Hace dos días -jueves 21 de septiembre- la prestigiosa revista Science publicó un estudio que calcula el número de empleados que trabajan directamente para el narco mexicano: 175 mil personas, que podrían ser hasta 185 mil.
Este consorcio, que cuenta con un número similar de trabajadores a los que ocupa la cadena Oxxo en todo el país, es el quinto empleador en México, sólo por detrás de Femsa (321 mil trabajadores), Walmart (231 mil), Manpower (203 mil) y América Móvil (181 mil), de acuerdo a la investigación realizada por Rafael Prieto-Curiel, Gian Maria Campedelli y Alejandro Hope, extraordinario colega de estas páginas que desgraciadamente falleció el 28 de abril pasado.
Para dimensionar la complejidad del asunto, el trabajo, denominado Reducir el reclutamiento de los cárteles es la única manera de disminuir la violencia en México (https://is.gd/HwOkcT), expone que esas 175 mil personas asalariadas de los cárteles representan una fuerza laboral más grande que la de Oxxo (168 mil), Bimbo (138 mil), Pemex (124 mil), Coppel (114 mil), Grupo Salinas (100 mil) o Adecco (97 mil). Esa es la magnitud del problema social al que se enfrenta el Estado mexicano.
¿Quiénes son los principales reclutadores entre los cárteles? De los 175 mil narcoempleados cuantificados en el documento, el Cártel Jalisco Nueva Generación concentra el 17.9%, seguido por el Cártel de Sinaloa (8.9%), La Nueva Familia Michoacana (6.2%), el Cártel del Noreste (4.5%) y La Unión Tepito (3.5%). El resto de las múltiples bandas cuentan con el 59%.
¿Cuánta gente necesita reclutar anualmente este monstruo delictivo para que no colapsen sus estructuras, producto de sus propias guerras y las que emprende contra fuerzas de seguridad (muertos, desaparecidos, detenidos)? La estimación es de entre 350 y 370 personas por semana. Es decir, que de acuerdo a la investigación el narco recluta hasta 1,554 miembros por mes, lo que representa un estimado de 18 mil 648 mexicanos que cada año ingresan a las filas del crimen organizado para realizar diferentes encomiendas.
Por eso los autores del estudio plantean que reducir el reclutamiento es la vía más eficiente para disminuir la violencia en el país. Con un modelo matemático, estiman que para 2027, si se reduce a la mitad la capacidad del narco para reclutar tropas, las muertes semanales podrían descender 25% y el tamaño de los cárteles disminuir 11%.
Suena factible: mientras menos gente esté dispuesta a matar, a correr el riesgo de ser ejecutada o desaparecida, o a terminar en la cárcel, menos asesinatos y desapariciones habrá y los grupos criminales ya no crecerán exponencialmente, como lo han hecho durante los últimos cuatro sexenios. Se trata de contener -desde el Estado, desde la sociedad misma- la seducción que la cultura narca tiene sobre miles y miles de jóvenes, y con ello someter también otras actividades delictivas (secuestro, extorsión) que son extremadamente dañinas.
Ese puede ser el camino, pero de entrada hay tres grandes problemas.
1.- El interminable dinero del crimen organizado hace imposible competir con los salarios que ofrece a los jóvenes: quién deja $30 mil pesos mensuales a cambio de $3 mil de programas sociales.
2.- La enorme derrama económica criminal en barrios, colonias y municipios hace muy difícil pensar que alguien vaya a renunciar a las prebendas del narco: alimentación, gastos médicos, bienes inmuebles, coches, motocicletas, electrodomésticos, gadgets, ropa, joyas, diversión, viajes, y prestigio machista.
3.- La presión social del narco es tremenda porque su ley es de una rotundez pasmosa: plata o plomo. Para hombres y mujeres es complicadísimo negarse a colaborar porque el narco está ahí, en todas partes, en el entorno en el que viven. Usualmente sólo la migración los libra del reclutamiento forzado.
Pero bueno, la investigación resulta muy interesante: quizá Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez -y sus equipos- podrían ponerse a estudiar para que propongan algo más sólido que eslóganes y ocurrencias.
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