Las ciudades que
estaban dominadas por el narcotráfico, como Apatzingán,
ubicada en el corazón de la región michoacana de Tierra Caliente, vieron un día
llegar a miles de policías dispuestos a limpiar de delincuencia las calles. Los
agentes se alojaron en hoteles locales como el Centro, un apacible y bien
ubicado establecimiento. Acabada la misión, se marcharon. El problema es que se
fueron sin pagar.
Agustín Arriaga
Diez, presidente de la Asociación de Hoteles y Moteles de Michoacán, cuenta que
en 2014 los federales llegaron a combatir las extorsiones que se vivían en este
Estado ubicado al suroeste de México y se hospedaron por periodos de hasta
cinco meses, dejando una deuda de tres millones de dólares. “Los hoteleros
desde entonces han hecho muchas gestiones para que se les pague, y hasta ahora
no ha habido respuesta”, asegura por teléfono.
Los empresarios
michoacanos no son los únicos que se han quejado. En otras regiones donde los
episodios de violencia han sido recurrentes como Guerrero, Sinaloa, Veracruz y
Morelos, la Policía Federal también ha dejado fuertes deudas. En 22 Estados del
país y el Distrito Federal hay 201 hoteles a los que se les debe 39,5 millones
de dólares por servicios de alimentación y hospedaje brindados en 2014 y 2015,
según dio a conocer el Universal.
La Policía
Federal, compuesta de unos 41.000 agentes agrupados en diferentes divisiones,
es la que combate al crimen organizado en México. Desde 2006, año en el que el
expresidente Felipe Calderón inició la guerra contra el narcotráfico, los
policías y los militares se desplegaron por todo el país como parte de la estrategia
de seguridad para contrarrestar la violencia desatada por los cárteles. En las
ciudades a las que arribaban, el Gobierno federal hacía convenios con los
empresarios para que los hospedaran.
Tras el cambio
de Gobierno y con la llegada de Peña Nieto al poder, los policías continuaron
en las calles porque la violencia seguía imparable. En 2014 en Michoacán los
enfrentamientos entre las autodefensas -grupos de civiles armados- y
narcotraficantes llegaron a su punto más álgido. El Ejecutivo federal implementó
una estrategia de seguridad y envió a unos 10.000 federales a tomar el control
del Estado. El saldo fue la detención y encarcelamiento de líderes de las
autodefensas como José Manuel Mireles e Hipólito Mora, y el abatimiento de
importantes narcotraficantes de los Caballeros Templarios, como Nazario
Moreno El Chayo, y Enrique Kike Plancarte. Aunque
hubo resultados, dice Arriaga Diez, como la recuperación de espacios que
estaban en manos de los narcotraficantes, los policías se fueron y dejaron las
deudas.
Al hotel Centro
de Apatzingán llegaron 80 federales en 2014 que se alojaron en 45 habitaciones.
Algunas de éstas fueron utilizadas para guardar municiones y equipo de
comunicación. Al retirarse la deuda fue de 242.400 dólares. El costo de agua y
energía eléctrica durante su estancia se quintuplicó. “Nos subieron mucho los
costos de lavandería y de personal porque trabajaban turnos extras para poder
atender a los policías”, dice José Baltazar infante, dueño del hotel Centro y
líder de los hoteleros de Apatzingán. Otros prestadores de servicios también se
vieron afectados. En Tepalcatepec, uno de los primeros municipios michoacanos
que se levantaron en armas contra los delincuentes, los policías federales
también deben dinero por concepto de alimentación. “Deben dinero a la señora de
las tortillas, al vendedor de bolillos y de carne”, agrega Baltazar Infante.
En el convulso
Estado de Guerrero, donde el turismo ha caído dramáticamente ante los
recurrentes episodios de violencia, el Gobierno federal tampoco ha cubierto los
gastos que generó la estancia de los policías en 48 hoteles. La mayoría de
estos están ubicados en Chilpancingo, la capital guerrerense, y en Iguala,
donde policías municipales coludidos con sicarios del cartel Guerreros Unidos
secuestraron a 43 estudiantes de Ayotzinapa en septiembre del año pasado.
Hasta el momento
la Policía Federal ha guardado silencio. Hace dos días, el ministro de Turismo,
Enrique de la Madrid Cordero, dijo que intercedería a nombre de los hoteleros
para que se liquiden estas deudas. Mientras tanto, cada noche en el hotel
Centro de Apatzingán unos 20 policías todavía duermen en las habitaciones y por
las mañanas desayunan en sus restaurantes y se van a patrullar la ciudad. Su
dueño sólo espera que le paguen.
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