Jared Kushner vino a México a traer un mensaje “urgente” y un ultimátum de su suegro, el presidente Donald Trump, que le comunicó personalmente al presidente Andrés Manuel López Obrador y al canciller Marcelo Ebrard en la cena del 19 de marzo en un domicilio privado: que ante la crisis “desbordada” de migrantes ilegales que están llegando a los Estados Unidos, si el gobierno mexicano no frenaba “de inmediato” el flujo de migrantes por su territorio, la Casa Blanca no sólo iba a cerrar totalmente la frontera con México, sino que cancelaría la firma del Tratado de Libre Comercio con México y Canada, el T-MEC, en represalia a la total inacción de la administración lopezobradorista a la que ven rebasada en el tema migratorio.
Una semana después de aquella cena en casa de los ejecutivos de Televisa, el lunes 25 de marzo, en la reunión del Gabinete de Seguridad muy temprano en el Palacio Nacional el tema estalló e hizo crisis: el presidente decidió ahí, tras haber pedido un balance urgente a la secretaria Olga Sánchez Cordero sobre la crisis migratoria, las cifras de migrantes que están en México y los registros de cuántos han logrado llegar y cruzar la frontera con Estados Unidos; que la política de Migración, con todas sus estrategias, instituciones y decisiones, ya no sería manejada más en la Secretaría de Gobernación y que a partir de ahora será la Secretaría de Relaciones Exteriores, a cargo de Marcelo Ebrard, la que decida cómo se va a resolver la crisis de los migrantes, que ha rebasado al Estado mexicano y que motiva las amenazas de Trump.
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Con todo y esa decisión, el gobierno lopezobradorista no pudo evitar que esta semana, en sus agresivos mensajes de Twitter y en discursos, Donald Trump hiciera pública la amenaza que ya les había comunicado en privado Kushner al presidente y a su canciller. “México no está haciendo NADA para ayudar a detener el flujo de migrantes ilegales a nuestro país. Son muchas palabras y poca acción”, tuiteó Trump en la madrugada del jueves 28, en un mensaje donde hizo la primera amenaza: “Podemos cerrar la frontera sur”. Luego, un día después, durante un discurso en Michigan, el tono fue todavía más amenazante: “Vamos a cerrar la maldita frontera la próxima semana”, dijo al volver a acusar de inacción y a México de beneficiarse de la economía estadounidense.
La respuesta del gobierno mexicano, ante tamañas amenazas, fue un “yo respeto la posición del presidente Trump” y un “zafo, como dicen los jóvenes, no vamos a pelearnos” de López Obrador, mientras Ebrard, contestó con un tweet: “México no actúa con base a amenazas y somos el mejor vecino que Estados Unidos puede tener”. ¿Serán suficientes las evasivas de López Obrador y la respuesta más directa del canciller en redes sociales para contener la ira de Trump y su embate político y electoral contra la migración ilegal ahora que se sabe habilitado y fuerte para buscar la reelección presidencial en 2020?
SITUACION DE ALARMA PARA EU, ALERTÓ KUSHNER
Y es que la criticada cena “en lo oscurito”, que el presidente quiso minimizar y restarle importancia, tanto en el fondo como en la forma —“me dijeron y yo decidí y tan, tán”—, sí hubo un mensaje apremiante de Jared Kushner, una suerte de “ultimátum” enviado por su suegro: las ultimas cifras de migrantes ilegales que han cruzado a territorio de Estados Unidos por la frontera con México, les dijo —76 mil indocumentados en febrero pasado, el numero más alto de los últimos 12 años, según el último reporte del Home Land Security del 6 de marzo— son para nosotros una “situación de alerta de seguridad nacional”, y si México no quiere o no puede contener el flujo migratorio ilegal por su frontera sur y su territorio, el presidente Trump podría tomar “medidas drásticas” como cerrar la frontera y cancelar la entrada en vigor del T-MEC, advirtió el yerno enviado de la Casa Blanca.
En la visión de Washington, que no está muy alejada de la realidad, la crisis migratoria que comenzó en los últimos meses del presidente Peña Nieto, que ya no quiso hacer nada para frenarla, se agravó a niveles históricos y caóticos en la actual administración de López Obrador. La misma secretaria Olga Sánchez declaró esta semana, que este mes podrían llegar a 100 mil los migrantes indocumentados en territorio mexicano. Es como si la frontera sur de México se hubiera diluido y, en términos de seguridad y control migratorio haya desaparecido, para dar paso a la entrada masiva a México y el tránsito libre por su territorio no sólo a decenas de miles de centroamericanos, sino también a africanos, árabes y migrantes ilegales de las más diversas nacionalidades de las cuales el gobierno mexicano ni siquiera tiene ya un registro y un control exacto y preciso.
Es en esa lógica que Trump mandó, primero en privado y ante la inacción ahora en público, la idea de un “cierre total” de su frontera sur, que sería caótica para el intercambio comercial, de personas y de mercancías y productos en la frontera Norte de México. Para la Casa Blanca, ante la eliminación, en los hechos, de la frontera sur mexicana, la única línea de contención para su seguridad nacional y para frenar la migración ilegal que está creciendo a su territorio sería su frontera con México.
¿Estará consciente el gobierno de López Obrador del terrible impacto que tendría para millones de mexicanos que viven en la Frontera Norte un cierre total o parcial de los pasos fronterizos con Estados Unidos? Eso por no hablar de las afectaciones millonarias a la industria exportadora del país y del golpe letal que podrían tener los cierres fronterizos y del golpe letal a la economía y a las exportaciones nacionales si llegara a cumplirse la otra parte de la amenaza de Trump para evitar la entrada en vigor del nuevo Tratado de Libre Comercio.
Veremos si la mano del canciller Marcelo Ebrard, ahora a cargo también de la política migratoria del país, a la que entra como “bombero” para frenar y resolver la crisis que les dejó el gobierno de Peña Nieto y que no pudo manejar la Segob de Sánchez Cordero, puede hacer algo concreto e inmediato que calme la ira electoral de Trump y que evite que se cumplan sus amenazas que le traerían caos e inestabilidad al país y un golpe mortal a la naciente Cuarta Transformación.
Veremos si la mano del canciller Marcelo Ebrard, ahora a cargo también de la política migratoria del país, a la que entra como “bombero” para frenar y resolver la crisis que les dejó el gobierno de Peña Nieto y que no pudo manejar la Segob de Sánchez Cordero, puede hacer algo concreto e inmediato que calme la ira electoral de Trump y que evite que se cumplan sus amenazas que le traerían caos e inestabilidad al país y un golpe mortal a la naciente Cuarta Transformación.
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