Marisol Pérez Ramos, doctora en Psicología Social egresada de la Facultad de Psicología de la UNAM, dijo que los ataques violentos causados por conductores en contra de peatones, policías e incluso otros automovilistas tienen tres factores en común: la impunidad social, un ambiente de violencia y una “deshumanización”.
Tras realizar un análisis de tres casos documentados por EL UNIVERSAL, los cuales involucraron el caso de una mujer extranjera arrollada en Reforma, el caso de un policía arrollado y llevado sobre el cofre de un auto y el de una mujer que chocó en reiteradas ocasiones en contra de otro vehículo, Pérez Ramos determinó que estos agresores “son peligros andando” para las demás personas.
“En los tres casos atentaron contra la vida de alguien, esa es la parte que nadie quiere aceptar y decir con todas sus letras”, declaró, añadiendo que el origen de aquellas reacciones tuvieron que iniciar, de primera mano, en el ámbito privado, donde ya existe un vínculo de violencia establecido.
Señaló las personas involucradas en los hechos anteriormente citados poseen ciertas características en común: falta de empatía, probables vínculos violentos en el hogar y falta de control.
Aunado a esto, la especialista consideró alarmante la presencia de testigos que no interfieren en las situaciones y que se dedican a documentarlas. “Nadie hace nada, no hay un control ni un castigo hacia una conducta de este tipo”.
Medidas para cese de violencia automovilística
Pérez Ramos indicó que para que exista un cese de conductas violentas en la Ciudad de México y en el área metropolitana es necesario un mayor control social, manejo de la ira y de los impulsos, así como procurar el desarrollo de la empatía y la convivencia social, además de una intervención individual.
“En los casos donde siga apareciendo la violencia, se tiene qué hacer una intervención psicosocial individual para disminuir los niveles de agresión cotidiana”, dijo.
Sobre el tema, el doctorante en Salud Mental Comunitaria por la Universidad Autónoma Metropolitana, Luis Ernesto Calixto Urquiza, objetó que la violencia de los conductores no es un asunto que se pueda tratar de forma individual y sostuvo que se trata de un asunto complejo que involucra varios factores, entre ellos la dimensión social, política y cultural.
“Nosotros vemos al conductor, pero existen otras dimensiones, como el hacinamiento social, el hacinamiento de autos en pequeños espacios, en pequeñas calles, lo que imposibilita convivir, avanzar, llegar con tiempo”, dijo, recalcando que la violencia es generada a partir de la idea humana de desconocer que el otro es un ser que siente, además de desconocer sus derechos.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en el año 2017 se registraron al menos 2 mil 229 accidentes de tránsito terrestre, de los cuales mil 37 corresponden a choques entre autos; 617 corresponden a atropellamientos y 67 corresponden a arrollo de ciclistas.
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