Recorrieron peligrosas selvas y pasaron sobre un cadáver.
Se han vuelto tan inseparables que Yeison vendió su celular para que ambos tuvieran dinero suficiente para continuar su viaje en autobús.
Ahora que Yeison se prepara para entrar por fin a Estados Unidos, le piden dejar atrás a Nico. Y todo porque Nico es una ardilla.
Este joven de 23 años y su mascota son un reflejo inusual, pero rotundo, de las decisiones emocionales que toman los migrantes sobre qué llevar y qué dejar atrás cuando se embarcan en el peligroso viaje hacia el norte.
Yeison, que rechazó identificarse con su apellido por temor a la seguridad de su familia en Venezuela, dijo que ir sin Nico no era una opción.
Por eso, con la ayuda de Gladys Cañas, directora de la ONG Ayudándoles A Triunfar, contactaron con un veterinario para que documente las vacunas del animal y poder presentarlas a los agentes fronterizos.
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