Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia fue un desbarajuste: caos organizacional, amiguismo, conflictos de interés, gastos superfluos, frivolidades, corrupción…
El DIF tuvo tres directoras –incluidas Angélica Rivera y Laura Vargas Carrillo, esposa de Miguel Ángel Osorio Chong–, innumerables acomodos de funcionarios intermedios y aviadurías. En el gobierno de Andrés Manuel López Obrador este organismo creado para atender a la población vulnerable se integrará al Sistema Nacional de Salud.
Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) se convirtió en una central de adjudicación de empleos para cuates de Enrique Peña Nieto, su esposa Angélica Rivera y del grupo de Miguel Ángel Osorio Chong, quien fue su secretario de Gobernación hasta principios de 2018.
El organismo rector de la asistencia social del país se caracterizó por crear puestos a modo para colocar a recomendados, familiares de contratistas, aviadores o personal que brincaba entre puestos directivos, por una altísima rotación de directivos –a un ritmo de uno por año en ciertas áreas– y por gastar el presupuesto en cosas superfluas.
Así fueron los últimos años de vida de esa dependencia –hoy a punto de perder su autonomía– creada para supervisar los derechos de los grupos más vulnerables y que durante cuatro décadas condujeron las primeras damas del país. En su último tramo la actriz casada con Peña Nieto, La Gaviota, fungió como presidenta honoraria. De 2013 a 2017 –hasta que renunció cuando se avecinaban las elecciones en el Estado de México–, la titular fue Laura Vargas Carrillo, esposa de Osorio Chong.
En los gastos del DIF bajo la dirección de Vargas Carrillo quedará un encuentro nacional de los encargados de alimentación y desarrollo comunitario en el lujoso hotel spaNow Sapphire en Cancún, Quintana Roo, con categoría de cuatro diamantes, realizado del 29 al 31 de octubre de 2017. El objetivo, según las memorias, fue hacer un análisis de “los resultados y avances de la gestión y operación de los programas de alimentación y desarrollo comunitario, en los últimos seis años, e identificar los desafíos y el fortalecimiento para los programas”. En la foto del recuerdo aparecen 109 personas.
Al final del evento, dicen quienes estuvieron presentes, una delegada del norte dijo al micrófono que se sentía incómoda por el derroche –el costo por habitación fue de 4 mil 600 pesos. Y es que sobre el DIF recae la responsabilidad de la asistencia social a ancianos, migrantes, damnificados y discapacitados, así como niños y niñas abandonados a su suerte, violentados o desnutridos.
Genealogía priista
Por medio de tres solicitudes de información pública, de consulta hemerográfica y de entrevistas a empleados de la dependencia, Proceso pudo documentar el desorden con el que se manejó el organismo de beneficencia que no dirigirá Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del nuevo presidente, y que está por ser incorporado a la Secretaría de Salud.
Al revisar el organigrama de la dependencia llama la atención la frecuencia con la cual las direcciones generales o direcciones de área cambiaron de titulares durante el sexenio peñista: de cinco a siete veces. Eso significa que en algunas áreas la persona nombrada como titular cambiaba en promedio cada año, lo que seguramente dificultó dar seguimiento a programas para la población más vulnerable.
La Dirección de Desarrollo Normativo, por ejemplo, tuvo siete directores. Hubo nueve secretarios particulares en la oficina del titular del organismo; siete cambios en la subdirección de área de la casa hogar para niñas “Graciela Zubirán Villarreal”; seis en la Dirección de Desarrollo Normativo, y otros tantos en la Subdirección de Información y Seguimiento de Proyectos.
También, 12 puestos más de diferentes direcciones tuvieron, al menos, seis cambios cada una.
Y aunque la mayor parte del sexenio Vargas Carrillo estuvo al frente del DIF, fue sustituida por la abogada Laura Barrera Fortoul el 3 de marzo de 2017.
Para algunos empleados no fue casual que la esposa de Osorio Chong hubiera sido sustituida justo durante el periodo electoral. En el cargo se quedó la economista Laura Barrera Fortoul, operadora política del PRI, colaboradora cercana de Peña Nieto, quien en el Estado de México había tenido experiencia en los ramos de turismo, mercadotecnia y publicidad.
Según una investigación de Aristegui Noticias, Barrera está casada con Luis Ernesto Maccise, amigo de Peña Nieto y
–en claro conflicto de interés– empresario que sin licitaciones fue designado para proveer de desayunos escolares al DIF nacional.
La familia Maccise-Barrera está vinculada al PRI mexiquense. Heberto Barrera Velázquez, padre de Laura, “trabajó con al menos cinco gobernadores mexiquenses y ha sido presidente de la fundación Colosio en el Estado de México. Arturo Montiel lo nombró secretario de Desarrollo Agropecuario en su gobierno; Eruviel Ávila Villegas lo designó presidente del Consejo Estatal de Infraestructura y Desarrollo Social del estado el 22 de mayo de 2014, y el PRI estatal lo hizo presidente de la Comisión de Procesos Internos el 30 de noviembre de 2016, la cual se encargó de arbitrar la elección de Alfredo del Mazo como candidato a la gubernatura en 2017”.
Como titular del DIF, donde estuvo exactamente un año, Barrera viajó constantemente por el país, aseguran los empleados de la dependencia. “Se dedicó a viajar a todos los estados varias veces en tiempos electorales”, sostiene uno de los funcionarios consultados.
Tras su partida, la institución quedó acéfala tres meses hasta que fue designado Antonio de Jesús Naime Libién, el último titular de la dependencia durante el sexenio de Peña Nieto.
Nido de cómplices
Durante el sexenio de Peña Nieto, los medios criticaron en varias ocasiones al DIF.
El 9 de octubre último, por ejemplo, el sitio de noticias VICEpublicó que Angélica Rivero, la última primera dama al frente del DIF, dispuso de los fondos del organismo para “celebraciones de XV años, funciones de circo, torneos de boliche, una fiesta mexicana y representantes de artistas”.
Y agregó: “En el sexenio de Enrique Peña Nieto, Angélica Rivera no completó ni 100 apariciones públicas como presidenta honoraria del DIF y jamás presentó el plan de trabajo que le interesaba desarrollar. Mientras, el DIF operó y gastó por su cuenta millones de pesos mientras los desastres naturales azotaban y sacudían al país”.
La revisión de los contratos publicados en el portal de Obligaciones y Transparencia y la página Compranet arrojó un gasto global de 49.3 millones de pesos en eventos –desde conmemoraciones al adulto mayor, entrega de premios, reinauguración de casas de cuna o torneos de boliche–, lo que habría alcanzado para comprar más de 900 millones de cobijas para gente vulnerable, según el reportaje.
En las respuestas a las solicitudes de información pública y el cotejo con empleados, Proceso pudo establecer que se llegó al absurdo de crear cargos de subdirección de ornato para colocar a allegados a la pareja presidencial. Es el caso de la subdirección de Gestión Estratégica, a cargo de Roberto Ambrosio Hernández, quien se coordinaba a sí mismo ya que no tenía empleados bajo su mando. Antes de ser movido a la Contraloría Social, a él le tocó el levantamiento de la encuesta sobre peso y talla que se utiliza para medir desnutrición.
Dentro de la estructura también se crearon áreas que los empleados desconocen para qué sirven. Es el caso de las llamadas Dirección General Eventual y Subdirección General Eventual, así como la Subdirección General Adjunto Eventual, donde además hay dos directores de área eventuales, un secretario privado, un secretario particular, un subdirector de área eventual y dos direcciones eventuales. Todos en la misma Unidad de Atención a Población Vulnerable.
Funcionarios acomodaticios
Un señalamiento de los funcionarios consultados –quienes pidieron el anonimato– es que no siempre conocieron a sus superiores porque, a pesar de que se hacían los nombramientos, las personas designadas no fueron vistas nunca en la oficina. Entre éstos se mencionó a Alejandro García Delgado, el director de Desarrollo Comunitario a quien ninguno de sus subalternos conoció. Luego, de 2016 a 2017, pasó a ser director de Recursos Humanos.
Otra situación que llamó la atención, y que hicieron notar las personas consultadas, es el salto de funcionarios entre las áreas de la dependencia a pesar de que requieren perfiles muy especializados.
Es el caso de Carlos Prado Butrón, quien “siendo ingeniero ingresa al DIF como director de Rehabilitación e inmediatamente pasa a ser jefe de la Unidad de Atención a Población Vulnerable”; otro es el del “maestro en cocina” Juan Carlos Zárate Calderón, quien en 2017 pasó de ser secretario privado del titular a director general eventual y luego se instaló como subdirector de Capacitación y Vinculación Interinstitucional de la Dirección de Desarrollo Comunitario. En su perfil profesional se destaca que empezó dando talleres de envasado, panadería y pastelería en el DIF del Estado de México. También fue colaborador culinario de Televisa Toluca y gestor en el Congreso mexiquense antes de ingresar al DIF.
Uno más: Ricardo Ángel Pérez García, licenciado en administración de empresas que en 2016 fue nombrado director de Desarrollo Comunitario, aunque no tenía experiencia previa en la administración pública, posteriormente asumió el cargo de responsable nacional de la atención alimentaria en el país.
Otra: la abogada Daniela Prieto, quien saltó de directora de Desarrollo Comunitario a la Dirección de Atención Alimentaria en el país, a pesar de su inexperiencia en el programa de desayunos escolares.
Una contratación singular: para la Subdirección de Desarrollo Comunitario, cargo que requiere de una persona experta en metodología, técnica y operación del trabajo comunitario en localidades de alta y muy alta marginación se nombró a la abogada María Isela Vargas Martínez. Los empleados señalan que su mérito era ser sobrina de Osorio Chong.
Esta abogada también saltó entre puestos. Fue jefa de departamento menos de un semestre de 2013, luego fue movida a la Dirección de Desarrollo Comunitario como subdirectora de Capacitación y Vinculación Interinstitucional hasta septiembre de 2017. Uno de sus encargos eran las intervenciones en casos de emergencia.
“No presentó una iniciativa jurídica o social para el desarrollo, pero nunca dejó de cobrar su salario, independientemente de que registrara o no su asistencia a las oficinas, pues no era obligado hacerlo, a diferencia de los demás jefes de departamento o subdirectores”, señaló uno de los funcionarios entrevistados.
Otro de los cargos inexplicables en el organigrama es el de secretario particular y secretario privado, pues se desconoce por qué aparece duplicada esa función con nombres distintos en la lista de cargos.
El destino del Sistema Nacional del DIF, órgano benefactor creado para que las esposas de los presidentes se dedicaran a labores de voluntariado, está en el aire. Pronto pasará a formar parte del Sistema Nacional de Salud, según los planes para esa institución anunciados por el secretario de Salud, Jorge Alcocer.
fuente.-
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