Aunque hasta el momento el Cártel de Sinaloa parece resistir los embates del de Jalisco en el Triángulo Dorado del narco, la organización del Chapo y El Mayo ha sufrido bajas y serias divisiones internas. Así, cuando el gobierno de Estados Unidos se lanza contra los hijos del Chapo Guzmán, los sinaloenses parecen suspender sus pugnas internas para concentrarse en tomar el control de Zacatecas, Aguascalientes y San Luis Potosí. En esa ofensiva tienen el papel principal los Cabrera, grupo liderado por los hermanos Cabrera Sarabia.
Los esfuerzos del Cártel de Sinaloa por impedir la entrada del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) a Durango estuvieron a punto de romper la “paz narca” que en los últimos 10 años se ha mantenido en esta parte del Triángulo Dorado del narcotráfico, desde que los hermanos Cabrera Sarabia fueron enviados por Ismael El Mayo Zambada para extinguir a los Núñez o Los Ms, fracción del Cártel de Sinaloa que en 2010 “calentó” la plaza con cerca de medio millar de secuestros, desapariciones y asesinatos.
Este 2021, en su afán de mantener blindados Durango y Coahuila, surgió el “Gpo. Flechas. Operativa MZ”, del Mayo Zambada, bajo el mando de José Luis Cabrera Sarabia. Su objetivo: desplazar al CJNG de Zacatecas y tomar el control de Aguascalientes y San Luis Potosí, actualmente en disputa.
Para lograrlo, en Sinaloa Los Chapitos, el grupo de los hijos del Chapo Guzmán Loera y el del Mayo Zambada hicieron una “tregua” en la guerra que se desató cuando éste se negó a rescatar a Ovidio Guzmán de las manos del Ejército en 2019. Los Chapitos también dejaron en suspenso las disputas que posteriormente entablaron con El Russo, leal a Zambada.
Todo esto coincide con que el gobierno de Estados Unidos ofreció 5 millones de dólares como recompensa a quien dé informes útiles para detener a los hijos de Guzmán Loera. El anuncio ocasionó la molestia del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien declaró que esa detención es asunto de México y no permitirá la entrada de agentes estadunidenses para ese fin.
En 2010, cuando los Cabrera Sarabia llegaron a bajar el nivel de violencia en Durango, también Coahuila y la Comarca Lagunera estaban en focos rojos por la disputa entre el Cártel del Golfo, Los Zetas y los Beltrán Leyva por el control de las zonas. Una década después, el Cártel del Pacífico mantiene su dominio en esas entidades, de Sinaloa y municipios sureños de Chihuahua, a pesar de que en estos últimos estallaron conflictos internos entre células rivales de Los Salazar y Los Salgueiro.
Además de mantener la zona serrana del Triángulo Dorado –tradicional productora de mariguana y amapola– blindada contra otros cárteles, el Cártel del Pacífico ahora intenta consolidarse en Zacatecas, donde la violencia de su pugna con el CJNG rebasó a la Guardia Nacional.
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