La aparición de un nuevo cartel que intimida a los vendedores para que ofrezcan marcas de cigarrillos locales en amplias zonas de México ha desatado el temor de que las organizaciones criminales estén buscando nuevas fuentes de ingresos ante la caída en sus actividades tradicionales.
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Desde finales de 2017, el cartel del Tabaco obliga a los vendedores de cigarrillos en por lo menos ocho estados mexicanos a vender solo ciertas marcas específicas y amenaza de muerte a quienes incumplan la exigencia.
Los agentes del grupo comienzan haciéndose pasar por representantes de organismos del gobierno mexicano, visitando las tiendas e identificando marcas “prohibidas”. Luego decomisan o destruyen esa mercancía, según relata una extensa investigación del diario mexicano Milenio.
Posteriormente, los vendedores reciben documentos, estampillados con logos de instituciones falsas que contienen una lista de los cigarrillos aprobados. Estos documentos estipulan que solo está permitida la venta en México de las marcas fabricadas por Tobacco International Holdings (TIH).
En una ocasión, un vendedor fue abaleado y herido en el estado norteño de Sonora luego de negarse a acatar las exigencias del cartel. Otros vendedores han denunciado ser víctimas de tortura, golpes con tablas de madera o quemaduras en los pies.
El cartel del Tabaco parece tener el respaldo del cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) o ser una división del mismo. Los vendedores declararon que recibieron cartas en las que se les indicaba que ahora se encontraban bajo la protección del poderoso y violento CJNG, cuando aceptaron vender exclusivamente los cigarrillos de TIH.
Las autoridades también han anotado la participación de funcionarios de gobierno mexicanos activos en la estructura de mando del cartel del Tabaco.
Análisis de InSight Crime
Hay algunas razones por las que un grupo de la magnitud del CJNG puede haberse introducido en este mercado. En primer lugar, durante largo tiempo México ha mantenido un dinámico mercado de cigarrillos ilegales y de contrabando. Cientos de millones de cigarrillos pasan regularmente por los puertos y cruces fronterizos del país, a un costo importante en pérdidas fiscales para las autoridades.
Y aunque el negocio ha estado tradicionalmente bajo el control de bandas locales, grupos más grandes como Los Zetas también han participado.
En segundo lugar, los grandes grupos criminales pueden estar buscando acceder a nuevas fuentes de ingresos al cerrarse o dañarse otras fuentes de ganancias, como lo señaló a InSight Crime el doctor David Shirk, experto en política y seguridad nacional mexicanas en la Universidad de San Diego.
“El giro hacia los cigarrillos indica que a los grupos han encontrado mayores dificultades para operar en ciertas industrias ilícitas”, señaló. “Los ataques del gobierno a grandes organizaciones criminales también han tenido un efecto”.
La legalización de la marihuana en Estados Unidos, Canadá y algunas zonas de México afecta los resultados de los grupos criminales. La caída en la producción y los ingresos por la venta de heroína, por causa de la creciente popularidad de sustancias sintéticas, como el fentanilo, también han vuelto más valioso el control del negocio del tabaco.
“Los carteles de la droga ni se molestarían con el tabaco si aún estuvieran generando ingentes ganancias con estupefacientes como la heroína. La gente señala la marihuana, pero el cambio más importante en el negocio de la droga es el fentanilo”, explicó Shirk.
Ha habido importantes decomisos de fentanilo y otras drogas, como las metanfetaminas, lo que pone mayor presión sobre los grupos criminales.
Lo que puede ser el aspecto más inquietante de esta historia es que los cigarrillos ilegales traficados por el cartel del Tabaco contienen tabaco cultivado en México, en lugar de productos contrabandeados del exterior.
Los cigarrillos de contrabando que se introducen ilegalmente a México vienen tradicionalmente de Turquía o de varios países de África. Los cigarrillos luego se trasladan a la zona trifronteriza, donde se unen Paraguay, Brasil y Argentina, y se llevan al norte, como lo señala Gerardo Rodríguez Sánchez Lara, excoordinador general de educación y denuncias en la Oficina de Protección al Consumidor en México (PROFECO).
“La producción de tabaco ilegal en México para competir con el mercado es un fenómeno nuevo”, comentó.
Pero no es sorpresa, dado que ciertos estados —como Veracruz, Chiapas y Nayarit— están cultivando grandes cantidades de tabaco. Las subas importantes de los impuestos a la venta de cigarrillos también pueden haber llevado a los cultivadores y carteles del tabaco a trabajar en conjunto, según Rodríguez Sánchez Lara.
Esto también indica que los grupos criminales se preocupan por los costos, al abastecerse de cigarrillos localmente en lugar de involucrarse en complejas redes de contrabando internacional y arriesgarse a ser descubiertos.
Este juego de poder de los grupos criminales bien puede desatar un cambio similar en las estrategias de las autoridades, algo que se han demorado para hacer en el pasado. Hace unos años, cuando Los Zetas estaban activos, el gobierno federal los ignoró, por no ser “una amenaza” en esta actividad ilícita. Ya la nueva administración, que deberá asumir funciones el 1 de diciembre, ha anunciado que buscará más inteligencia sobre el cartel del Tabaco.
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