La muerte de Wálter Patricio Artízala Vernaza, Guacho, narcotraficante e insurgente ecuatoriano cerró un capítulo de lazos entre el narcotráfico mexicano —especialmente del Cártel de Sinaloa— con las disidencias de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Guacho murió durante un operativo de las fuerzas colombianas el pasado viernes y su deceso fue anunciado por las autoridades colombianas. Estaba acusado de asesinar a un equipo periodístico del diario El Comercio, de Ecuador. También era disidente de la ex guerrilla comunista de las FARC.
El nexo entre el Cártel de Sinaloa, uno de las más poderosos de México, y Guacho, —excluido de las FARC porque en 2017 rechazó desmovilizarse, desarmarse y plegarse al proceso colombiano de paz en desarrollo y suscrito en 2016— fue ratificado oficialmente a EL UNIVERSAL por la Dirección de Antinarcóticos de la Policía Nacional de Colombia.
A consulta de este diario, la dirección admitió que de los cárteles mexicanos el de Sinaloa es el que más narcoactividad realiza en áreas del suroccidente de Colombia, fronterizas con el norte y el noroccidente de Ecuador, y que su principal aliado fue Guacho, cabecilla del Frente Oliver Sinisterra, grupo armado que opera en esas regiones.
Guacho fue identificado por los gobiernos de Colombia y Ecuador como responsable del asesinato del equipo del periódico ecuatoriano El Comercio, secuestrado el 26 de marzo pasado.
Los detalles del vínculo del Cártel de Sinaloa y Guacho se obtuvieron luego de que el gobierno de Colombia informó a este diario que en junio anterior alertó al Estado mexicano sobre la renovada y numerosa presencia de narcotraficantes de ese país en suelo colombiano.
Entre los más recientes casos que evidenciaron el trabajo coordinado del Cártel de Sinaloa y el grupo de Guacho está el decomiso en Colombia, a finales de junio de este año, de un cargamento de dos toneladas de cocaína. La sustancia estaba lista para ser enviada por mar hacia Guatemala y luego a México, de acuerdo con las autoridades colombianas.
En mayo de este año, 16 mexicanos y un ecuatoriano fueron detenidos en el puerto de Manzanillo, en Colima, con un cargamento de cocaína que fue enviado desde el suroccidental departamento colombiano de Nariño. Ambos sobre el océano Pacífico, Nariño y Colima son piezas claves de un corredor marítimo del narcotráfico, con escalas en Centroamérica.
Persecución. Los vínculos del Cártel de Sinaloa con Guacho se consideran una prolongación de los nexos que mantuvo la mafia mexicana con las FARC durante años.
Las relaciones fueron expuestas en un informe sobre el narcotráfico internacional difundido en marzo pasado por la Universidad del Rosario, uno de los principales centros privados de educación superior de Colombia, y por Insight Crime, ente no estatal de Bogotá que indaga sobre la delincuencia organizada transnacional.
El estudio confirmó que los cárteles mexicanos fueron clientes compradores de cocaína de las FARC, grupo que se alzó en armas desde 1964 hasta que en noviembre de 2016 firmó un pacto de paz con el gobierno colombiano de Juan Manuel Santos con la promesa de retirarse de la narcoactividad, y que en el segundo semestre de 2017 pasó a convertirse en un partido político legal.
El gobierno de Colombia y las FARC, ahora como partido político, reconocieron que al menos unos 800 elementos de la insurgencia se negaron a incorporarse a la pacificación. La jerarquía de las FARC negó estar involucrada en el narcotráfico. Uno de los que renegó del proceso de paz fue Guacho.
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