El gobernador de Texas, el republicano Gregg Abbott, se niega a retirar su firma, con la que ratificó un paquete de ocho leyes estatales para relajar aún más los controles de armas en ese estado, un día después del segundo tiroteo sangriento en ese estado, que dejó un saldo provisional de 7 muertos, mientras algunos de los 21 heridos luchan por su vida, como la bebé de 17 meses, que recibió un disparo en el pecho. En total, 29 muertos en dos masacres en agosto.
Las ocho leyes, aprobadas por la mayoría republicana en el Congreso de Texas entre enero y mayo, y ratificadas por el gobernador Abbott en junio, permitirán a partir de ahora que cualquiera pueda entrar en un iglesia o cualquier lugar de culto, con un arma, incluidos el rifle más vendido en Estados Unidos, el AK-47.
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Otra ley elimina las limitaciones al número de vigilantes de escuelas que pueden llevar armas de fuego, tanto en centros públicos como privados.
Armas en casas de alquiler. También a partir de ayer los dueños de casas en alquiler no podrán incluir cláusulas en los contratos que prohíban las armas de fuego a sus inquilinos e invitados; y que las asociaciones de propietarios veten su almacenaje en instalaciones para arrendar. Asimismo, en algunos hogares de acogida se podrán guardar armas y municiones, siempre y cuando estén bajo llave.
“Las nuevas leyes (que relajan la venta y posesión de armas) harán nuestras comunidades más seguras”, aseguró.
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Trump, impasible. Un día después de la matanza en Odessa, el presidente Trump volvió a defender el derecho a portar armas por encima del derecho a no ser tiroteado.
“Seguimos con lo mismo. No ha cambiado nada”, declaró y se mostró incluso molesto porque resurja de nuevo la necesidad de un mayor control de armas. “Mucha gente está hablando de ello y es una falta de respeto hacia lo que pasó ayer en Texas”, declaró tras el clamor demócrata por un mayor control de armas que evite la “epidemia” de tiroteos.
“Señor presidente, haga algo”, rogó el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, momento antes de hablar Trump.
El mandatario republicano agregó que una comprobación de antecedentes no habría evitado ni este incidente ni los registrados en los últimos años. “Las comprobaciones de antecedentes en gran medida, y tristemente, no habrían detenido ninguno de los incidentes de los últimos cuatro o cinco años. Es un gran problema. Es un problema mental”, indicó.
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