Tras ser aprehendido por la tortura y el asesinato del agente de la DEA, Enrique "Kikí" Camarena, Caro Quintero, como se sabe, pasó 28 años en prisión. Cuando nadie pensaba en él, fue liberado la medianoche del 8 de agosto de 2013, gracias a un amparo firmado por Rosalía Moreno, Lucio Lira y José Félix Dávalos, del Tribunal Colegiado en Materia Penal del Tercer Circuito del Estado de Jalisco. Los magistrados alegaron que el narcotraficante no debió ser juzgado en un tribunal federal, sino en uno local.
Antes de que la PGR tuviera tiempo de reaccionar, Caro abordó una camioneta oscura y desapareció. Aunque pronto mandó decir en una entrevista que estaba retirado del negocio, y pidió que lo dejaran en paz, habían llegado y siguieron llegando señales que indicaban que el narco al que todos daban por muerto se hallaba en realidad vivito, coleando y operando como en sus viejos días de gloria.
Durante las casi tres décadas que pasó en la cárcel, la fortuna de Caro no hizo sino crecer. Sus cómplices siguieron operando las minas, los hoteles, los restaurantes, las tiendas de ropa, las concesionarias de autos, los gimnasios, las inmobiliarias boyantes que conforman su imperio.
Según investigaciones de carácter federal, el célebre propietario del rancho El Búfalo mantuvo vivos sus intereses en Jalisco y Sinaloa, y conservó el control de un territorio que en términos criminales le perteneció desde siempre: el estado de Sonora.
En marzo de este año, la DEA solicitó a México el congelamiento de mil 939 presuntamente cuentas relacionadas con el Cártel Jalisco Nueva Generación. La acción fue parte del operativo “Agave Azul”. Ese mes, el Departamento de Justicia anunció el arresto a gran escala, en suelo estadounidense, de más de 600 personas ligadas a la organización del Mencho. A lo largo de seis meses, la DEA había operado “importantes incautaciones de dinero y drogas”.
Al mismo tiempo, el Cártel Jalisco se enfrentaba en diversos campos de batalla con los hijos del Chapo y El Mayo Zambada. Las guerras de estos grupos criminales llevaron a México a las cifras de violencia más altas jamás registradas.
Como parte de la embestida del gobierno de Estados Unidos contra El Mencho se instalaron espectaculares en autopistas de Estados Unidos que ofrecían diez millones de dólares por informes que llevaran a su captura.
De pronto, Estados Unidos perdió interés en "El Mencho". Su atención se centró sobre todo en la organización de Rafael Caro Quintero.
¿Por qué? La DEA y el gobierno de México detectaron que Caro se había convertido en punta de lanza de la organización del Mencho: a través de alianzas movía piezas en Sonora, donde su presencia es apabullante, así como en Chihuahua y en regiones de Baja California.
Según reportes de inteligencia, el Cártel Jalisco proporcionó a las células manejadas por el narcotraficante sinaloense, armas, sicarios, dinero, vehículos. Caro Quintero garantiza, en cambio, paso libre a la frontera y protección de autoridades. Una cantidad importante de narcolaboratorios operados en beneficio del CJNG fue desmantelada en los últimos meses. ¿Qué nivel de penetración tiene hoy Caro Quintero?
Su irrupción en lo alto de la lista de la DEA revela que de momento su grupo ha sido detectado como una amenaza más importante que la que representa "El Mencho".
Fuentes del gobierno mexicano aseguran que esa conversación no existió. Que lo que se puso sobre la mesa fueron las cerca de 20 extradiciones concedidas cada año por el gobierno mexicano, en contra de la detención, “sin agua va”, del exjefe del Ejército nacional: que se amenazó con replantear los convenios de cooperación binacional y la pérdida de confianza de las instituciones de seguridad.
En medio del oscuro ajedrez, Caro Quintero, como en los viejos tiempos, vuelve a acaparar la atención de la DEA.
Fuente.-Hector de Mauleon/
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