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domingo, 21 de julio de 2019

LOS 1,000 COMPLICES del "CHAPO" y solo el PRESO...el gobierno que le servia termino por no servir.

Había sido un sábado apacible, aunque caluroso. Pero la noche del 11 de julio de 2015 Tomás Zerón, director de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) de la PGR, se alteró cuando recibió una llamada de emergencia a su teléfono celular.
"¡Que los detengan a todos, desde el director hasta el último afanador; nadie sale del penal!", ordenó, casi gritó, tras escuchar el informe que le hacían llegar. De inmediato se sintió ridículo al recordar que la misma instrucción, bajo circunstancias idénticas, había sido girada en enero de 2001 por Alejandro Gertz Manero, secretario de Seguridad Pública del presidente Fox, sin ningún resultado práctico.
Sí, Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, el Chapo, se había vuelto a fugar, por tercera vez desde mayo de 1993. Por segunda ocasión en 14 años, desde un penal federal "de máxima seguridad", completó con ironía Zerón la frase de uso general, en medio de una mueca amarga.
Horas después, instalado en el penal del Altiplano, escenario de la evasión de Guzmán, Zerón terminaba una primera inspección de la celda de donde Guzmán había escapado. Se enteraba, por testimonios recogidos, sobre alertas, en las semanas previas, pidiendo cambiar al reo de área ante versiones de una fuga. Todas habían sido ignoradas.
Supo que durante los días anteriores a la evasión era imposible no escuchar el ruido de martillos y barrenos provenientes del subsuelo. Las carcajadas que despertaban esos trabajos en las celdas vecinas, desde donde incluso había quejas porque el traqueteo de herramientas impedía a otros reos conciliar el sueño. No dejó de llamarle la atención el escaso grosor que exhibía el piso en el área del boquete por donde se había evadido el narcotraficante. Recordaba haber leído textos que describían a ese penal con suelo de concreto armado, de varios metros de espesor y con sensores para registrar movimientos subterráneos.
Recibió el informe inverosímil de que nadie se dio por enterado de la fuga hasta casi después de 20 minutos de que la misma se hubiera producido.
El Chapo Guzmán había utilizado esos minutos de margen para descender por un espacio abierto con equipo especializado, presuntamente desde debajo del piso de la regadera de su celda, hasta un túnel de 1 500 metros de largo, que había recorrido a bordo de un vehículo similar a una motocicleta improvisada sobre rieles. Así logró alcanzar una construcción abandonada donde por meses había laborado un equipo sin ser descubierto por autoridades. El famoso narcotraficante abordó un automóvil que lo trasladó a una avioneta en la que viajó a un destino en ese momento desconocido. Según calculó Zerón, cuando el primer guardia entró a inspeccionar la celda vacía del capo, éste se hallaba ya a varios kilómetros de la zona.
Zerón estimó, igualmente, que al menos una veintena de personas debió haber estado previamente enterada directamente de lo que ahí estaba por ocurrir, entre custodios, vigilantes asignados por la Policía Federal dotados de un monitor conectado las 24 horas sobre la celda del narcotraficante. También, empleados del Cisen cuya única tarea era reportar cualquier anomalía en torno al conocido mafioso. Jefes de vigilancia, supervisores, directivos, funcionarios de la Secretaría de Gobernación responsables del sistema penitenciario... Su recuento mental se detuvo en el nombre del titular de la CNS, Monte Alejandro Rubido, que entre sus tareas contaba el control de los penales federales.
"A estas horas debe andar borracho", dijo el jefe de la AIC, según confió a este autor uno de los colaboradores que lo acompañó durante la inspección.
Pero la cabeza del sistema de seguridad del país no era otro que el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
"Si se sabe lo que ocurrió aquí, Osorio se jodió... ni Gobernación, ni candidatura, ni nada", expresó Zerón a sus colaboradores.
Cerró su libreta y con un gesto de fastidio dispuso que todos se retiraran.
"Que otro pendejo escriba el reporte oficial", indicó como anticipo de que nada de lo ahí visto y escuchado saldría de su escritorio.
En esos mismos momentos, a miles de kilómetros de distancia, en vuelo hacia una visita de estado en Francia, el presidente Enrique Peña Nieto acababa de recibir una llamada telefónica de Osorio Chong, quien se hallaba en Londres y planeaba tomar un vuelo hacia París para acompañar al mandatario en una jornada que se anticipaba luminosa.
Peña Nieto decidió continuar con la agenda oficial de la visita, pero ordenó a Osorio Chong regresar de inmediato a Méxicopara coordinar las tareas de búsqueda y posible reaprehensión del Chapo, como lo diría horas después durante un mensaje televisado en México.
Trece años había permanecido evadido Guzmán Loera luego de fugarse en enero de 2001, en las primeras semanas del gobierno del panista Vicente Fox, desde el penal de alta seguridad de Puente Grande, en Jalisco. Como en aquella ocasión, la fecha para esta nueva fuga parecía haber sido calculada por alguien con el ánimo aparente de tener mayor impacto, fuera político o, simplemente, mediático, popular.
"Querida amiga, consigue a Coppola"
Esta última hipótesis —la búsqueda de fama pública— pareció confirmarse pocos días después de la evasión de Guzmán, cuando el sistema de inteligencia estadounidense reveló a sus pares del gobierno de México haber interceptado comunicaciones entre el narcotraficante (que había vuelto a ser el criminal más buscado del mundo) y la actriz mexicana Kate del Castillo.
De acuerdo con los mensajes detectados, ambos personajes mantuvieron algún tipo de contacto, generado inicialmente por el capo, desde meses posteriores a que, en 2012, la señora Del Castillo difundiera una carta dirigida a él en la que le decía: "Señor Chapo, ¿no estaría padre que empezara a traficar con el bien?" La actriz había salido meses antes de un relativo anonimato tras protagonizar una serie basada en La Reina del Sur, la novela del escritor y periodistaespañol Arturo Pérez Reverte que describe las aventuras de una mujer narcotraficante con origen en Sinaloa cuyo poder se extiende a otras regiones del mundo.
Del Castillo y Guzmán Loera habían seguido en contacto tras la fuga de éste en 2015 e incluso tuvieron al menos una reunión mientras él se hallaba en la clandestinidad, en octubre de ese año, en la serranía de Sinaloa.
Según reportes de inteligencia compartidos con el autor, la actriz le mostró a Guzmán un video en donde aparece en la región de Arandas, Jalisco, visitando una destilería como presunta dueña de una marca de tequila denominada Honor del Castillo, en aparente alusión a su apellido. En el video, ella elogia el proyecto y establece: "Yo no tuve hijos [pero] este es mi hijo".
Los investigadores, tanto de México como de Estados Unidos, asumieron que la artista mexicana había solicitado al capo fondos para apuntalar su proyecto tequilero, pero pese a las pesquisas desarrolladas, no pudieron encontrar dinero irregular en las cuentas de la señora Del Castillo.
De lo que sí hubo profusas evidencias fue que ambos habían acordado producir una película biográfica sobre el mafioso, con la participación del actor estadounidense Sean Penn, quien incluso acudió a la referida cita con el capo y Del Castillo. En un aparente deslinde para evitar consecuencias legales, Penn publicó su testimonio sobre esa reunión en la revista Rolling Stone. Los investigadores mexicanos, en consonancia con lo publicado por la prensa estadounidense, dijeron a este autor estar convencidos de que en todo este proceso Penn fue un informante de la justicia estadounidense, como lo refirió igualmente la prensa norteamericana.
Tres meses después de esa reunión entre el trío de personajes y luego de una intensa cacería, Guzmán fue reaprehendido como resultado de un confuso operativo extraoficialmente conjunto entre policías y militares mexicanos y efectivos de la DEA.
Posteriormente al arresto, los investigadores estadounidenses compartieron con su contraparte un hallazgo singular. En uno de sus mensajes a diversos números telefónicos de la actriz, Guzmán profundizó sobre la importancia de que la película sobre su vida fuera un suceso internacional, por lo que debía ser encomendada a un director de fama reconocida. "Querida amiga — le indicó el capo a la actriz—, yo creo que quien dirija mi película debe ser Francis Ford Coppola [el director de la saga El Padrino, entonces de 76 años]. Creo que debes buscarlo para proponérselo".
El efímero triunfo de Osorio Chong
En febrero de 2014, cuando la administración de Peña Nieto parecía aún rozar el cielo con la mano gracias a sus altos niveles de popularidad, nacional e incluso internacional, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, anunció con alborozo el arresto del capo.
Quienes en esa época visitaban al funcionario en la casona de lo que alguna vez fue llamado Palacio de Covián, sobre la avenida Bucareli en el centro de la Ciudad de México, eran frecuentemente conducidos a una sala de juntas donde una pantalla se hallaba conectada directamente a la celda del narcotraficante, en el penal del Altiplano. Era un morboso timbre de orgullo de Osorio ante sus interlocutores, pero quizá reflejaba también el temor oculto de que el criminal volviera a escaparse.
A las 20:40 horas de aquel sábado de julio de 2015 esa preocupación se tornó en una pesadilla para Osorio Chong. La imagen de Guzmán Loera humillando al Estado mexicano marcaría la hoja de vida de este funcionario que en el último lustro había enfrentado otros escándalos con potencial de desbarrancar su carrera.
Osorio cumplió 51 años en esas semanas posteriores a la fuga, cargando el triste logro de ser responsable de la vergüenza de su jefe, el presidente Peña Nieto, durante una gira por Francia que recordó otro bochorno presidencial, en noviembre de 2014, cuando el mandatario realizaba un viaje a China mientras en Méxicoestallaban las revelaciones periodísticas de la "Casa Blanca".
El balance inicial sobre los responsables de la fuga del líder del Cártel de Sinaloa apuntaba hacia el sistema de inteligencia mexicano, en particular al Cisen, que conducía Eugenio Ímaz, un operador estratégico de Osorio que en los años ochenta tenía una modestísima vida pública como camarógrafo en el gobierno estatal —incluso intentó ser actor— hasta que fue tomado de la mano por el que desde entonces fue su jefe.
Tras la evasión de Guzmán, fuentes mexicanas y estadounidenses aseguraron extraoficialmente que durante meses alertaron al gobierno mexicano sobre un singular relajamiento de la seguridad en torno a Guzmán Loera, lo que incluyó coloquios con sus abogados fuera de control, menores escuchas sobre su familia directa y licencias dentro del penal del Altiplano que no se concedían a otros reos.
La prensa internacional y el gobierno estadounidense empezaron a sugerir que esas alertas fueron canalizadas al Cisen, definido desde inicios de la administración de Peña Nieto como la "ventanilla única" de interlocución con agencias como la DEA y el FBI en materia de inteligencia sobre grupos criminales. Incluso hubo indicios de que Washington había pedido en los meses previos la extradición de Guzmán, encontrando resistencias en algunas instancias del gobierno mexicano, que criticaban el "excesivo" número de extradiciones otorgadas durante la administración anterior, del panista Felipe Calderón.
Ese clima de desconfianza hizo resurgir viejos señalamientos levantados contra Osorio Chong cuando, siendo gobernador de Hidalgo, líderes de oposición lo acusaron de delincuencia organizada y lavado de dinero. La PGR lo exoneró en marzo de 2012. En ese año se registraron las primeras imputaciones contra sus hermanos Luis y Eduardo Osorio por operaciones bancarias sospechosas en HSBC —una institución acusada internacionalmente de lavado de dinero—, lo que también fue legalmente desestimado.
En los años posteriores, ya en el gobierno de Peña Nieto y con Osorio como secretario de Gobernación, se multiplicaron los señalamientos contra Eduardo Osorio por presionar a funcionarios federales y locales para hacer negocios, con lo que ganó, a pulso, el carácter de "hermano incómodo". En abril de 2015 Osorio rechazó ser propietario de una residencia que habitaba en las Lomas de Chapultepec de la Ciudad de México, ligada con Carlos Aniano Sosa, un contratista en Hidalgo y a nivel federal.
Tras la fuga del Chapo prevalecieron las sospechas que despertaba la figura del comisionado nacional de Seguridad, Monte Alejandro Rubido, que fue destituido tras estos hechos sin fincarle ninguna responsabilidad legal.
En esas semanas se recordó la extensa trayectoria de Rubido en temas de inteligencia sobre grupos criminales. Se refirió que en 1994 un grupo de colaboradores cercanos a Luis Donaldo Colosio, candidato del PRI a la presidencia de la República (asesinado en marzo de ese año en los suburbios de Tijuana), le mostró un expediente con indicios de que podía ser víctima de un atentado mortal. El sonorense desestimó el hecho. "No se van a atrever", aseguró, según confió un testigo directo de la reunión.
Colosio preguntó quién había integrado el expediente y surgió el nombre de Monte Alejandro Rubido. Este último no era ajeno al primer círculo colosista. Meses antes, desde su oficina en el Cisen, había surgido la alerta contra la intención de que la campaña presidencial arrancara en Chiapas, donde desde meses antes se multiplicaban reportes de un inminente levantamiento guerrillero armado.
El episodio constituía apenas una anécdota en la controvertida trayectoria de Rubido García, a lo largo de casi tres décadas, dentro de los sistemas de espionaje y seguridad nacional en el país. Una presencia que creció y se fortaleció bajo cinco presidentes, de diversos partidos, desde Carlos Salinas de Gortari hasta Enrique Peña Nieto. Esa influencia le permitió permanecer lejos de indagatorias judiciales formales en torno a la escandalosa fuga del Chapo Guzmán del penal del Altiplano.
Investigadores federales revelaron en ese entonces a este autor que el excomisionado nacional de Seguridad decidió retener, bajo su personalísimo control, evidencias —entre ellas varios videos— cruciales para entender qué ocurrió la noche en que oficialmente Guzmán Loera desapareció de su celda.
En el expediente del caso, integrado bajo la supervisión de a la sazón procuradora general, Arely Gómez, abundan declaraciones según las cuales hubo reiterados reportes de que el capo no era objeto de las políticas carcelarias en materia de seguridad y que, por ejemplo, se le permitía, efectivamente, intercambiar con sus abogados notas manuscritas de las que se desconocía su contenido. Las fuentes consultadas aseguraron que la mayor parte de esos reportes llegaron hasta la oficina de Rubido García, sin que atrajeran los correctivos esperados.
Investigaciones adicionales detectaron también una red de complicidades en torno a la escandalosa fuga. Decenas de presuntos implicados fueron arrestados pero paulatinamente liberados. Diversos testimonios apuntaron en un sentido distinto al que la autoridad había querido orientar la explicación de los hechos. La fuga del Chapo no habría sido producto de un genio criminal que construyó un túnel capaz de burlar los controles más sofisticados del mundo, sino resultado de una corrupción enorme de funcionarios públicos de todos los niveles.
Rubido (Ciudad de México, 1954) había habitado desde 1986, casi la mitad de su vida, oficinas del espionaje gubernamental, desde antes de que fuera creado el Cisen, del que fue fundador y cuyos más altos cargos ocupó más de una vez.
Veterano personaje en el escenario político del Estado de México, fue señalado de establecer sistemas de espionaje para las administraciones estatales encabezadas por Emilio Chuayffet y Arturo Montiel, el padrino político de Enrique Peña Nieto. El peso del que Rubido hizo gala durante el priismo no sufrió demérito sino que incluso se amplió en los gobiernos panistas de Fox y Calderón, a los que entró de la mano de su anterior compañero en el Cisen, Genaro García Luna.
Rubido fue destituido finalmente el 27 de agosto de ese 2015, 46 días después de la fuga de Guzmán, como titular de la CNS. Su relevo fue Renato Sales. El personaje más notorio en la historia de la evasión del narcotraficante más conocido en el planeta optó por la discreción y el bajo perfil que imponen las leyes no escritas del sector. Hasta el cierre del gobierno de Peña Nieto no había sido incomodado por algún fiscal sobre el espinoso episodio de la fuga del Chapo.
La extraña recaptura de Guzmán
La saga de incongruencias oficiales en torno al Chapo no cesaría. Alcanzaría a la historia oficial de la detención del capo, la madrugada del viernes
8 de enero de 2016.
Un video difundido el miércoles siguiente por la entonces procuradora de la República, Arely Gómez, impulsó una versión insostenible sobre lo ocurrido con la llamada Operación Cisne Negro.
Informes facilitados a este autor dan cuenta de una estrategia diseñada por agencias de seguridad del gobierno estadounidense, en particular la DEA. Ello incluyó rastreadores colocados en vehículos que se presumió eran usados por el capo y colaboradores cercanos para sus traslados. Uno de esos vehículos fue incautado por la PGR sin conocer la existencia de esos rastreadores, pero la DEA solicitó que fuera regresado porque formaba parte de la investigación.
Ese rastreo permitió detectar una serie de casas en la ciudad de Los Mochis, Sinaloa, a las que esos vehículos ingresaban. Con base en esos datos fue armado el operativo, bajo la presunción de que serían arrestados importantes operadores del Chapo. La DEA consideraba remoto que en una de esas casas estuviera el propio Guzmán, según los reportes difundidos posteriormente.
El día del operativo presuntamente liderado por la Marina (en realidad conducido por la DEA) diversas casas fueron allanadas en busca de narcotraficantes, en una estrecha calle de Los Mochis, dentro de la colonia Las Palmas, una nueva urbanización de la ciudad. Se detectó que varias de estas viviendas estaban conectadas por túneles subterráneos.
Pero Guzmán sí se hallaba en una de esas casas, y al enterarse del operativo en marcha entendió que las casas circundantes conectadas por túneles podían ya haber sido allanadas o "reventadas", como se alude en el caló policiaco. Por ello se introdujo en el drenaje urbano, que sin embargo se hacía más angosto según iba avanzando hasta obligarlo a avanzar a rastras, acompañado sólo por su pistolero de más confianza, Iván Gastélum, "el Cholo". Se estima que permanecieron dentro del drenaje al menos cuatro horas.
Contra lo informado, la Marina no vigilaba previamente la red de alcantarillas por la que escapó el narcotraficante. De acuerdo con un recorrido hecho entonces directamente por este autor acompañado de especialistas en la materia, se trataba de una red de drenaje nueva, de poco más de un kilómetro en línea recta. Al menos 24 horas después de la evasión, periodistas encontraron en una de las rejillas un rifle automático, abandonado por Guzmán y su escolta. Las omisiones en el reporte de los marinos eran evidentes.
La historia ofrecida por la PGR —que inicialmente erró hasta en el día de los hechos— suprimió la existencia de un segundo vehículo robado a mano armada por el capo y su pistolero. La dueña de ese vehículo, un Focus rojo, reportó el asalto, lo que, según fuentes disponibles, atrajo una alerta policial de carro robado en el llamado C-4 de coordinación. Ese reporte fue el que permitió la detención del vehículo y sus ocupantes.
Contra lo informado oficialmente, nunca se supo por qué los policías federales que detuvieron al Chapo y su escolta —al sur de Los Mochis— lograron hacerlo sin violencia (Gastélum portaba una pistola) y los resguardaron en el motel Doux, a ocho kilómetros de distancia, hacia el norte, cuya propiedad era atribuida a un narcotraficante de la plaza, "El Chapo Isidro".
Pasaron frente a la ciudad, donde había un cuartel de la Policía Federal y un destacamento de la Marina, donde habrían estado mejor protegidos, pero siguieron de largo. Si ya estaban en la salida norte, pudieron seguir de frente unos kilómetros más, hasta la base militar del Ejército en el vecino poblado de Zapotitlán, pero tampoco lo hicieron.
Posteriormente a los hechos, el comisionado estatal de la Policía Federal, Nicolás González Perrín, habló de que un convoy de vehículos sospechosos se acercaba a la zona con el aparente propósito de rescatar al Chapo, por lo que los agentes se refugiaron en el referido motel, un inmueble de fácil acceso, totalmente vulnerable ante un asalto armado.
Los policías federales no reportaron a la Marina la detención ni el resguardo en el motel Doux. Reportes disponibles y versiones difundidas localmente permiten suponer que sus comunicaciones de radio fueron interceptadas por operadores militares, lo que atrajo a la Marina a la zona. Y que una vez ubicados hubo un largo regateo entre policías y marinos, hasta que desde la capital del país se ordenó entregar a estos últimos a Guzmán.
El capo fue conducido de inmediato a una pista aérea. Expertos consultados identificaron a agentes de la DEA usando chamarras de la PGR en las imágenes en donde se ve al narcotraficante subiendo a la aeronave que lo llevaría a la capital del país y, según se asumía ya entonces, a una pronta extradición hacia Estados Unidos, lo que ocurrió justo un año después, en enero de 2017.
Los problemas de la versión difundida por la PGR de Arely Gómez no se agotaron en lo que dijo sino que se extendieron a la pobreza que exhibió la tarea que le correspondía a la procuraduría en este caso.
Por segunda ocasión Guzmán Loera se había fugado de un penal de alta seguridad y se lograba arrestarlo de nuevo. También por segunda ocasión, la autoridad no reportó ni dio indicios de que tuviera declaraciones del capo sobre los implicados en sus evasiones, de las autoridades a las que sobornó, de los empresarios que le ayudan a lavar dinero ni de otros muchos cómplices que necesariamente debían existir.
En lugar de ello, el país asistió al morboso festín en donde se colocó a la actriz Kate del Castillo, como amiga del Chapo Guzmán. Los especialistas preguntaban en esas semanas sobre la seriedad de versiones que buscaban desestimar las destrezas de un narcotraficante cuyo cártel opera en 56 países y en al menos 200 ciudades de Estados Unidos.
Nueve meses después de haber sostenido estas versiones y sujeta a una dinámica de desgaste, en particular con el equipo de Los Pinos, la procuradora Gómez dimitió de su cargo. Fue relevada por Raúl Cervantes.
Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, perdió por este caso su calidad de "político teflón" que le permitía no registrar daño en su imagen pública pese a diversas crisis en las que se vio implicado. Con su fuga, Guzmán Loera impuso en adelante al funcionario la calidad de no confiable.
fuente.-Capitulo 15/Los Mil cómplices del Chapo
La historia detrás del desastre/Roberto rock/


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