Han pasado 100 días. Faltan 2030 más y ante las tendencias vislumbradas surgen preguntas que todo ciudadano debería hacer y el gobierno debería contestar:
Se votó para combatir la corrupción, pero ¿cómo saber si ese combate está surtiendo efecto cuando las cifras de lo que se ha recuperado -por ejemplo- vía la lucha contra el huachicol no son verificables?
¿Cuando se canceló el NAIM por la transa pero no hay empresas sancionadas?
¿Cuando se ofrece perdón y olvido en vez de investigación y castigo?
¿Cuando los medios y las organizaciones que se han dedicado a destapar la cloaca son desacreditadas desde el poder?
¿Cuando la Secretaría de la Función Pública y el SAT se prestan a persecuciones politizadas, pero ignoran personas y temas del sexenio peñanietista?
¿Cuando en vez de promover licitaciones públicas para las grandes obras del sexenio, se otorgan por adjudicación directa, lo cual facilita la trampa?
¿Cuando los recortes en nombre de la austeridad necesaria afectan la gestión gubernamental?
¿Cuando no se fortalecen las capacidades institucionales para detectar, prevenir y castigar la corrupción?
Se votó para disminuir la desigualdad y la concentración de la riqueza, pero ¿cómo saber que la política social incidirá en la pobreza si 19 de los 20 nuevos programas creados están operando sin reglas y sin mecanismos de evaluación?
¿Cuando 365 mil millones de pesos se destinarán de manera discrecional y sin regirse por la Ley de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria?
¿Cuando a ciertos grupos vulnerables se les premia y a otros -como las mujeres y los discapacitados- se les castiga?
¿Cuando la distribución de recursos sin intermediarios parece más destinada a crear clientelas electorales que a construir trampolines para la movilidad social?
¿Cuando se debilita a los órganos reguladores -como la Cofece, el Ifetel- cuyo objetivo es promover la competencia y contener a los monopolios?
¿Cuando en lugar de enfrentar a los centros de veto que caracterizan al capitalismo de cuates, se busca una alianza con ellos?
¿Cuando la élite empresarial piensa que "calladita se ve más bonita" y en vez de exigir reglas claras para todos, sigue apoyando el favoritismo para algunos?
Se votó para promover el crecimiento económico, pero ¿cómo lograrlo si analistas independientes y el Banco de México han encendido alertas en torno a los planes presentados y el rumbo marcado?
¿Cuando los mercados miran con malos ojos lo que se está haciendo y eso afectará los flujos de inversión y por ende el crecimiento?
¿Cuando la inviabilidad del "rescate" a Pemex está impactando negativamente las perspectivas para el resto de la economía?
¿Cuando el uso de recursos multimillonarios para pagar la cancelación del aeropuerto producirá un boquete en las finanzas públicas, reduciendo lo que el gobierno puede gastar sin endeudarse más?
¿Cuando la estrategia es satanizar a las calificadoras y matar al mensajero en vez de atender el mensaje que el mundo está enviando?
¿Cuando es obvio que el Tren Maya y el aeropuerto de Santa Lucía no van a ser detonadores keynesianos del crecimiento? ¿Cuando sin crecer va a ser muy difícil redistribuir?
Se votó para impulsar la transición democrática que se truncó, pero ¿cómo asegurarlo si se recurre a métodos extralegales e inconstitucionales como las consultas populares?
¿Si el propio Presidente ridiculiza a la oposición y se burla de los contrapesos, defectuosos pero necesarios?
¿Si se toman decisiones -como la compra de pipas o la construcción de Dos Bocas- al margen de la normatividad, creando estados de excepción permanentes?
¿Si se usan las mañaneras para linchar y designar enemigos, con el argumento de que el Presidente sólo "expresa su opinión" cuando lo hace desde la percha más intimidatoria del país?
¿Si AMLO insiste en que la sociedad civil -toda- está capturada por la oligarquía y por lo tanto no tiene derecho a incidir o participar?
¿Si se debilita a la Suprema Corte enviando una terna marcada por el conservadurismo, la incondicionalidad y el conflicto de interés?
¿Si se continúa empoderando a las Fuerzas Armadas?
¿Si se reconstruye a diario el sistema de partido hegemónico, presidencialista, con poderes metaconstitucionales, que la transición buscó desmantelar?
Y si estas tendencias continúan en los 2030 días que faltan del sexenio, ¿México habrá progresado o involucionado?
fuente.-Denise Dresser/
***Denise Dresser es politóloga, escritora, columnista y activista. Coordinó el libro "Gritos y Susurros: Experiencias Intempestivas de Mujeres". Ganó el Premio Nacional de Periodismo en 2010. Su último libro es "El País de Uno. Reflexiones para entender y cambiar a México".
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