Un enfermo español de Parkinson, que no puede valerse por sí mismo, suplica a los políticos que legalicen la eutanasia en España para dejar de "sufrir", poder morir "dignamente" y que reconozcan que decidir sobre la muerte de uno mismo "es un derecho fundamental".
Antoni Monguilod, de 74 años y residente en Malgrat de Mar, en la provincia española de Barcelona, explicó a Efe este martes que los médicos le han dicho que comprenden su petición, pero que no pueden hacer nada para ayudarle porque la muerte asistida no está permitida en España.
Magdalena, la esposa que lo atiende con ayuda de otras tres personas y le ayuda a comunicarse, y sus cuatro hijos comprenden y asumen la demanda, pero Monguilod no les quiere "comprometer ni que tengan problemas" cuando se muera, como ha pasado en un caso reciente.
El español Ángel Hernández fue investigado por cooperación al suicidio por la muerte en abril de su mujer, enferma terminal de esclerosis. La Audiencia de Madrid ordenó luego instruir el caso como violencia machista y la defensa del hombre anunció que recurriría esta decisión judicial en el Tribunal Supremo.
"Dice que no puede más y que se quiere ir -según Magdalena- y yo le entiendo porque ha sido siempre una persona muy independiente y muy libre, que se movía mucho, y ahora ves que depende totalmente de otras personas”, lamentó.
Monguilod, que no quiere que esta situación se alargue en el tiempo, trabajó toda la vida de electricista, editó la revista "Som-hi", una publicación local, y también estuvo implicado en el ayuntamiento y en las juntas de los colegios de sus hijos.
Magdalena aseguró que no se han planteado viajar a otro país, como Suiza, donde está regulado el suicidio asistido, porque no pueden costear el traslado.
Monguilod ha redactado un testamento vital para dejar su cuerpo a la ciencia, aunque lamenta que no le hayan permitido dejar escrito su deseo de morir cuando él lo decida.
Las muestras de apoyo a la familia han sido muy numerosas, especialmente después de la publicación de una carta en varios periódicos en la que el enfermo relataba su situación y exigía la despenalización de la eutanasia.
"Como sé que esto no tiene solución y la quiero mucho (a su esposa) y no quiero que pierda la salud cuidándome, he decidido poner fin a esta situación”, narraba el enfermo de parkinson en la carta.
En los últimos dos meses ha sufrido deterioro físico que le dificulta incluso ingerir alimentos. Su dependencia es tal que su mujer no puede cuidar sola de él, de forma que le ayudan otras personas en distintas horas del día.
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