Giovanny Fuentes viajó de Choloma -su centro de operaciones criminales- a Tegucigalpa el 29 de mayo de 2019 para reunirse con el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández. No era una reunión cualquiera: un día antes, el 28, fiscales del Departamento de Justicia de Estados Unidos habían escrito en un documento judicial por primera vez los nombres y apellidos del presidente como “objeto de una investigación” por narcotráfico.
En esa reunión, según la investigación de los fiscales que litigaron en Nueva York el caso por narcotráfico, portación y tenencia de armas de guerra y homicidio agravado contra Fuentes, este entregó un soborno por U$25,000 a Hernández. Entre las pruebas que confirman el encuentro hay datos de uno de los teléfonos celulares en que Fuentes bajó la aplicación de geolocalización Waze: ahí constan al menos dos viajes desde Choloma hasta la casa presidencial en Tegucigalpa, uno el 29 de mayo.
Hubo otra reunión 21 días después, también en casa presidencial, el 19 de junio, misma fecha en que la defensa del exdiputado Juan Antonio “Tony” Hernández, hermano del presidente, procesado y eventualmente condenado a cadena perpetua en Estados Unidos por narcotráfico, introdujo en la corte que lo juzgaba un escrito para responder a las acusaciones del gobierno, entre las que está la relación con su hermano, el presidente.
Geovanny Fuentes es catalagado como una de los principales capos narcos de Honduras por las autoridades estadounidenses
Juan Orlando Hernández (JOH) también recibió un soborno de Fuentes en esa segunda reunión de mediados de 2019 por una cantidad no especificada, según los fiscales estadounidenses.
La situación legal de Tony Hernández no fue, sin embargo, el único punto en agenda en el encuentro entre Giovanni Fuentes y el presidente hondureño aquel día de junio. La investigación de los fiscales estadounidenses indica que Juan Orlando Hernández instruyó a Fuentes para que se reuniera con un alto oficial de la Fuerza Aérea y con un comisionado de la Policía Nacional a tratar la venta de una empresa que se había ocupado “para el lavado de dinero”.
De acuerdo con este documento judicial, el presidente Hernández no es un personaje secundario en la saga del narcotraficante Giovanni Fuentes. JOH, como se le conoce en Honduras por sus iniciales, no fue solo protector del capo de Choloma, fue su socio en el negocio del tráfico de drogas.
“Lo que distingue (a Fuentes) de otros narcotraficantes de importancia es la violencia brutal que usó para establecerse y manejar su operación, y, por supuesto su asocio narco con el presidente de Honduras”, escriben los fiscales estadounidenses.
Las autoridades estadounidenses calculan que el presidente Hernández recibió de Fuentes al menos entre U$75,000 y U$100,000 (hasta 2.3 millones de lempiras) en forma de sobornos entre 2013 y 2019.
JOH: protagonista en la empresa narco de Choloma
La fiscalía, además, cuenta como testigo con un excontador de Graneros Nacionales de Choloma, que ubica a JOH reunido con Fuentes en la sede de esa empresa en Choloma, Cortés, al menos dos veces en 2013 en previa de la carrera presidencial que Hernández ganó aquel año. Uno de los puntos de discusión fue el negocio de la cocaína: “el contador vio a Giovanni Fuentes discutir con el presidente de Honduras el uso del laboratorio de Cerro Grande”, dice el memorándum judicial.
Ya antes, en documentos adjuntos a la acusación hecha por la fiscalía neoyorquina contra Fuentes tras su arresto en el aeropuerto de Miami en marzo de 2020, el Departamento de Justicia (DOJ, por las siglas en inglés) aseguró que el narco de Choloma y el presidente hondureño se asociaron para operar un narcolaboratorio en Cerro Grande, el cual producía entre 300 y 500 kilos de cocaína al mes.
El presidente Juan Orlando Hernández saluda a un oficial del ejército de apellido Martínez que era uno de sus nexos con Fuentes (foto del expendiente judicial)
“Las principales razones por las que el presidente Hernández se interesó en trabajar con el acusado (Fuentes) eran las cantidades masivas de cocaína que el acusado producía en su laboratorio de Cortés”, afirman los agentes de DOJ.
El memo presentado por los fiscales hace diez días al que tuvo acceso este periodista, además de identificar plenamente a JOH como el socio de Fuentes, establece que el presidente hondureño fue indispensable en la empresa de narcotráfico de ambos y que discutía asuntos de negocio con el de Choloma en fechas tan recientes como 2019.
Los detalles de las últimas reuniones entre Fuentes y el presidente Hernández, así como otras acusaciones, pruebas e información relativa a la longeva relación entre ambos, consta en el memorando de sentencia presentado el pasado 24 de agosto por la fiscal Audrey Strauss, del Distrito Sur de Nueva York, y otros cuatro agentes del Departamento de Justicia al juez que dictará sentencia al narco hondureño en octubre próximo.
Fuentes fue condenado en marzo pasado por tres cargos de narcotráfico y dos de posesión de armas de guerra en la corte de Nueva York. Tras la condena, sus defensores pidieron una sentencia mínima, alegando que buena parte del caso de la fiscalía estaba basado en el testimonio de Devis Leonel Rivera Maradiaga, miembro de la banda de narcotraficantes Los Cachiros que también ha sido procesado judicialmente en Estados Unidos y también sirvió como testigo en caso contra Tony Hernández.
A eso, los fiscales respondieron que lo dicho por Rivera Maradiaga ya había sido reconocido como verdad judicial en ese caso contra Tony Hernández y que la condena a Fuentes estaba basada en un amplio repertorio de pruebas que incluye los testimonios de otras personas directamente implicadas en la operación de narcotráfico de Fuentes y el presidente hondureño, bitácoras telefónicas, fotografías y otras pericias.
Una relación larga
De Giovanny Fuentes dicen los fiscales de Estados Unidos que es uno de los narcotraficantes más importantes de la última década en Honduras; más relevante en algunos aspectos de su carrera criminal que los clanes de Los Valle y Los Cachiros -las dos bandas narcos más grandes de Honduras en el siglo XXI- y que el mismo Tony Hernández.
Fuentes movió al menos 185 toneladas de cocaína en 6 años, según los cálculos de los estadounidenses; al menos 15 de ellas en sociedad con los hermanos Hernández. Esta cantidad es superior a las 130 toneladas que la justicia de Estados Unidos atribuye a Los Cachiros.
Estados Unidos calcula que, en ese periodo, Fuentes ganó casi 152 millones de dólares procedentes del tráfico de drogas.
Otro rasgo distintivo de Fuentes, que lo hace diferente a Tony Hernández, es la violencia. El hermano del presidente mandó a matar gente de acuerdo con los documentos judiciales estadounidenses; Fuentes mató gente con sus propias manos. Entre los asesinatos que los fiscales atribuyen al de Choloma hay cuatro ejecutados con particular crueldad: el de un mecánico al que torturó y cuyo cadáver dejó medio enterrado; el de un policía que allanó el narcolaboratorio de Cerro Grande a quien clavó alfileres en las uñas, le puso una bolsa plástica en la cabeza y le golpeó el rostro en el dorso de su pistola antes de pegarle tres tiros en la cabeza; y el de dos sicarios que mataron al hermano de un socio, a quienes quemó vivos.
Geovanny Fuentes con un uniforme militar que le obsequió el oficial Martínez, su nexo con el presidente Juan Orlando Hernández (foto del expediente judicial)
Fuentes está perfilado por los estadounidenses como un narco que se inició como sicario de Los Cachiros a principios de la década pasada y creció, gracias a su asociación con políticos y otros criminales de Choloma, hasta convertirse en uno de los primeros nexos entre Los Cachiros, dueños de la droga recibida por vía aérea en el este hondureño, y Los Valle, dueños de las rutas que conectan Honduras con las rutas guatemaltecas.
Luego, Fuentes obtuvo sus propios proveedores. Los fiscales estadounidenses identifican a dos, el colombiano Alfonso Sierra Vargas, alias Rentería, y el guatemalteco Fernando Josué Chang Monroy.
En 2011, en pleno ascenso, Fuentes recibió un golpe que casi acaba su carrera criminal cuando la policía hondureña allanó el narcolaboratorio de Choloma, pero no pasó mucho tiempo para que se repusiera, en buena medida gracias su sociedad con Juan Orlando Hernández, según afirman los fiscales. Fue entre 2012 y 2014, cuando Hernández dio el paso de ser presidente del Congreso a convertirse en el jefe del Ejecutivo hondureño, cuando Fuentes se consolidó: “Sobornó a oficiales y políticos, incluido (el presidente) Hernández, por protección y para obtener paso libre a sus cargamentos de droga”, dice el documento judicial.
Tras los allanamientos de 2011, establecen los fiscales, el presidente del Congreso (JOH) se convirtió en inversionista del narcolaboratorio.
En el memorándum de sentencia, los fiscales del Distrito Sur de Nueva York piden al juez que dé a Fuentes la máxima pena posible, no solo por el tamaño de su operación de narcotráfico, sino también por la capacidad que tuvo para corromper al Estado y por lo violento de su operación. Fuentes, alegan los agentes de DOJ, estableció durante 11 años un patrón de conducta criminal; durante buena parte de ese tiempo, el presidente de Honduras fue su socio.
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