Una nueva modalidad de extorsión y lavado de dinero se ha comenzado a registrar y a ser utilizada con mayor frecuencia por bandas y grupos delictivos, quienes obtienen de forma desconocida, hasta ahora, los datos personales de sus víctimas, como dirección y cuentas bancarias; luego, las vigilan durante algunos días para después, ya sabiendo sus actividades, realizarles una transferencia bancaria sin su consentimiento.
Finalmente son abordadas violentamente y amenazadas con el objetivo de conseguir el retiro y entrega del monto depositado.
Es decir, las víctimas son utilizadas como prestanombres sin su consentimiento.
De este modus operandi ya se presentaron algunos casos, como el de Omar Montiel.
El pasado 11 de abril del presente año la Sucursal Inguarán, perteneciente al Grupo Financiero Banamex, vivió el caso del señor Montiel, quien fue víctima de extorsión por parte de un grupo delictivo que hasta el día de hoy continúa sin ser identificado.
Omar salió de su domicilio, alrededor de las 14: 30 horas, en la colonia Campestre Aragón, abordo de su vehículo y acompañado por su esposa y su hijo de cuatro años.
A unas cuadras de su hogar, sobre la calle Camino Enmedio, fue interceptado por una motocicleta de color naranja con blanco, tripulada por dos hombres con casco, quienes apuntándole con un arma de fuego le exigieron contestar una llamada.
“No hagas nada porque si no, ya sabes. Contesta, contesta cabrón y vas a hacer lo que te digan, si no aquí te mueres”, le gritó uno de los sujetos mientras agitaba el arma cerca de la cabeza de la víctima.
Enseguida le pusieron en el oído un teléfono celular; Montiel contestó la llamada, mientras los sujetos a bordo de la motocicleta arrancaban a toda velocidad dejándole el dispositivo móvil y fue cuando escuchó la voz tranquila de un tercer hombre que le dijo: “¿Señor Omar Montiel? Fíjate bien lo que te voy a decir: te voy a pedir un favor, tú tienes en tu cuenta un dinero que no es tuyo, tienes 60 mil pesos y quiero que vayas, los retires y se los des a las personas que te diga”.
“Te vas a ir directo al Banamex que está sobre Eduardo Molina y vas a sacar 60 mil pesos y se los vas a dar a estos dos güeyes, no quiero que hables con nadie ni que le digas a nadie, porque te estamos checando; no te va a pasar nada, no te estamos robando, sólo quiero que me hagas este favor” añadió el sujeto a través del teléfono.
Omar empezó a sentir miedo mientras continuaba escuchando las indicaciones del individuo, y, con voz entrecortada y lleno de miedo, buscando hacer tiempo.
Le mencionó que él no tenía más que 200 pesos en su cuenta, y que si quería retirar ese monto tenía que ir a la sucursal donde había abierto su cuenta, la sucursal de Banamex Inguarán, en la esquina de Congreso de la Unión y Oriente.
El hombre de la llamada aceptó con la condición de no cortar la llamada en ningún momento, inclusive le pidió entrar con el teléfono a la sucursal bancaria para irle informando cada vez que algún turno avanzara, hasta el momento en el que la víctima entregara el dinero.
En el trayecto a la sucursal, el hampón comenzó a mencionar a Omar algunos de sus datos persones, como el nombre de sus hijos, la escuela en la que va su hija pequeña y dirección; hasta a que se dedicaba, todo para hacerle saber que lo tenían ubicado y que no fuera a interferir en la entrega.
“Sabemos dónde vives, sabemos de tu familia, sabemos dónde trabajas, sabemos todo, no te estamos robando, nada más es sacar el dinero y dárnoslo”, añadió el delincuente en la llamada.
La víctima llegó alrededor de las tres de la tarde a la sucursal de Inguarán, y, cuando iba a meter el automóvil al estacionamiento, el sujeto le ordenó que no lo hiciera, le pidió que se siguiera de frente y dejara el carro a una cuadra de la sucursal…
Y así lo hizo Montiel, dejó a su familia en el auto, ingresó al bancó, tomó un turno y se formó en la fila; todo esto sin cortar la llamada y avisándole puntualmente al delincuente cada vez que algún turno avanzaba.
Llegó el momento de pasar a la ventanilla para realizar el retiro de los 60 mil pesos.
Cada vez que se efectúa un retiro en efectivo a través de ventanilla, se le solicita al cliente firmar un váucher con el fin de cotejar que sea efectivamente el cliente, en persona el que realiza dicha operación, Montiel, debido a la presión, el nerviosismo y el miedo, no firmó como se encontraba su firma en su identificación oficial, lo trató de repetir una vez más con el mismo resultado por lo que el cajero que lo atendió le solicitó poner un leyenda en el recibo que dijera “Confirmo que esta firma es legítima y que es fiel de la original como aparece en mi identificación”.
Después de poner esta leyenda en el recibo del efectivo, le dieron la cantidad. Salió de la sucursal y, mientras se encontraba bajando las escaleras que dan a la calle, llegaron las dos mismas personas que lo habían interceptado en la moto naranja, le quitaron el dinero, el teléfono y se arrancaron a toda velocidad incorporándose sobre la avenida Congreso de la Unión, en la alcaldía Gustavo A. Madero.
Enseguida de lo ocurrido el hombre regresó a la sucursal, pero esta vez para pedir hablar con el gerente con el fin de platicarle lo sucedido y pedirle cancelar su cuenta por miedo de que volviera a ocurrir.
En el banco dijeron desconocer como obtuvieron su cuenta y por qué le habían depositado a él.
Personal de la institución bancaria le explicó que era una operación muy rara, puesto que normalmente de lo que se quejan es que el cajero haya estado coludido de alguna forma, pero que en esta ocasión había sido al revés: depositándole un dinero que no le pertenecía y que muy probablemente lo habían usado de puente para lavar dinero obtenido de alguna acción ilícita como puede ser un secuestro exprés.
El personal del banco canceló su tarjeta y se la reemplazaron por una nueva, no sin antes recomendarle levantar una queja en servicio al cliente en la cual quedara constatada la extorsión, además de pedirle levantar una denuncia en el Ministerio Público, junto con un acta de hechos para que en el futuro no tuviera ninguna repercusión en su contra.
Omar hasta el día de hoy, por miedo a alguna represalia, no se ha presentado a levantar una denuncia, ya que no tiene confianza en que las autoridades correspondientes puedan darle alguna respuesta o ayuda para protegerse a sí mismo y a su familia después de los hechos sucedidos.
SOSPECHA. El personal bancario mencionó que pueden existir algunas hipótesis sobre el cómo hayan obtenido sus datos personales. Puede ser que el estado de cuenta no llegó a su domicilio actual pero si a otro o el cartero haya sido sobornado para proporcionar el estado de cuenta a los delincuentes y que casi con toda certeza se trata de personas que estuvieran vigilando a la víctima desde días pasados para conocer su rutina y los lugares que visita.
Por su parte Omar ha consultado a varios de sus vecinos y ha corroborado que la moto que lo intercepto había estado rondando por su casa desde varios días antes al incidente.
Además de ello, el agraviado comentó que efectivamente al consultar posteriormente su cuenta pudo constatar que ese día se realizaron varios depósitos de 5 mil pesos cada uno a su cuenta hasta completar la cantidad de 60 mil pesos.
RECOMENDACIÓN. Por medio de una orden judicial enviada directamente al Grupo Financiero Banamex se puede solicitar un listado de movimientos específicos y detallados para saber cómo fue efectuado el pago y con ello descubrir cómo se realizaron esta serie de depósitos y a través de que medio, para abrir una carpeta de investigación y dar con los responsables.
Hasta el día de hoy no existe como tal una aclaración que responda a este delito ya que es una nueva modalidad que implica una operación mucho más compleja, la cual se está presentando con mayor regularidad en la CDMX.
La Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre la Seguridad Pública (Envipe) 2017 arrojó que 7.50 millones de delitos fueron por extorsión y que sólo el 1.7 por ciento de ellos son denunciado, lo que equivale a 129 mil delitos. Entre las razones por las que la gente no acude a realizar su denuncia el 33 por ciento comentó que les representa una pérdida de tiempo, mientras que el 16 por ciento no lo hacen por desconfianza en las autoridades.
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