Fallaron los controles de seguridad. La Fuerza Armada de El Salvador (FAES) tuvo en sus filas, en los últimos cuatro años, a 110 soldados que tenían vínculos con grupos de pandillas, según demuestran estadísticas oficiales del Ministerio de la Defensa Nacional (MDN).
En un documento oficial obtenido por LA PRENSA GRÁFICA vía acceso a la información pública, el MDN admite que 110 pandilleros, todos destacados como personal de tropa, burlaron los procedimientos de selección y se infiltraron en la FAES. Ninguno de ellos tenía cargo de suboficial u oficial, aclaró la institución.
De todos los soldados ligados a pandillas, 107 pudieron terminar su tiempo legal de servicio sin que la institución se percatara de su relación con las pandillas. Fue hasta que todos ellos abandonaron el Ejército cuando las autoridades descubrieron que eran pandilleros, entre 2015 y 2017, según reconoce el informe.
De todos los soldados ligados a pandillas, 107 pudieron terminar su tiempo legal de servicio sin que la institución se percatara de su relación con las pandillas. Fue hasta que todos ellos abandonaron el Ejército cuando las autoridades descubrieron que eran pandilleros, entre 2015 y 2017, según reconoce el informe.
“El personal de tropa ha causado baja por cumplir su tiempo de compromiso, pero según información del Conjunto II de este organismo, dicho personal estaba vinculado a estructuras terroristas”, se lee en el documento del MDN, que agrega que sus pruebas indican que los militares estaban vinculados a cualquiera de las tres pandillas más numerosas de El Salvador: Mara Salvatrucha (MS-13) y las facciones sureños y revolucionarios del Barrio 18.Los otros tres restantes, vinculados a la MS-13, sí fueron descubiertos a tiempo durante 2018 y expulsados, como ordena la ley.
El proceso sancionatorio contra los tres dice que fueron separados “por hechos que lesionan la imagen, el honor, la disciplina y la ética de la Fuerza Armada”.
LA PRENSA GRÁFICA conoció el nivel de infiltración que tienen las pandillas en las otras instituciones dedicadas a la seguridad pública: Policía Nacional Civil (PNC) y Academia Nacional de Seguridad Pública (ANSP).
Los informes obtenidos indican que los grupos delincuenciales prefieren penetrar al Ejército salvadoreño (Policía y ANSP también sufren infiltraciones de pandilleros).
Las estadísticas oficiales demuestran que 139 elementos de seguridad de las tres instituciones (PNC, Academia policial y FAES) fueron vinculados a estructuras delincuenciales entre 2015 y 2018. La mayoría de ellos (110) se infiltró en la FAES, mientras que una minoría (29) ingresó a las dos restantes.
La infiltración en la FAES no es nueva. En 2017, se conoció que el soldado Óscar Omar Jiménez trabajaba en una oficina de Inteligencia Militar cercana al exministro de la Defensa David Munguía Payés y, al mismo tiempo, era un integrante activo de una clica MS-13 que opera en el cantón El Cortez de San Pedro Puxtla, en Ahuachapán.
Las actuales autoridades de la Defensa Nacional consideran que están superadas esas deficiencias para detectar a los integrantes de pandillas que quieren infiltrarse en la FAES, sobre todo en momentos en que el presidente de la república, Nayib Bukele, ha anunciado “un proceso de reclutamiento masivo” como parte del Plan Control Territorial.
El Gobierno había dicho que iba a reclutar este año a 2,000 nuevos elementos de manera voluntaria para hacer frente al accionar de las pandillas. Pero el mandatario salvadoreño ordenó la semana pasada aumentar a 3,000 los reclutados. El ministro de Defensa, René Merino Monroy, obedeció la orden.
“Tenemos nosotros tres niveles de seguridad que se les hacen a ellos. Obviamente no puedo decirlos por cuestiones de seguridad, pero sí les puedo decir aspectos que se les piden como antecedentes policiales, antecedentes penales, los consultamos a las diferentes autoridades. También tenemos otros mecanismos que nos permiten inferir si tienen alguna relación con las pandillas”, dijo el ministro Merino.
El jefe militar agregó que entre las pruebas que piden a los aspirantes está su nivel educativo, físico y emocional.
Fuente.-Francisco Hernández / Mariana Arévalo de la Prensa Gráfica/
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