Mientras los analistas de Fitch Ratings anunciaban un recorte a la calificación crediticia de Pemex, su director general, Octavio Romero, se escurría por un túnel en Azcapotzalco. “Estamos en un predio donde podemos observar cinco ductos que transportan combustible desde Tula hasta la Ciudad de México y el Estado de México. Y podemos observar tomas clandestinas”, anunciaba enfundado en un casco mientras en los mercados financieros el peso se depreciaba 0.8% y los bonos de la empresa caían 6.5%
Fitch asesta un golpe a los planes de AMLO para Pemex...
Qué mejor ejemplo de la desconexión que existe entre la nueva administración de Pemex con los mercados, tal y como lo advirtieron los analistas e inversionistas en aquel fatídico roadshow que hicieron los funcionarios de la petrolera mexicana a Nueva York, hace unos días, para presentar un ‘inacabado’ y ‘decepcionante’ plan de negocios.
“Estamos bastante decepcionados por la falta de una estrategia cohesionada y de comunicación entre Pemex y el gobierno”, “se observa una desconexión con la percepción del mercado”, “falta claridad en el programa de financiamiento, en cómo alcanzarán los objetivos de producción y sobre futuras subastas de concesiones”, “el director financiero no mostró entendimiento de la compañía y no impresionó para nada”, “si él es la conexión con las agencias calificadoras, entonces podemos esperar rebajas”.
Las demoledoras críticas de los inversionistas que asistieron a la convocatoria del banco Barclays en Nueva York, en las cuales se anticipó la degradación de las notas de Pemex, debieron haber calado hondo no sólo al secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, sino al presidente Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, su respuesta fue una ‘cachetada’ a los inversionistas: a los días siguientes Morena promovió una iniciativa de ley para fortalecer las atribuciones del director general de Pemex por encima del Consejo de Administración.
Los analistas de Fitch respondieron con la baja de calificaciones y la perspectiva negativa para todas las notas de la petrolera, acompañadas de un mensaje de alerta sobre su gobierno corporativo: “Consideramos que la alta injerencia del gobierno (o sea del Presidente) en la estrategia de la empresa, sus finanzas y su consejo directivo resulta en gobierno corporativo débil”.
Carlos Urzúa y su subsecretario de Hacienda, Arturo Herrera –quien parece el más conectado con la percepción de los mercados–, volvieron a reaccionar tarde, como lo hicieron cuando Ricardo Monreal amagó con darle un zarpazo a las comisiones bancarias. El lunes por la noche enviaron un comunicado con una serie de acciones enfocadas a aligerar la carga tributaria de Pemex, a través del diseño de un nuevo régimen fiscal. Con dicho mecanismo se prevé liberar cerca de 11 mil millones de pesos de recursos para la empresa cada año y sumar un total de 66 mil millones disponibles para invertir en 2024.
Pero la estrategia de contención llegó muy tarde y Fitch le recortó la calificación; además, los bancos de inversión no terminaron de comprarles los cálculos. “El apoyo del gobierno federal a Pemex está lejos de ser una bala de plata; consideramos que las medidas anunciadas son el fin del principio y no el principio del final”, dijeron los analistas de CitiBanamex. Por su parte, Bank of America dijo que el nuevo régimen fiscal es apenas un bálsamo para Pemex, pero se necesita mucho más para aliviar su situación financiera.
Este año Pemex tiene vencimientos de deuda cercanos a 5 mil 400 millones de dólares. Según su director de Finanzas, Alberto Velázquez, no pretenden salir a buscarlos a los mercados, sino echar mano de sus líneas de crédito, lo cual genera mucha incertidumbre a los inversionistas.
Lo cierto es que la administración de Pemex tendrá que ir a los mercados a refinanciar otros de sus pasivos. Con la rebaja que hizo Fitch, deberá hacerlo a un costo más alto. Por lo pronto, el anuncio de ayer ya le costó varios miles de millones de pesos.
La demanda de los inversionistas parece inevitable: tendrán que rodar las cabezas de los directores.
¿Pasarán del intento de ‘rescatar’ a Pemex al autosabotaje?
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