Las
historias palaciegas de Los Pinos incluyen al nuevo bufón. Su arte, consiste en
propagar las noticias de la Corte con un estilo cómico o tragicómico. Se trata
de exhibir en rigurosas pantomimas burlescas, su destreza como prestidigitador,
malabarista y otros juegos de palabras para entretener al Rey y a los
cortesanos.
Imagen.-Al ser "ungido" Secretario de la Funcion Publica. |
Virgilio
“Ricitos” Andrade, continúo su puesta en escena: “Ni el Presidente ni su esposa
adquirieron bien alguno después de la toma de protesta”. Con gesto temeroso y
expresión de vacuidad, prosigue: “el Secretario de Hacienda realizó la
transacción con recursos propios y no adquirió el inmueble siendo servidor
público”.
Como
en la Edad Media, este bufón, hizo gala del arte del títere y la marioneta. Su
lugar privilegiado junto al rey todopoderoso le resta cualquier tipo de
independencia, al contrario, es súbdito fiel y servil de su amo.
A
lo largo de la historia la figura del bufón, algunas veces enanos, seres
deformes o grotescas, han ocupado un lugar privilegiado en los entresijos del
poder. Eran considerados truhanes que se dedicaban a hacer reír, algunos con
discapacidades psíquicas y cuyos desvaríos provocaban las más perversas burlas
de reyes y cortesanos.
Fue
Diego Velázquez quien con su maestría en el pincel inmortalizó a los bufones y
les otorgó una dignidad a los que eran considerados de manera cruel y
discriminatoria como “monstruos humanos” o “harapos del vivir”.
Entre
su catálogo de bufones, se encuentra el famoso Juan Calabazas, conocido mejor
como “Calabacillas”, un óleo fechado entre 1637-1639 exhibido en el Museo del
Prado, que muestra a un enano frotándose las manos sentado con las piernas
cruzadas sobre unos piedras y al lado de una calabaza.
El “Calabacillas” al
igual que Virgilio “Ricitos” Andrade, tiene
una expresión de idiotez bondadosa en su rostro y un gesto de absoluto memez,
destacados por los expertos en arte. De hecho, entre los bufones existen
diferencias. Están los llamados “naturales”, es decir, los llamados cruelmente
“tontos, locos o cortos de entendimiento” (sic) a quienes se excusaba porque no
eran responsables, sino inocentes bendecidos por Dios; y los “artificiales”,
que son considerados por poseer gran inteligencia, ingenio y talento especial
para entretener y a quienes se les concede “licencia” para sacar del tedio o la
depresión a poderosos y cortesanos.
¿En qué categoría de los
bufones podemos colocar a Virgilio “Ricitos” Andrade?
Enrique VIII así como Enrique Peña Nieto, cuentan con varios bufones. El más
famoso del primero se llamaba Will Sommers, quien además de bufón fue
consejero, confidente y espía del rey. En cambio, el favorito del otro Enrique
es un farsante, un simulador que en seis meses fue capaz de exonerarlo a él y a
su esposa por la compra de la casa blanca, provocando sonoras carcajadas entre
los ciudadanos.
En
esta tragicomedia, el bufón Virgilio “Ricitos” Andrade como el Juan
“Calabacillas” de Velázquez, son personajes imprescindibles para entretener a
la realeza política de México, tan alejada de su pueblo.
El
problema es que los bufones siempre fueron y serán tratados de manera
despiadada como “mercancía” por sus amos, como mera propiedad, vendidos al
mejor postor. Son en el fondo, seres humanos utilizados para la diversión, la
simulación y el teatro. Así como en los circos usan a la Mujer barbuda o a los
toreros enanos, en el espectro político e institucional de este gobierno, usan
a Virgilio “Ricitos” Andrade, convertido ahora en un vulgar bufón de la corte
peñista.
Duques
y reyes regalaban bufones para congraciarse con amigos y enemigos a base de
dichos y chascarrillos. Por lo visto, en la época actual, el señor Peña Nieto,
ha decidido regalar a los mexicanos a su mejor exponente de la dramaturgia
polítiquera e institucional.
En
la Edad Media eran sus propias familias las que vendían a los bufones a la
realeza y grandes señores. Virgilio “Ricitos” Andrade es hijo nada menos que de
Virgilio Andrade Palacios, miembro del equipo de abogados del corrupto líder
sindical de los petroleros, Carlos Romero Deschamps. Con semejante estirpe y
linaje familiar, ¿qué podemos esperar?
Peor
aún, durante unos años, “Ricitos” Andrade, fue asesor de Ana Paula Gerard,
esposa y secretaría técnica del gabinete económico de Carlos Salinas de
Gortari. Insisto. ¿Qué podemos esperar?
Mejor
será reír. Reír para no llorar. Reír para soportar tanta corrupción. Reír para
no deprimirnos más ante el esperpento de este gobierno. Reír para divertirnos
en este teatro del absurdo. Reír con los patéticos bufones de Peña Nieto en
este escenario humorístico cubierto de tragedia.
A
diferencia de los antiguos bufones investidos en su honorable dignidad y de los
actuales cómicos, cuyo hermoso trabajo lleno de decencia y honradez consiste en
lograr las sonrisas de la gente, Virgilio “Ricitos” Andrade no es más que un
vulgar y mal bufón arrodillado ante su amo…
Aplausos,
por favor.
Fuente.-
Twitter: @SanjuanaMtz
Facebook: Sanjuana Martinez
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