La Industria Militar de la Secretaría de Defensa Nacional de México (Sedena) ya ha alcanzado la producción de 155.000 armas de su línea FX-05 entre fusiles y carabinas y va por cinco nuevos diseños.
CONTRA EL NARCO:
En una entrevista con Infodefensa, el general brigadier DEM Otilio Ramírez Serrano, director de Producción de la Dirección General de la Industria Militar(DGIM), explicó que la construcción de fusiles y carabinas de diseño propio ha sentado las bases para desarrollas otras armas. Mencionó cinco nuevas configuraciones que ya están en fase de desarrollo: un fusil de precisión calibre 50, una ametralladora calibre 5.56x64, una ametralladora giratoria calibre 5.56 para vehículos terrestres, una ametralladora ligera calibre 7.62 y una pistola semiautomática calibre 9 milímetros.
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El general explicó que este tipo de proyectos requieren entre uno y tres años de trabajo de desarrollo y no precisó cuáles son los plazos previstos para que comiencen a producirse y proveer a las Fuerzas Armadas. Sí dijo que, por el momento, “el proyecto más adelantado es el de la PAX”, refiriéndose al proyecto de PAX-100, la pistola semiautomática para generales, oficiales y jefes que deberá sustituir a la MP5 que usa actualmente la Sedena.
“La maduración de un proyecto de este tipo sí lleva algo de tiempo, como es el ejemplo del fusil FX, donde iniciamos en 2005 y ya su perfección se logró en 2011 o 2012”, afirmó el general Ramírez. “Aún a la fecha seguimos obteniendo información por las unidades que nos dan ventanas de oportunidad para poder hacer mejoras en el fusil. Quizá lo que siga es una nueva versión de ese trabajo”.
Transferencia de tecnología
El sexenio de la presidencia de Enrique Peña Nieto (2012-2018) fue en el que se culminó oficialmente la sustitución de armamento de la Sedena a través del fusil FX 05 —conocido también como Xiuhcóatl o serpiente de fuego en lengua nahuatl—, que sustituyó al alemán H&K G3. Se trató de un proceso exitoso de transferencia de tecnología que aprovechó la fábrica de Sedena que producía el modelo alemán para crear un nuevo diseño adaptado a la fisionomía de los soldados mexicanos y los requerimientos de la defensa nacional.
“Un desarrollo se debe conseguir no desde el inicio, sería perder el tiempo. Debe agarrarse de lo que ya está y hacerle mejoras. Y de ahí nacen una serie de inventivas para poder lograr algo nuevo y que nos funcione”, explica el general durante una vista a la fábrica de armas de la DGIM en Ciudad de México. La capacidad de producción de la fábrica es de 30.000 armas al año, entre fusiles y carabinas.
La opción por el desarrollo y fabricación de armas propias supone además un gran ahorro económico para la Sedena y, por tanto, para el erario. El coste de un arma de ese tipo en el mercado privado en México cuesta “alrededor de 40.000 o 50.000 pesos (2.000 o 2.500 dólares)”, dice Ramírez. “Nosotros lo fabricamos en un tercio de su costo”.
Asegura el general Ramírez que el FX 05 no deja que desear frente a otras armas de su clase. “Hemos tenido competencias con planteles militares de otros países y ha resultado muy ventajoso el FX. Por eso podíamos decir que está al nivel de poder competir con armamento de otros países”, sentencia.
El fusil pesa alrededor de 4 kilos dependiendo de la configuración y tiene una cadencia de disparo de 720 a 850 por minutos. Mide un metro, pero se puede extender con la culata para que sea más largo o abatirla para que sea más corto. Mientras que éste está diseñado para las tropas de tierra, la versión de carabina del FX 05 es más corta —mide 80 centímetros— y está destinada a la fuerza área y la tropa motorizada. Su diseño permite introducir accesorios como miras telescópicas o de infrarrojos.
Aún después de todos los ejemplares conseguidos, los ingenieros reciben permanentemente el feedback de los soldados para introducir nuevas mejoras. Por ejemplo, miembros de la Marina detectaron que el arma era demasiado lisa y se hacía resbaladiza al salir del agua, lo que permitió incluir rugosidades en su superficie para evitar ese problema.
El uso de los FX por la Semar fue, no obstante, una excepción. Según el general Ramírez, “en algún tiempo se les vendieron unas carabinas”, pero por ahora todos los esfuerzos de la DGIM se dirigen a satisfacer la demanda del Ejército y la Fuerza Aérea. No abastece por ahora la DGIM a otros cuerpos de seguridad —aún no se sabe oficialmente si proveerá las armas de la Guardia Nacional—, aunque el abastecimiento de armas para la Semar parece una opción razonable para el futuro, ya que esa entidad carece de industria propia.
No solo fusiles
La industria militar de la Sedena es un gran complejo que tiene 17 fábricas, donde además de armas se fabrican municiones, vehículos blindados, vestuario, pinturas o plásticos, entre otras cosas. Otra fábrica importante es la de cartuchos, que produce 5.56 para el FX, 7.62 para el G3 y 9mm para la pistola y la MP5, señala el general Ramírez.
La estrategia de fabricar armas propias no solo tiene que ver con la economía, sino también con la soberanía y la seguridad nacional.
“La razón de ser de la fábrica de armas está basada en el principio que estableció Venustiano Carranza de fabricar nuestras propias armas y municiones si no queremos que entes externos decidan nuestra seguridad", dice el general Ramírez, evocando las posiciones del que fuera presidente de México entre 1917 y 1920, durante la etapa final de la Revolución.
“Eso nos da independencia en cuanto al mantenimiento del armamento. Hacemos nuestro propio refaccionamiento y ya no dependemos de que los entes que nos vendía el armamento o que nos venden todavía, nos vendan refacciones, o queden obsoletas. Tenemos la capacidad de seguir haciendo lo que vamos necesitando”, ahonda el director de Producción de la DGIM.
La búsqueda de autonomía y ahorro se refleja también en la organización de la fábrica de armas, dividida en 16 talleres que se encargan de ensamblar y fabricar algunas de las 112 piezas que tiene el fusil a través de diversas técnicas de forjado en frío, arranque de viruta, compresión y otras.
Un taller importante, explica Ramírez durante la visita, es el de afilado. “Todas las herramientas que nos llegan sufren un desgaste. Si nosotros no tuviéramos un taller de afilado tendríamos dos opciones: o comprar la herramienta otra vez o mandarlas a afilar. Lo que hacemos es tener un taller de afilado para lograr exprimirles hasta dos o tres veces la vida normal de estas herramientas”, revela el general. Algo que ahorra tiempo y también dinero.
La fábrica elabora 42 componentes metálicos y 24 plásticos. El resto son resortes, tornillos o material inyectado, que se adquieren en el mercado nacional o fuera, principalmente en Europa. Toda la materia prima se compra y la fábrica de armas se dedica solo a su transformación a través de máquinas convencionales y programables de origen japonés (Mazak), suizo (Starrag), italiano o estadounidense, explica el general. El propio proceso de fabricación pasa además por tres filtros de calidad: los operarios —todos personal militar— miden las dimensiones de cada pieza para comprobar que son correctas o detectar y corregir problemas si no, cada lote de 100 piezas pasa por el grupo de control de calidad de la fábrica y, una vez las armas están ensambladas, se someten a una verificación externa de que el fusil funciona.
Entre áreas operativas y administrativas trabajan en la fábrica de armas de la capital mexicana dos jefes, 30 oficiales y 380 elementos de tropa en tres turnos que cubren las 24 horas. Entre ellos, hay aproximadamente 50 mujeres.
Mirando al futuro, siguen en marcha los trabajos de construcción de nuevas dependencias de la DGIM en los predios de La Célula en el estado de Puebla, aprovechando una disponibilidad de espacio que ya no existe en las dependencias entorno a la Avenida de la Industria Militar, zona rodeada ya por la mancha urbana de la megalópolis mexicana. Hasta el momento, de ese proyecto de 56 millones de dólares ya operan la fábrica de plásticos y pinturas.
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