Imagen.-Twitter/ |
A las 10:30 horas del sábado, los padres y la pareja de uno de los muertos a puñaladas en el penal de Ciudad Victoria llegaron a la morgue del servicio Médico Forense a reclamar el cuerpo y se detuvieron frente a tres cadáveres cubiertos con sábanas.
TE RECOMENDAMOS:
No tardaron mucho dar con el de su hijo, porque su nombre podía leerse claramente en una cinta pegada al cuerpo: Erik Ramírez Soto. Así, con todas su letras.
Estremecidos de dolor porque estaban a punto de ver a un hijo masacrado, los padres titubearon y sus miradas se posaron en el abogado de su hijo, que les acompañaba en las diligencias.
El abogado entendió y se dispuso a levantar la sábana a la altura del rostro del cadáver de quien, por la vía de la muerte, acababa de perder también como cliente.
La sorpresa fue mayúscula. Desconcertado, clavó la mirada en el empleado del Semefo. -¿Qué pasó? -le dijeron. -Se equivocaron de cuerpo… este no es el de Erik -devolvió el abogado. -A ver, quedan dos. Uno de ésos debe ser. El abogado trató de identificar a su cliente en el siguiente cuerpo. Y no. Tampoco era.
Le quedaba uno, el último. Ese, sin duda alguna, debía ser el de Erik Ramírez Soto, un veracruzano que en diciembre próximo cumpliría una sentencia de cuatro años y seis meses de prisión por el delito de posesión de armas de uso esclusivo de las Fuerzas Armadas.
Nuevamente agarró valor y levantó la parte superior de la sábana. Se quedó perplejo. El silencio, teórica y prácticamente sepulcral, era denso, pesado. Las miradas de tres familiares del muerto escudriñaban su rostro, en espera de que, con un sí o con un movimiento afirmativo de cabeza, les abriera de par en par las compuertas del llanto y el dolor. -¡Este tampoco es Erik! -exclamó el abogado.
Un enorme signo de interrogación se abrió entonces, porque si no estaba ahí ¿dónde estaba el cadáver de Erik Ramírez Soto?.
EL MUERTO QUE LES HABLÓ DESDE EL PENAL
Sin atinar qué hacer, el abogado reparó de pronto en tres llamadas al celular que momentos no había querido contestar, porque se ocupaba de las diligencia pero también porque provenían de un número desconocido.
Llamó y le contestó una voz, también desconocida. Espere un momento, le dijeron. -Bueno… ¿abogado? -Sí, quién habla. -Soy yo abogado, Erik… -¿Quién? ¿Qué Erik? -Erik Ramírez abogado, su cliente. -¿Erik Ramírez? ¡Pero si tú estás muerto! -No, yo estoy vivo y sigo en el penal. Y el abogado le colgó.
Le reconoció la voz pero no estaba completamente seguro. Tan no lo estaba, que optó por no decir nada a la familia, para no alentar esperanzas que luego podrían desvanecerse. Pero salió prácticamente corriendo al penal. Había cientos de personas en espera de que les autorizaran a entrar a ver a sus familiares presos, pero no podía aguardar más tiempo.
Se fue directo a la puerta y reclamó sus derechos que le asistían como abogado de su cliente. Un mar de dudas lo asaltaban. ¿Cómo es que Erik estaba vivo si el vocero de la Secretaría de seguridad Pública y los medios ya lo habían dado por muerto? ¿Cómo le habló Erik si el celular está prohibido en el penal?. No, no podía estar ocurriendo.
El vocero de la SSP, Luis Alberto Rodríguez Juárez fue bien claro en los nombres de los muertos: Marco Antonio Márquez Urieta, Erik Ramírez Soto y Edén Martínez Castro. Llegó a la zona de pláticas y “pidió” a su cliente. Y dio el nombre. -¿A quién? Apoco no sabe, a ese lo mataron anoche… -No, él está vivo, usted búsquelo y tráigamelo.
Su interlocutor lo tiró a loco, pero igual fue a hacer como que cumplía el encargo. Pasaron algunos minutos y lo vio venir. No era un fantasma ¡Era Erik Ramírez Soto, el muerto que estaba vivo! El muerto que no estaba muerto había pedido a un custodio que le hiciera un paro con una llamada y de esa manera se contactó con uno de los abogados del bufete “Ávila y Asociados” que lo defiende.
ERRORES, CONFUSIONES Y UN SEGURO DE VIDA
Incrédulos al principio, los familiares se convencieron de que Erik no estaba muerto hasta el domingo, día en que por fin pudieron verlo con vida. Y sin un golpe o rasguño. Se cercioraron de ello hasta que le hicieron quitarse la parte superior del uniforme de interno.
Fue entonces que menudearon las preguntas, en busca de explicaciones. Sin embargo, lo único que los abogados saben -o pueden decir- es que la confusión se originó cuando, en un momento de los disturbios, Erik fue confinado a un módulo que no era el suyo, al igual que otros reos que no participaron precisamente porque, en espera de una pronta libertad, no querían broncas y optaban por un bajo perfil.
Habría ocurrido que, en un pase de lista, los custodios se percataron de que Erik no respondió al repetido llamado en su módulo original y desde ahí se perdió el control.
Esos custodios estaban familiarizados con el veracruzano, pero no los otros a donde había sido segregado. Hay otras hipótesis, pero a los abogados solo les interesa la seguridad de su cliente y se niegan a especular, aunque también esperan que alguna autoridad salga a informar con verdad, sin importar que le ofrezcan o no una disculpa a la familia del muerto, porque a ellos lo único que les importa es que esté vivo.
AMPARADO, ERIK ESPERA DICIEMBRE PARA VOLVER A CASA
La defensa de Erik Ramírez se movió rápido y, en primera instancia, consiguió el amparo de un juez federal para impedir el traslado a otro reclusorio, como intentaron las autoridades penitenciarias.
Y no solo eso, porque también promovieron la intervención de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Tamaulipas (CODHET), que se encargará de atestiguar la seguridad del interno en tanto concluye su condena y sale en libertad. La pregunta, a los abogados, se impone: -Resulta que hay muertos que están vivos, pero ¿la Secretaría de Seguridad Pública ya está enterada? -Sí, les informamos de inmediato del error. -¿Saben si va a rectificar la autoridad? -No, no lo sabemos. Nosotros respetamos los distintos ámbitos de atribuciones y solo nos ocupamos de la defensa de nuestros clientes.
LAS IRONÍAS DE LA VIDA Mientras se da la charla con los abogados y la información se cruza con otras fuentes informativas, en el municipio de Güémez se llora a otro muerto: Marco Antonio Márquez Urieta.
Como Erik Ramírez Soto, Márquez Urieta también estaba a punto de cumplir su condena y salir en libertad, después de 12 años internado en el penal. Cruel ironía: ¡a él lo mataron un día antes del domingo, día en que quedaría oficialmente libre!
Preguntamos aquí y allá por el otro muerto, Edén Martínez Castro y las respuestas extraoficiales son encontradas e inquietantes. Nada oficial se pudo saber, pero alguien expuso una duda razonable: ¿Y si su muerte también es parte del error y está vivo? La otra duda imperativa: ¿quién es el muerto que de acuerdo con la SSP era Erik Ramírez Soto?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu Comentario es VALIOSO: