser tan efectiva como intentar apagar un incendio forestal con un vaso de agua,pero cuando se le cuestiona al gobernador o su secretario de Seguridad sobre los pobres resultados, todos responden con una lógica digna de un chiste malo: “Sin nosotros, estaría peor”.
Es como si un médico, después de recetar aspirinas para curar un cáncer terminal, se jactara diciendo: “¡Imagínese cómo estaría el paciente si no le hubiera dado las aspirinas!”.
La realidad es que, a pesar de la presencia militar, Sinaloa sigue siendo un campo de batalla donde los cárteles juegan al gato y al ratón con las autoridades.
El “efecto cucaracha” militar
La estrategia militar en Sinaloa ha demostrado tener la misma eficacia que intentar eliminar una plaga de cucarachas aplastando una por una,por cada narcotraficante que capturan, surgen tres más, como si los uniformes verdes fueran un fertilizante para el crimen organizado.
Los militares aun asi presumen su labor contando rifles, cartuchos,vehiculos y escasos detenidos ,si consideramos la naturaleza por millares de efectivos del despliegue.
La guerra psicológica… ¿contra quién?
Mientras los militares pavonean su supuesta efectividad, los ciudadanos de Sinaloa viven en un constante estado de angustia y zozobra. Es como si la guerra psicológica que supuestamente libran contra los criminales, la estuvieran ganando contra la población civil.
Los sinaloenses ahora tienen que agradecer no solo que los dejen vivir los narcotraficantes, sino también han quedado en medio de estos y los militares que los deben de “protejer”, pero recurrentemente los lastiman por “horror”.
Conclusión: Un laberinto sin salida
En resumen, la frase “sin nosotros estaría peor” es tan reconfortante como decirle a alguien que se está ahogando que al menos no se está quemando. Los militares en Sinaloa parecen estar atrapados en su propio laberinto, donde cada esquina les lleva de vuelta al punto de partida, pero con más violencia y menos esperanza en un interminable conflicto de proporciones bélicas y cuantiosas perdidas.
Quizás sea hora de que, en lugar de justificar su presencia con frases vacías, los militares admitan que están tan perdidos en esta guerra como el resto de nosotros. Después de todo, reconocer que uno está en un hoyo es el primer paso para dejar de cavar.
Con informacion: ELNORTE/
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