Quien crea que Alejandro “Alito” Moreno le copió a Peña Nieta la construcción de su mansión, tantos metros, tanta playa, tanto exceso, se equivoca. Su mentor, José Murat, es el experto en comprar casas, departamentos, todo lo que relumbre, en el país o en el extranjero.
Con el “descubrimiento” de que el exgobernador, aspirante a encabezar las cenizas del PRI, construyó una residencia de jeque árabe en Campeche, hay que recordar todo el miasma de los departamentos en Nueva York, de la casa en Miami del joven Murat, su tocayo.
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A los Murat, como al señor Moreno, les cae del cielo el dinero. Tienen herencias y reciben “cesiones” de terrenos, igualito que al resto de los mexicanos. Fácil, lo que sigue de fácil, construir una casa así, mientras gobierna. Donde todos sepan, para que, precisamente, todos sepan.
Se trata de la ostentación. De ese mal gusto de “nuevo rico” que tiene muy adentrado José Murat, y que le ha contagiado en todos los años que tiene de llevarlo de la mano por la política y por los negocios, a cargo del erario.
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Porque no hay como admitir la respuesta, escrita con faltas de ortografía, al reportaje de su casota.
Alejandro “Alito” Moreno construyó su “casa blanca” en dos años. Apurado porque las ansias futuristas le quemaban. No pasemos por alto que se siente candidato a la presidencia de la República. Un estimado de costo anda arriba de los 46 millones de pesos.
Justo como la “casa blanca” de su cuate Peña, el mismo que le soltó y le volvió a soltar lana porque lo divertía mucho.
¿Quién necesita 1 mil 900 metros para vivir? Supongo que recorre el jardín en coche… Y que llega a la playa cargado por sus esclavos para no llenarse los pies de arena.
Mil 900 metros de terreno frente a la playa, que dice que valen menos de lo que se dice. Terrenos comprados cuando era diputado, por aquello de los moches.
La construcción de la casa, que suponemos debe tener luces que cambian de color como la “casa blanca” de Las Lomas, costó poco más de 22 millones de pesos. ¿De dónde?
¿Cómo puede justificarlo?.
Lo grave es que don “Alito” cree que no debe hacerlo. Que está bien tener una casota así, ostentación pública en la capital del Estado que gobernó. Total, ha de decirse al espejo, para eso es priista.
Francisco Labastida Ochoa ha sido una de las pocas voces sensatas, inteligentes que ha advertido sobre la llegada al CEN del PRI de este personaje de la picaresca, compinche de José Murat. Quiero imaginar que el presidente López Obrador asiste a la puesta en escena divertido. Se trata del político que más puede fustigar por sus excesos, su verborrea, sus negocios y ahora su mansión.
Si hubiese un mínimo de sentido común en la oficina del Fiscal Alejandro Gertz Manero, tendría que haberse abierto una investigación. No va a ser así. “Alito” va en caballo de Hacienda, la Cuarta Transformación lo necesita para recordar, siempre, a los mexicanos como son los priistas…
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