El 21 de julio de 2015, David, Margarita y Alfredo Elías fueron privados de la libertad y desaparecidos por policías municipales de Ahome, Sinaloa, tras ser señalados como “sospechosos”, dada su pertenencia a la comunidad gitana de dicha localidad.
Su delito: ir de puerta en puerta, preguntando a las personas si tenían autos viejos que les interesara vender, ya que se ganaban la vida arreglando esos autos y revendiéndolos.
Tres años después de la desaparición, en agosto de 2018, los jóvenes fueron localizados, pero no por las autoridades, sino por sus mismos familiares, en una fosa clandestina, con dos disparos en la cabeza cada uno.
Las víctimas, sin embargo, fueron cuatro, explica Carola, mamá de David, ya que la cónyuge de su hijo, Margarita, tenía entre dos y tres meses de embarazo.
“Aún así la mataron”, lamenta.
En total, en el estado de Sinaloa se tiene detectada la participación de policías municipales de Ahome en al menos once casos de desaparición forzada, destaca el abogado Guillermo Naranjo, integrante de la asociación civil IDHEAS Litigio Estratégico en Derechos Humanos (que da acompañamiento legal a la familia de estos tres jóvenes) y en todos los casos el común denominador es la impunidad.
En el caso de David, Margarita y Alfredo Elías, por ejemplo, se logró identificar a 10 policías municipales implicados en su rapto y desaparición forzada, sin embargo, sólo contra tres de ellos se emitió una orden de aprehensión, pendiente de cumplimiento hasta la fecha, ya que los agentes fueron alertados por sus superiores sobre el intento de captura, lo que les permitió emprender la fuga.
Discriminación y desaparición
En el año 2015, explica el abogado Guillermo Naranjo, el entonces comandante de la Policía Municipal, Gerardo Amarillas Gastélum (asesinado en 2018), convocó a la ciudadanía a que reportara cualquier “alboroto” provocado por “españoles“, como se refieren en dicho municipio a los integrantes de la comunidad gitana, para que dicha corporación se hiciera cargo de ellos.
Este llamado a la ciudadanía, detalla el abogado, se trató de un “acto de criminalización contra la comunidad gitana”, y fue, destaca, el germen de la desaparición forzada que sufrieron los jóvenes David, Margarita y Alfredo Elías.
El mismo día en que ocurrió la desaparición, explica por su parte la señora Carola Marín Yan, “fuimos a todas las unidades donde sabíamos que había policía: fuimos a la Municipal y dijeron que no había reporte; fuimos a la delegación de PGR en Sinaloa, y nos dijeron que no había informes de que hubieran agarrado a los muchachos; fuimos a la Fiscalía del estado, y ahí ni siquiera me quisieron tomar la denuncia”.
Esta actitud omisa de las autoridades motivó a la familias de los tres jóvenes a realizar su propia investigación, a partir de la cual no solo lograron confirmar que David, Margarita y Alfredo Elías habían sido “reportados” por un ciudadano, sino que lograron identificar y contactar a esa persona, quien les contó los hechos.
Según lo narrado por ese ciudadano, explica el abogado Naranjo, “los muchachos llegaron al domicilio (del quejoso), en donde inmediatamente les impiden la entrada y les dicen que se vayan. Pero, además, la persona de ese domicilio llamó a la Policía Municipal de Ahome, para decir que unas personas con apariencia de ‘españoles’ querían entrar a su casa y pidió que los investigaran”.
Según el testimonio de esta persona, la policía efectivamente llegó al lugar, capturó a David, Margarita y Alfredo, a quienes realizaron una revisión física.
Luego, los policías informaron al ciudadano que formuló la queja que los detenidos no tenían ningún elemento que los vinculara a actividades delictivas y por ello, según le informaron los agentes municipales, dejarían ir a los tres jóvenes.
No obstante, luego de eso, David, Margarita y Alfredo Elías fueron desaparecidos.
Impunidad
A raíz de las investigaciones realizadas por la misma familia de los jóvenes, no solo logró identificarse la queja ciudadana que originó su privación de la libertad y desaparición. También logró identificarse a los tres policías que realizaron la detención, y a otros siete con los que trabajaban coordinadamente.
Contra esos tres policías directamente involucrados en los hechos, destaca Carola, se emitieron órdenes de aprehensión.
Respecto a esas órdenes de captura, recuerda Carola, el entonces fiscal general del estado, Antonio Higuera, “me dijo que le fuera a informar a cierto comandante, de nombre Jesús Antonio Aguilar Íñiguez, porque no confiaba en él… eso nos dijo, pero luego, cuál fue mi sorpresa cuando me percaté de que fue a ese comandante al que le encargaron ejecutar las órdenes de captura”.
El resultado, explica Carola, fue que ese comandante avisó a la Policía Municipal de Ahome sobre la intención de capturar a sus tres integrantes, y dicha corporación encubrió su fuga.
Inicialmente, detalla, la Policía Municipal explicó que no podía poner a esos elementos a disposición del Ministerio Público, porque los tres habían iniciado su periodo vacacional, “y a partir de ahí ya no se volvió a saber de esas personas”, las cuales “continúan hasta la fecha dadas de alta como policías municipales de Ahome”, a pesar de estar prófugos.
El hallazgo
En agosto de 2018, tres años después de la desaparición forzada de David, Margarita y Alfredo Elías, una llamada anónima alertó a un colectivo de madres buscadoras sobre la existencia de una fosa clandestina en la región de Los Mochis, Sinaloa, en la cual habían sido sepultados “los tres españoles”.
Las madres buscadoras acudieron al lugar y encontraron siete cadáveres, por lo que dieron parte a las autoridades, para la recuperación de los cuerpos.
A partir de comparaciones de ADN, se pudo confirmar que uno de esos cadáveres era el de Alfredo Elías Bustos, ante lo cual, Carola presionó a las autoridades para que volvieran al lugar, para seguir buscando los restos de su hijo David, y de su nuera Margarita.
“Yo entonces le pedí al Ministerio Público federal que me ayudaran, porque si ahí estaba Alfredo Elías, ahí tenían que estar los otros dos, y me respondió que ya había ido personal a la fosa en dos ocasiones, sin encontrar nada –detalla Carola–. Yo insistí en ir, batallé con la fiscalía, porque no querían darme la ayuda. Llegamos a Mochis, escarbamos ahí donde me dijeron las mamás buscadoras, y ahí encontramos a David y a Marga. Los encontramos, pero sin la ayuda de la autoridad. Ellos nunca hicieron una búsqueda”.
“Lo único que yo pedía era que los buscaran –recuerda Carola–, porque son tres niños los que me desaparecieron. Pero sólo recibí puras promesas, puros papelitos que dicen que sí me atendieron. El gobierno no me ha apoyado. Lo único que hizo el gobierno fue matar a mis tres hijos”.
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