En lo que va del año, han llegado 91 cruceros a Mazatlán, Sinaloa, según cifras de la secretaría de Turismo estatal. En otras palabras son más de 357 mil pasajeros que tocan tierra en ese punto del Pacífico mexicano que, irónicamente, es todo menos pacífico.
En los datos del párrafo anterior está el principal origen de la violencia reciente en ese municipio, de acuerdo con autoridades de seguridad federal consultadas para esta columna.
Sí. La guerra empezó en Culiacán, pero en estos casi cuatro meses de choque entre las dos facciones del Cártel de Sinaloa, “Los Chapitos” y “La Mayiza”, el conflicto se extendió al sureste del estado por el negocio que implica la venta de droga a esos turistas que bajan de los barcos unas cuantas horas y buscan comprar producto.
La gran mayoría de los clientes son estadounidenses, seguidos por europeos, que piden cocaína principalmente, al grado que las fuentes lo definen como su desayuno, como el primer alimento del día.
En los reportes de las autoridades mexicanas está identificado que en “tiempos de paz” ambos grupos vendían su mercancía. Había repartición de puntos, homologación de precios y el negocio funcionaba sin contratiempos.
En el informe 2024 de la “Evaluación Nacional de la Amenaza de las Drogas en México”, la DEA describe al Cártel de Sinaloa como una organización de tipo “umbrella” o “paraguas”, es decir que la estructura les da a los líderes la oportunidad de compartir recursos como rutas, contactos en el gobierno, acceso a precursores químicos y redes de lavado de dinero, sin repartir las ganancias ni tener que responder a una cabeza de mando, a diferencia, por ejemplo, del Cártel Jalisco Nueva Generación, en donde todo va al centro.
Pero ese “paraguas” fue destruido por un ventarrón: el secuestro y entrega de Ismael “El Mayo” Zambada a Estados Unidos. Él era quien mantenía ese orden. De acuerdo con las autoridades federales, tras la traición, su hijo, Ismael “El Mayito Flaco”, ordenó una limpia en Mazatlán y el control de toda la plaza, pero que se combinó con el mismo deseo de los hijos de Guzmán Loera.
Hay puntos de disputa obvios como restaurantes, antros y bares que son visitados por los turistas mencionados, pero los informes destacan otro: los locales que tienen “habichuelas”, las máquinas tragamonedas que son muy populares en esa zona del país.
Las fuentes describen que hay que ver a Mazatlán como si tuviera la forma alargada y delgada de Chile, el país sudamericano, y al que le está saliendo una apéndice en el lado derecho. Va desde el estadio de fútbol hasta el aeropuerto. Esa es la zona más caliente. Ahí está la disputa por ver quién le lleva el café a los gringos.
Con informacion: ELUNIVERSAL/Claudio Ochoa Huerta/
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