Cada presidente tiene su manera de comunicar: el lenguaje de priista jurásico de Enrique Peña Nieto, el bélico de Felipe Calderón y el dicharachero de Vicente Fox. Pero Andrés Manuel López Obrador no es la excepción y su discurso se asemeja al del líder de un movimiento social más que al de un político.
De que su discurso es diferente no hay duda cuando uno ve los términos en los que se expresa: la palabra “legal” y sus variantes han sido remplazadas por “justicia”, “moral” y similares. Así los parámetros cambian y se vuelven más difíciles de definir. Cuando se revela que el fiscal general de la República comparte abogado particular con Emilio Lozoya, el blanco primordial de la Fiscalía que dirige, el Presidente lo tacha de “inmoral” pero no hay mayor consecuencia.
Algo similar sucede cuando él cree que una protesta es justa. Tal es el caso de la toma de vías de ferrocarril a principios de año por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, la CNTE. Cuando sus integrantes impidieron el paso de los trenes de carga y con ello detuvieron el funcionamiento de distintas ramas de la industria nacional, no hubo consecuencia alguna. Al contrario, el Presidente les ofreció mayores beneficios a los que ya les había prometido.
Pero cuando una protesta no le parece justa, entonces sí cae el mazo de la ley. Por ejemplo, con las manifestaciones de la Policía Federal que iniciaron esta semana: los policías se han manifestado pacíficamente y no buscan beneficios o prebendas; lo que quieren es certidumbre respecto a su trabajo y reconocimiento de sus derechos laborales. Ellos argumentan que se les reducirán sueldos y dejarán de ser civiles para convertirse en militares, algo a lo que nunca accedieron.
Sin embargo, para el Presidente en este caso no hay motivo para protestar. Como aún tienen trabajo todo está bien. Por ello, dice, los policías federales que participen en las manifestaciones serán despedidos.
Cada presidente tiene su manera de pensar y sus valores propios. El problema surge cuando esas concepciones particulares suplantan las establecidas en el sistema legal. Porque entonces lo que tenemos es un gobierno de creencias y no de leyes, de caprichos y no de certidumbre.
fuente.-@esteban_is
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