La verdad duele: México ya no es una potencia petrolera y se ha convertido en un importador gigantesco de combustibles. Por eso el incremento de 35% en los precios del petróleo en el 2019 tiene un sabor agridulce. Viene acompañado de un incremento en el precio de los combustibles.
En Texas, la gasolina ha subido 39% desde que comenzó el año. Este dato importa porque de ese estado viene 70% de la gasolina que se consume en México. Aquí, la Magna y la Premium han subido alrededor de 10% en las últimas seis semanas, a pesar de los intentos de Hacienda de frenar las alzas mediante un sistema de subsidios, que se distingue por su complejidad.
Las alzas en petróleo y combustibles son excelentes noticias para las finanzas de Pemex, pero otra cosa para los consumidores mexicanos. El litro de Magna vale 20.50 en promedio en la Ciudad de México, casi 2 pesos más que en enero pasado. Es de notarse que casi nadie habla de gasolinazo. Es un término que pertenece al pasado remoto, es de la era anterior a la 4T.
El incremento de 10% registrado en México es pequeño comparado con 39% que se ha vivido en Texas, en el mismo periodo, pero les recomiendo no malgastar su compasión con los texanos. Ellos son mucho más ricos que los mexicanos, pero además tienen una gasolina mucho más barata. Allá el galón (3.78 litros) se puede comprar en 1.84 dólares. Eso equivale a 9 pesos con 39 centavos por litro.
La gasolina vale más del doble que en Texas por varias razones: ellos son mucho más eficientes que nosotros para producir combustibles y no tienen que pagar los costos del transporte porque consumen la gasolina cerca del lugar donde la refinan. Estamos comparando los productores más eficientes del mundo con un país que no ha encontrado la forma de producir combustibles sin destruir riqueza en el intento. Aquí se necesitan entre cinco y 10 trabajadores más que en Texas por litro refinado y pagamos uno de los sistemas más onerosos de distribución. Han sido ductos vulnerados por el huachicol y camiones cisterna que implican costos 12 veces mayores que los ductos.
Costo de transporte e ineficiencias/corrupción explican, en buena medida, por qué las gasolinas son más caras aquí, pero no agotan la explicación. En Texas se pagan menos impuestos. En México, son impuestos casi la mitad del precio al público de la gasolina. Allá, la carga fiscal es apenas de 20 centavos por galón, según el American Petroleum Institute.
¿Qué hacer? Producir gasolina aquí sólo será una solución, si encontramos la forma de hacerlo a costos más parecidos a los texanos. Pemex es una empresa histórica y nos han dicho infinidad de veces que es nuestra y que lo que es bueno para ella es bueno para los mexicanos. No siempre es así. Los consumidores mexicanos estamos a merced de Pemex y, a veces, somos amortiguadores de sus ineficiencias. Es importante que a Pemex le vaya muy bien, de acuerdo, pero no a costa de los mexicanos.
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