El presidente Manuel Ávila Camacho promulgó en 1944 la Ley de Emergencias mediante la cual estableció la Campaña Nacional contra el Analfabetismo. Para llevarla a cabo, pidió a su secretario de Educación, Jaime Torres Bodet, hombre ilustre del grupo Contemporáneos, la elaboración de una Cartilla Nacional de Alfabetización que incluyera no sólo instrucciones básicas para educar, sino un mínimo de principios morales, cuyo fin sería construir los cimientos de una nación moderna, moral y materialmente desarrollada.
Torres Bodet le encargó dicho texto a Alfonso Reyes, algo muy breve con frases sencillas, surgiendo así la Cartilla Moral, que finalmente no se incluyó en la Cartilla de Alfabetización y fue publicada por el autor en su "Archivo de Alfonso Reyes" en 1952. En el texto se crea un ideario que igual habla de moral como de la educación física, antropología y política. En 1959 se realizó un tiraje amplio del texto y en 1992, siendo secretario de Educación Ernesto Zedillo, se imprimieron 700 mil ejemplares que fueron retirados por el sindicato.
Ahora el presidente López Obrador ha vuelto a presentar la Cartilla Moral y formará parte de los materiales para los Programas Emergentes de Actualización del Maestro, con un tiraje de varios millones de ejemplares, aparte de la edición en internet. Se trata de 14 lecciones y sus correspondientes resúmenes.
La primera lección inicia: "El hombre debe educarse para el bien. Esta educación, y las doctrinas que ella inspira constituyen la moral o ética... (el bien) se funda también en razones que pertenecen a este mundo. Por eso la moral debe estudiarse y aprenderse como una disciplina aparte". De aquí parten distintos referentes para ampliar el concepto de bondad y mostrar que "son preceptos de validez universal para todos los pueblos y para todos los hombres".
En las 14 lecciones se encuentran exhortaciones hacia el respeto a nosotros mismos, la familia, la sociedad, la patria, la especie humana y la naturaleza, por mencionar las más importantes. Sin embargo, parecen sólo buenos deseos sustentados en las visiones clásicas de la cultura occidental, escritas en México a mediados de los 40, y aunque se mencionen los valores universales como referentes, éstos han quedado lejos de los contextos contemporáneos.
Lo deseable sería que verdaderamente se promoviera el culto a la verdad, el respeto a la naturaleza y a nuestras instituciones democráticas, estar dispuestos a trabajar con la gente y no contra ella. Pero sucede todo lo contrario: cada vez el país se vuelve más violento, los hombres combaten unos contra otros, impera la injusticia y el crimen, la corrupción y muchos males más. Con estos comportamientos, ¿cómo convencer a los pueblos de las bondades morales si ni el propio gobierno respeta los valores que desea difundir?, ¿cómo puede enseñarlos si no los practica?
Vemos esto en tanto funcionario público despedido sin justas indemnizaciones ni respeto a la antigüedad de sus pensiones. También con los policías y militares fusionados en una Guardia Nacional, a quienes se ha insultado en lo personal y no se les quieren conservar sus prestaciones. Además, se fomenta el encono y la división entre los grupos sociales con cada mañanera.
¿Cómo pretende López Obrador transmitir idearios morales si él no los respeta? ¿No es una incongruencia absoluta?
Mención aparte merece la noticia de que 10 mil ejemplares de la Cartilla Moral serán repartidos en 7 mil templos evangélicos, y que los pastores impartirán pláticas a sus fieles, según Arturo Farela Gutiérrez, presidente de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas. ¿La Cartilla Moral distribuida en las iglesias? ¿Adoctrinar en lo político y lo religioso?
Nuestro regiomontano universal Alfonso Reyes afirmaría que definitivamente llegamos siglos tarde al banquete de la civilización cuando la mesa ya estaba servida.
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