Olvidadas “narcoabuelas” costarricenses se acercan a su muerte en una cárcel para mujeres de Costa Rica y exhiben a familias que, al involucrarse completas en el narcotráfico, se desintegraron a la fuerza: sus integrantes cayeron presos y, esparcidos en prisiones, también purgan penas por contrabando de drogas.
Famosos “narcoabuelos” colombianos, guatemaltecos y hondureños que construyeron emporios criminales y económicos en Colombia, Guatemala y Honduras en la narcoactividad se aproximan al final de sus vidas en prisiones de Estados Unidos… lejos de hijos y nietos de ambos sexos.
Pero en la criminalidad no siempre se llega a ser abuela o abuelo, cuyo día en México se festejó ayer. Un principio de las maras o pandillas Salvatrucha y 18 que operan en México, Guatemala, El Salvador, Honduras, EU y Europa y son redes del crimen organizado transnacional de extorsiones, narcotráfico, sicariato, robos o trata de personas, advierte que ninguno de sus miembros o sólo un puñado —quizás unas decenas— sobrepasará los 40 años.
A algunos mareros de 40 a 45 o menos se les dice abuelos: son figuras excepcionales en una sangrienta tarea en la que la muerte es compañera permanente de viaje y una mayoría perece sin llegar a los 25, en tiroteos con las fuerzas de seguridad o en vendettas con maras rivales.
“En las pandillas, y por su edad, llaman ‘abuelos’ a los que ahora tienen 40 o 45 años y están en prisión”, explicó la socióloga guatemalteca Carmen Rosa de León, directora ejecutiva del (no estatal) Instituto de Enseñanza para el Desarrollo Sostenible de Guatemala (IEPADES).
“Las pandillas reconocen su vinculación con los ‘abuelos’. Para su manutención en el sistema penitenciario están los operativos de extorsión [para obtener recursos financieros] para pagar abogados y que ellos sobrevivan en el penal y enfrenten sus gastos”, dijo De León a EL UNIVERSAL.
En el mundo del narcotráfico, la situación es distinta. “Hay familias tradicionales involucradas en el narcotráfico”, recordó, al señalar que clanes familiares controlan hace unos 30 años el negocio ilícito en Guatemala: los Mendoza en Petén (norte) e Izabal (nororiente), mientras los Navarijo en San Marcos (suroccidente) y Huehuetenango (noroccidente), y los Lorenzana en Zacapa (oriente) e Izabal (nororiente).
“Casi todas esas familias crecieron asociadas al Cártel de Sinaloa, que es el cártel mexicano con más tradición y, por tradición, esas familias han estado trabajando con ese cártel y pasando el mando de padres a hijos. Ahí si hay personas mayores, abuelos”, agregó. Un abuelo todavía vivo es el mexicano Ismael Mario Zambada García, alias El Mayo y líder histórico del Cártel de Sinaloa, uno de los más poderosos y temibles de México por su proyección en América, Europa, Asia y África.
De El Mayo, por lo que él mismo contó en 2010, que tiene a su esposa, “cinco mujeres, 15 nietos y un bisnieto”. Sin datos actualizados sobre el crecimiento de la familia de El Mayo en los siguientes 12 años, informes extraoficiales sobre el poderoso narcotraficante precisaron que aparentemente tendría 11 hijos, cinco hombres y seis mujeres. Un nieto, presuntamente identificado como Dwayne, fue mencionado en 2020 como parte del Cártel de Sinaloa.
Otra familia criminal longeva es la del mexicano-estadounidense Juan Nepomuceno Guerra Cárdenas. Nacido en 1915 en Texas, alias Don Juan o El Padrino de Matamoros y fundador del Cártel del Golfo, que operó en el noreste de México y en la frontera con EU, Guerra murió en libertad y por causas naturales en 2001 y dejó al menos tres hijos de su matrimonio, en la década de 1940, con la artista mexicana Gloria Landeros. Don Juan se involucró en 1929 en una red de contrabando de licores a EU, al aprovechar una ley estadounidense que, a partir de 1920, prohibió fabricar, transportar, importar, exportar y vender licores. La ley fue abolida en 1933 y Guerra se insertó en el tráfico de marihuana y heroína a Estados Unidos y se convirtió en el líder de una estructura criminal y de corrupción política. De su faceta de padre y abuelo casi no hay noticias.
El mexicano-estadounidense Juan García Ábrego, sobrino de Don Juan, asumió en el decenio de 1980 el mando del Cártel del Golfo y lo introdujo en el tráfico de cocaína de Colombia a México y EU para consolidarlo como una de las más poderosas mafias de la zona. García tiene una hija, identificada como Ángela H. Ábrego; se desconoce si hay otros descendientes.
Detenido en 1996 en México y extraditado ese año a EU, García fue condenado a 11 cadenas perpetuas por narcotráfico por la justicia estadounidense. Ya con 77 años, las expectativas de que recupere la libertad parecen prácticamente nulas.
Un personaje que, de estar vivo, sería abuelo, es el narcotraficante mexicano Amado Carrillo Fuentes, jefe del Cártel de Juárez, en el norte de México, y alias El Señor de los Cielos. Con 40 años cumplidos en 1996, Carrillo habría fallecido en julio de 1997 en la capital mexicana tras una cirugía de cambio de rostro: su desaparición física todavía sigue siendo puesta en duda en múltiples ámbitos políticos, policiales y judiciales dentro y fuera de México.
Bajo la falsa identidad de Jorge Torres o Jorge Venegas, Carrillo huyó a Chile a mediados del decenio de 1990 y, según recuentos extraoficiales, tuvo tres hijos con varias mujeres en ese país. De esos descendientes existen datos imprecisos sobre una hija: Carolina.
Pero la realidad es que, más allá de cualquier leyenda, Carrillo habría dejado unos 28 hijos con sus respectivas supuestas viudas y sólo una esposa. El número de nietos es un misterio.
Herencia fatal
El narcotraficante colombiano Pablo Emilio Escobar Gaviria, alias Don Pablo y El Patrón y jefe del Cártel de Medellín (la más fuerte mafia del contrabando de drogas en Colombia de 1976 a 1993), cayó abatido en diciembre de 1993 en un choque a balazos con policías de su país y nunca llegó a ser abuelo. Tras el deceso de Escobar, ocurrido en el techo de una casa en un barrio de Medellín, capital del noroccidental departamento (estado) colombiano de Antioquia, su esposa, Victoria Eugenia Henao Vallejo, y sus hijos, Juan Pablo y Manuela, migraron a Argentina para tratar de vivir en la privacidad.
Juan Pablo y Manuela pasaron a llamarse Juan Sebastián y Juana Manuela Marroquín Santos. Arquitecto, escritor y promotor de la paz, el hijo del más famoso narcotraficante colombiano del siglo XX bautizó a su hijo con una parte de una identidad que recuerda a su fallecido padre: Juan Emilio.
De la hija, con 9 años cuando su padre falleció (nació en 1984), y ahora con 28, sólo hay silencio. El hijo, con 45 (nació en 1977), se afianzó como nueva imagen de una familia marcada para siempre por el tenebroso pasado que Escobar edificó.
El Cártel de Medellín llegó a controlar más de 80% del tráfico de cocaína de Colombia a EU, vía México, Centroamérica, Cuba, Haití, Jamaica y otras posiciones en el Caribe y algunos de sus líderes perecieron a balazos, como el colombiano José Gonzalo Rodríguez Gacha, alias El Mexicano, en 1989 con 42 años.
De Rodríguez trascendió que tuvo siete hijos, uno de los cuales —Freddy Gonzalo— fue abatido en la misma operación policial-militar en la que cayó su padre. A los demás descendientes —hijos y nietos— los cubrió el silencio del tiempo.
Lejos de los suyos
Lejos de sus descendientes, el colombiano Gilberto Rodríguez Orejuela, alias El Ajedrecista y uno de los capos del Cártel de Cali, que operó de 1975 a 1995 en el suroccidental departamento colombiano de Valle del Cauca y compitió con el de Medellín, murió el pasado 31 de mayo, con 83 años, en un hospital de EU por una afección cardíaca. Rodríguez fue extraditado en 2004 a EU, donde recibió una sentencia a 30 años de cárcel por narcotráfico y delitos afines. Casado tres veces, tampoco se pudo establecer el número de nietos de sus siete hijos.
Al igual que El Ajedrecista, su hermano, Miguel, alias El Señor, con ocho hijos de cuatro relaciones sentimentales y ahora con 78 años, parece esperar el desenlace de su vida en una cárcel de EU, a donde fue extraditado en 2005 para ser condenado a 30 años de prisión por narcotráfico y delitos paralelos.
El hondureño Juan Ramón Matta Ballesteros, alias El Negro, de 77 años, tres hijos y enlace del Cártel de Medellín con el desaparecido Cártel de Guadalajara, que funcionó de 1978 a 1989 desde el occidente de México, descuenta varias condenas a cadena perpetua en Estados Unidos.
Nacido en 1940 en Guatemala, el guatemalteco Waldemar Lorenzana Lima, alias El Patriarca y jerarca del Cártel de los Lorenzana, que se desplegó desde el decenio de 1990 en el oriente y nororiente de ese país en asocio con el Cártel de Sinaloa, murió el 1 de marzo de 2021 en Estados Unidos mientras purgaba 23 años por tráfico de drogas, pues en 2014 fue extraditado a ese país.
Lorenzana pereció con 82 años y tuvo al menos cinco hijos, de los que cuatro fueron extraditados a EU por narcotráfico. En marzo anterior, un nieto —Hans Broiner Lemus Lorenzana— fue acribillado a balazos en un restaurante del oriente de Guatemala en un lío por drogas.
Ya sea confinados en cárceles de Estados Unidos, Guatemala o Costa Rica, abuelos y abuelas cierran sus vidas con escasos contactos con sus parientes, en especial con sus nietos.
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