No es una baja más dentro del programa Jóvenes Construyendo el Futuro, pues simbolizaba la idea de que la vida de un joven nini (joven que ni estudia ni trabaja) puede cambiar radicalmente al convertirse en aprendiz pagado por el gobierno.
Era, pues, nuestro gallo, el joven al que Crónica observó desde el principio porque era quien parecía destinado a lograr el objetivo en forma ejemplar. Pero no, nuestro gallo cayó en desgracia y esta semana fue dado de baja porque el taller mecánico que lo tutelaba lo acusó de un robo que él, como se comprobó, no cometió. Pero en su papel de “becario”, finalmente se sintió desprotegido, maltratado y optó por irse.
El joven Esteban acababa de cumplir 6 meses en el programa de becas amlista cuando le cayó encima la acusación del robo. Debió decirle adiós, de momento, a abrirse un futuro mejor con sus conocimientos de mecánica (que tenían sorprendidos a los maestros mecánicos). Pero no se da por vencido y aceptó la baja para tratar de encontrar a otro tutor.
Quien haya seguido la historia de Esteban recordará que ganaba algún dinero, unos 300 pesos, por trabajar autos en el taller mecánico familiar. Aprendió, pero el taller no daba para darle un trabajo propiamente dicho. Esteban sólo había estudiado la primaria, pero al abrir un cofre sus manos eran una maravilla. Así lo acreditaron los supervisores en el taller mecánico donde entró como aprendiz dentro del programa Jóvenes construyendo el futuro.
Pronto le dejaron tareas que ya no eran propias de un aprendiz. Los autos pasaban a él sin que la supervisión fuera continua.
El pasado 10 de julio pasado, Esteban cumplió los seis meses inscrito en el programa que le entregaba un apoyo económico mensual de 3 mil 600. Los depósitos a la tarjeta bancaria que el entregó al gobierno de AMLO llegaron en tiempo y forma.
Esteban Torres, de 22 años, en realidad, a diferencia de muchos jóvenes de su edad, tenía en sus habilidades un gran activo personal. Tan es así que la empresa lo supo reconocer y apenas cumplidos los 3 meses, le dijeron que “al terminar la capacitación, sería contratado”, según relató a Crónica ya después del despido.
“Eran diversas las actividades que realizábamos, hacíamos afinaciones, balanceo, chequeo en la caja de velocidades, de todo como en todos los talleres mecánicos, pero a mí ya no me ponían siempre un tutor, ya me dejaban a mi solito los carros”, agregó.
La vida en el taller mecánico iba sobre ruedas hasta hace poco. Acaso pequeños inconvenientes como el hecho de que la empresa cambió de domicilio. “Un viernes a finales de junio, el jefe nos dijo que teníamos que empacar porque nos íbamos a cambiar; todos los trabajadores ayudaron a cargar herramientas y autopartes, las llevamos al nuevo taller y empezamos a trabajar normal”, recordó.
En otra ocasión él y los demás becarios fueron subidos a una camioneta luego de que les comentaron que “iban a checar un asunto”. En realidad los llevaron a la Colonia del Valle, al departamento del hijo del dueño del taller, y para sorpresa de todos lo que debían hacer era la mudanza del junior. Cargar refrigeradores, colchones y la estufa fue la tarea de ese día en lugar de atender autos.
Pero fue después de la mudanza del taller, en la que también participaron como cargadores, cuando Esteban comenzó a sentir molestias en la espalda. La lesión, según aseguró el muchacho, se originó en esa mudanza y les dijo a sus supervisores que necesitaba días para ir al doctor, sin embargo, éstos se negaron a dejarlo faltar. Ése fue el punto de inflexión en su relación con la empresa tutora.
“A los dos días de llegar al nuevo taller, me empezó a doler demasiado la espalda y les dije a los patrones que me dolía y que no podía trabajar bien, que me dieran permiso de faltar, pero me dijeron que, si quería, podía ir al doctor hasta el fin de semana, era lunes y no me iba a aguantar tanto, ese mismo día me regresé a mi casa en la hora de la comida, fui al doctor y todo, pero al otro día me empezaron a decir que me había robado unas piezas”. El joven achacó completamente el conflicto a que se fue a su casa. Al siguiente día, la actitud de trabajadores y jefes había cambiado y junto a esa actitud una serie de acusaciones por el supuesto robo de unas piezas.
“Regresé y me querían agarrar como nuevo, de mostró (el que hace los mandados), me empezaron a decir que me había robado un cuerpo de aceleración, una batería y un alternador, que les tenía que pagar mil 500, para que no me hicieran nada”, comentó Esteban.
“Fue como una semana que me trajeron en esa situación de que me había robado las piezas, pero el jefe un día hizo revisión en los casilleros de los empleados y encontró las piezas en el lugar de otro de los trabajadores; cuando se dieron cuenta de eso, el jefe me dió una disculpa, pero yo ya había decidido darme de baja”, relató.
Porque algo estaba roto ya en la relación del becario y el taller tutor. El joven becario, el mejor gallo del lugar, decidió darse de baja luego de apoyar a su familia durante 6 meses con un ingreso extra, Quiere ser mecánico, el mejor, y quiere encontrar otro taller dentro de Jóvenes Construyendo el Futuro. Por lo pronto, está más que latente la posibilidad de que regrese al taller familiar y a los 300 pesos por sus muy destacadas habilidades con los autos. Por ahora, todo es espera, al menos dos meses deben pasar, por reglamento, para que el programa amlista le permita elegir otra empresa.
fuente.-
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