Los últimos pactos en la carrera por la dirigencia de Morena colocan a Bertha Luján y a Mario Delgado a la delantera, mientras que el escándalo de Yeidckol Polevnsky, a quien Peña Nieto condonó 16 millones de pesos de impuestos, disminuye su posibilidad de reelegirse. Al tiempo, Alejandro Rojas Díaz Durán podría convertirse en factor clave durante la elección del nuevo dirigente de Morena, programada para noviembre.
Los cercanos a Delgado Carrillo aseguran que siguen contando con el apoyo de Andrés Manuel López Obrador, pero en el entorno de Luján Uranga responden con optimismo que han recibido “avisos de respaldo” de varias mujeres cercanas al presidente de México.
Desde San Lázaro informan que el colimense recibió desde Palacio Nacional “una instrucción” para inscribirse en la contienda por la dirigencia de Morena, tanto que en los últimos días el coordinador de los diputados morenistas ha insistido en que, si no se elige al presidente del partido por encuesta, como propuso AMLO, “será el principio del fin de Morena”.
Visto así la cosa parecería estar cantada, pero en el otro extremo de la contienda han aparecido señales de que varias secretarias de Estado –entre las que están su propia hija Luisa María Alcalde Luján (Trabajo) y Rocío Nahle García (Energía)– forman parte del grupo de mujeres fundadoras del partido que apoyan a la aún Presidenta del Consejo Nacional de Morena.
De acuerdo a esta versión, la chihuahuense Luján habría dejado atrás los enconos con Yeidkol Polevnsky, actual presidenta del partido, para que la menos aventajada apoyara a la que tuviera más posibilidades de enfrentar a Delgado, a quien no sólo se le ve como el candidato de AMLO, sino también como el abanderado del senador Ricardo Monreal.
Una pieza clave en este ajedrez es el cuarto aspirante a la dirigencia, Alejandro Rojas Díaz Durán, quien además de ser el senador suplente de Monreal mantiene lazos con Marcelo Ebrard desde finales de los años noventa, cuando fundaron –con Manuel Camacho Solís– el Partido del Centro Democrático (PCD). Nos comentan que las habilidades de negociación del politólogo chilango podrían aceitar los acuerdos entre los aspirantes.
Además del apoyo explícito de Monreal (“es un peso completo para dirigir a Morena”), Delgado ha recibido el respaldo del gobernador de Tabasco, Adan Augusto López, y cuenta con amplias simpatías entre los diputados y senadores de su partido.
Mario Delgado creció al amparo de Marcelo Ebrard, fue su secretario de Finanzas en el Distrito Federal, quiso ser el sucesor, pero la popularidad no le dio, así que el jefe de gobierno optó por Miguel Ángel Mancera en 2012 y como premio de consolación le tocó una senaduría. Luego brincó de la bancada perredista a la nueva fuerza política de Morena.
El diputado federal nunca había tenido tanto poder político hasta que aterrizó en la coordinación del grupo parlamentario, y parece que en su radar no estaba ser el líder nacional de Morena, hasta que recibió “la instrucción” desde Palacio Nacional.
Pero los apoyadores del diputado han dejado de lado la cercanía e influencia de un grupo de mujeres que tienen posiciones clave en el gabinete y que, sobre todo, tienen el control de la nomenklatura de Morena. Ellas han estado en el entorno del tabasqueño por muchos años, le son leales y tienen un lazo afectivo muy fuerte. Quienes se reconocen como morenos de primera generación, están con ella, y saben que López Obrador no desampararía a quien fuera su contralora en el gobierno del Distrito Federal.
Desde la oposición y ahora en el poder, López Obrador ha dejado claro que protege a los suyos, por eso muchos repiten que difícilmente expondría a Luján a una derrota sin tener preparado un buen premio de consolación.
Fuente.-@emeequis
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