En 1999, una patóloga del zoo del Bronx se encontró varios cuervos muertos a la entrada del parque. Poco después comenzaron a morir flamencos y otras aves dentro del recinto, todos con extrañas hemorragias cerebrales. Casi al mismo tiempo, la ciudad de Nueva York detectó un número inusitado de urgencias por inflamaciones cerebrales entre humanos. Murieron siete personas. Nadie tenía claro qué los había matado.
El médico y epidemiólogo Ian Lipkin fue uno de los primeros en identificar al culpable gracias al análisis genético. Era el virus del Nilo Occidental, un patógeno originado en África e importado a América, probablemente a través del tráfico ilegal de animales.
Desde entonces, Lipkin se ha convertido en uno de los mayores cazadores de virus del planeta —ha descubierto más de 1.500—, incluido otro patógeno misterioso que mató a cuatro personas en una cadena de contagios relacionados con trasplantes de órganos en Suráfrica.
Lipkin dirige el Centro de Infección e Inmunidad de la Universidad de Columbia, a donde siguen llegando muestras de animales y humanos de todo el mundo para su análisis. En 2002 fue elegido por el Gobierno chino como asesor para contener a un coronavirus preocupante que mató a casi 800 personas, el SARS, para el que desarrolló el primer test de detección. En 2012 fue requerido por Arabia Saudí y ayudó a identificar el animal del que había salido el segundo coronavirus preocupante por su letalidad: el MERS de 2012 que saltó de camellos a humanos. Desde enero colabora de nuevo con las autoridades chinas en la investigación del SARS-CoV-2 para desarrollar mejores test de detección del virus.
Pregunta. ¿En qué trabaja actualmente?
Respuesta. Durante muchos años he investigado nuevas formas de detectar infecciones y entender la forma en la que los agentes infecciosos causan enfermedad. Ahora trabajo con un ingeniero de Columbia que crea circuitos sobre los que se imprimen moléculas: proteínas o ADN, por ejemplo. Si el SARS-CoV-2 u otro virus está presente en el detector, estas moléculas se unirán a él y mandarán una señal de positivo. Lo más interesante es que esto permite identificar además otros virus que pueden producir los mismos síntomas que el SARS-CoV-2. Es un test múltiple. Es el futuro.
P. ¿Qué moléculas utiliza para detectar los virus?
R. Anticuerpos de llamas. Los camélidos no solo producen los anticuerpos convencionales como los de otros mamíferos, sino también otros mucho más pequeños, de cadena simple. Estos son muy efectivos uniéndose a los virus. En teoría el test podría funcionar con muestras de saliva, sangre e incluso aerosoles, algo clave ahora que estamos pensando en reabrir teatros, salas de conciertos y otros espacios públicos. Esperamos tener los primeros prototipos en enero.
P. ¿Cuándo cree que terminará esta pandemia?
R. Vamos a vivir el resto de nuestras vidas con este virus; no va a desaparecer. Habrá que vacunar a los recién nacidos para siempre y probablemente tengamos que dar dosis adicionales de recuerdo a los ya vacunados. Va a ser un problema recurrente. No creo que la vida vuelva a ser del todo normal.
“Los datos de las vacunas basadas en ARN mensajero de Moderna y Pfizer son asombrosos”
P. ¿Ni siquiera si eliminamos a todos los posibles reservorios animales?
R. Compárelo con la viruela, la única enfermedad infecciosa erradicada. No tiene reservorio animal y todos los infectados sufren enfermedad. En esta ocasión no se cumple ninguna de estas dos cosas. Hay transmisión asintomática o presintomática y además existen muchos animales por todo el mundo que se van a convertir en reservorios de este virus. Murciélagos, mustélidos, tal vez otros. Una vez comencemos a vacunar de forma masiva los niveles de infección bajarán drásticamente. Estas vacunas más la inmunidad asociada a la infección real hará que a partir de 2022 vamos a ver una reducción dramática de las muertes. Pero el SARS-CoV-2 no desaparecerá y habrá que seguir vigilando.
P. ¿Qué opina de los últimos resultados de eficacia de las vacunas?
R. Los datos de las vacunas basadas en ARN mensajero de Moderna y Pfizer son asombrosos. Estoy seguro de que estas vacunas también van a reducir la cantidad de virus que genera una persona infectada y también reducirán el tiempo que una persona emite virus contagiosos. Y podremos distribuir estas vacunas en la mayoría de Europa y EE UU. Pero llevarlas a los países en desarrollo será un reto abrumador. En estas zonas necesitamos vacunas que no necesiten frío.
P. ¿Nos permitirán estas vacunas volver a la normalidad?
R. La única forma de volver a la normalidad es alcanzar la inmunidad de grupo global. Para ello entre el 60% y el 80% de la población mundial debe ser inmune. La covid requiere soluciones globales y es esperanzador ver que el G20 se comprometiera con un programa de vacunación global, en lugar de perseguir soluciones nacionales. Yo no creo que vayamos a volver a la normalidad anterior a la pandemia de la misma forma que no volvimos a la normalidad anterior tras el 11-S. La covid nos ha mostrado nuestra vulnerabilidad a virus emergentes, pero también ha demostrado nuestra capacidad de responder con ciencia, compasión y un objetivo común.
“El remdesivir no es un buen fármaco y probablemente no vale su precio”
P. ¿Cómo cree que este virus se convirtió en pandemia?
R. Lo único que podemos decir con seguridad es que nadie, ningún humano, ha creado este virus de forma deliberada. Más allá, nadie sabe cómo sucedió. China va a invertir mucho dinero en analizar animales salvajes. En 2012, cuando fuimos a buscar el origen del MERS, empezamos a mirar en murciélagos porque el virus más parecido a este que se conocía se halló en estos animales. Pero el paciente cero del MERS tenía cuatro camellos y entonces empezamos a mirar a estos animales. Encontramos que tenían anticuerpos. Nos pusimos a estudiar camellos en prácticamente toda la península arábiga y vimos que el 75% de todos los camellos tenían anticuerpos. Fuimos a bancos de sangre de camello y vimos que este virus había estado circulando por lo menos 10 años. Probablemente hubo casos de MERS en humanos que nadie supo ver.
P. ¿Se pueden mejorar nuestros sistemas de vigilancia ante nuevos virus?
R. Mi equipo ha estimado que, como poco, hay unos 320.000 virus desconocidos que pueden infectar a los mamíferos. Otras estimaciones hablan de un millón. En EE UU se barajó un proyecto de cooperación internacional que iba a dedicar unos 6.000 millones de dólares en caracterizar todos estos virus. El problema de este enfoque es que encontrar uno de estos virus no te dice si podrá infectar a los humanos o no. Debido a los recursos limitados, ¿es esta la mejor forma de gastar el dinero? Yo creo que hay otras formas. Por ejemplo, hay zoos por todo el mundo. Cada patógeno nuevo que llegue puede infiltrarse en los zoos. Puede que mueran algunos animales y estudiarlos nos daría muchas pistas. Lo mismo se puede hacer con animales salvajes muertos y también domésticos. Pueden ser el termómetro de que un virus nuevo está circulando. Caracterizar estos brotes es más sencillo que buscar al virus en sí.
P. ¿Hay más formas de llegar antes?
R. Antes de que una epidemia estalle, el virus circula por un periodo de tiempo de forma silenciosa. Es lo que pasó con el VIH en los años 40. Lo mismo pasará con el SARS-CoV-2. Cuando tengamos la tecnología adecuada basada en anticuerpos, posiblemente veamos que había gente infectada mucho antes de que se detectase en Wuhan en diciembre. Podrían ser incluso años antes. Una forma de detectar esto es usando bancos de sangre; hacer ensayos serológicos. Otra forma es hacer más autopsias. Se hacen poquísimas porque es caro y por lo general no son muy útiles. Pero si podemos encontrar la forma de hacer una autopsia rápida basada en serología podríamos saber muchísimo más de lo que sabemos sobre este y otros virus.
“Hay ventajas y desventajas de las dictaduras, pero en salud pública claramente la política es mucho más consistente”
P. También estudia el uso de plasma de personas curadas como tratamiento ¿Hay resultados?
R. Tenemos un estudio con unos 200 pacientes que reciben o plasma inmune o plasma normal. Son pacientes graves. Luego tenemos otro ensayo con gente con síntomas muy leves. Creemos que es en estos casos donde esta intervención funcionará mejor: impides que la infección se disemine y descartas la posibilidad de que el propio sistema inmune reaccione de forma exagerada y cause covid grave.
P. ¿Qué opina del remdesivir, el primer fármaco aprobado contra la covid a un precio de 2.000 euros?
R. Tiene un efecto muy modesto. Acorta la hospitalización, pero no reduce la mortalidad. No es un buen fármaco. Probablemente no vale su precio. Pero la gente lo va a tomar porque ha sido aprobado. Es posible que al igual que los anticuerpos monoclonales y el plasma, este solo funcione en las etapas iniciales de la enfermedad. Una vez el virus se ha expandido por todo el cuerpo es demasiado tarde. En esto será más importante controlar la respuesta inmune con esteroides y usar anticoagulantes.
P. Colabora desde hace años con China y estuvo allí en febrero. ¿Cree que realmente han contenido al virus?
R. Sí. En China, si el Gobierno decide hacer algo, se hace. No es como en España o Estados Unidos donde puede haber debate sobre los confinamientos y cierres. Todo el mundo obedece. Hay ventajas y desventajas de las dictaduras, pero en salud pública claramente la política es mucho más consistente. En comparación, la UE y EE UU deberían tener políticas más consistentes.
P. En 2011 fue asesor científico de Contagio, una película que narraba cómo un virus pandémico se apoderaba del mundo. ¿Le sorprende el parecido con la realidad?
R. No estoy sorprendido por la precisión de lo que contó la película porque nos basamos en nuestra experiencia durante los brotes del virus occidental, del SARS, del ébola, del estado en el que se encontraban los programas de vigilancia biológica de nuevos virus emergentes y en cómo estaban evolucionando las redes sociales.
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