Son números terribles los que obtuve para esta columna: desde el pasado 7 de septiembre, cuando inició el actual proceso electoral, ya van 22 ejecuciones políticas. Son 22 ejecuciones de aspirantes, precandidatos y candidatos a un puesto de elección popular.
Tres asesinatos al mes, en promedio. Y son números de horror porque reflejan la forma en que el crimen organizado, y/o caciques políticos locales, están votando: con amenazas, atentados, levantones y ejecuciones.
Pasan las semanas y nadie hace nada. Nadie lo impide: no los gobiernos municipales, que no cuidan a nadie; no los gobiernos estatales, que solo protegen a 22 candidatos en todo el país; y no el gobierno federal, que nada más da protección a diecinueve aspirantes.
De hecho, sobre las ejecuciones, el gobierno federal únicamente reconoce “10 casos graves, relacionados con la desaparición o fallecimiento de aspirantes”. Quién sabe con qué ábaco hacen sus cuentas Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad, y sus colaboradores (remiten a las grandiosas cuentas del matemático Peña Nieto), pero qué protocolo más raro es ese de juntar desaparecidos con asesinados.
En fin, los números hasta hora:
-Van 68 políticos asesinados (25% mujeres) durante el actual periodo electoral, de acuerdo al Índice de Violencia Política en México de Etellekt, que me actualizó este viernes Rubén Salazar, director de la consultora.
-De ese total, 75% eran opositores a gobiernos estatales, lo cual habla de posibles cacicazgos políticos que acuden a la violencia, o de nexos entre políticos en el poder y grupos criminales. Es fundamental que esos homicidios sean investigados por autoridades estatales y federales, para que sepamos exactamente de dónde vienen las balas, de dónde surgen las órdenes, quiénes contratan a los sicarios.
¿Algo que informar las fiscalías de los estados? ¿Y la Fiscalía General de la República? ¿Alguna pesquisa que haya rendido frutos, o al menos que se aproxime a resolver un caso? Nada. La impunidad estimula que esta violencia se repita, que se extienda otra vez, como en 2018 (https://bit.ly/2OUMpgT).
-De los 68 políticos asesinados, 22 eran aspirantes a un cargo de elección popular, de acuerdo a datos que obtuve para esta columna (en su conteo, Etellekt tiene un caso menos, 21): 5 eran candidatos, 10 precandidatos y 7 aspirantes.
-Del total, 18 eran hombres y 4 eran mujeres.
-De Morena eran 7 víctimas, del PAN 4, del PRI 3, del PRD 2, hubo otras 2 sin partido (aspirantes independientes), y del Verde, Movimiento Ciudadano, Redes Sociales y Fuerza México, hubo un ejecutado de cada uno.
Hay que subrayar que no son cifras nada más, son vidas políticas truncadas por criminales, o por criminales disfrazados de políticos (o por ambos grupos), lo cual agravia al sistema democrático, porque se trata de gente que fue derrotada a punta de intimidaciones, secuestros y balazos. Es inadmisible que eso siga ocurriendo.
-Etellekt reporta que, en el 85% de los casos, las víctimas fueron ejecutadas por un comando armado. Es decir, hubo una meticulosa planeación del los homicidios. En el 15% se trató de asesinos solitarios.
-Ha habido 76 casos de amenazas contra aspirantes. De ese total, 12 personas ya han renunciado a sus aspiraciones. Sumada esa docena aterrada a los 22 ejecutados, ya son 34 puestos de elección donde criminales o caciques vetaron a alguien con amenazas o a balazos. ¿En qué país del mundo sucede eso?
-Se han perpetrado 18 levantones. En 16 casos, las víctimas fueron liberadas: la usual intimidación criminal antes de pasar a los balazos. En un caso más, la víctima fue ejecutada, y en otro la persona afectada sigue desaparecida.
-Ha habido, también, catorce atentados: casas de aspirantes baleadas, coches quemados, y otras a linduras. Se han producido, además, 17 ataques contra familiares de políticos.
A ver cómo termina esta depredación política, pero en medio de tanta futilidad, de candidatos bailando y proponiendo nada, no normalicemos esta violencia política, no perdamos la capacidad de asombro, porque paso a paso nos estaremos suicidando políticamente…
Fuente.-jp.becerra.acosta.m@gmail.com
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