Pegaso es un caballo blanco
alado que habría de ser domado por Belerofonte, quien convertido en asesino
(mató a Belero –de ahí su nombre- y a su propio hermano, Delíades) logra
escapar de Corinto como suplicante en busca de Preto, rey de Tirinto. Pero,
¡oh, desgracia!, la mujer de éste, Antea, se enamora de él a primera vista y al
ser despreciada por Belerofón (como también se le conoce), lo acusa ante el
marido de intento de seducción. Preto, temiendo la venganza de las Furias o
Erinias, no se atreve a matarlo y lo envía a Yóbates, rey de Licia, para que
éste cumpla tal fin.
También teme a las Furias y en vez de eliminarlo de
inmediato, lo utiliza. El domador logra reivindicarse como hombre de bien al
prestar servicios al rey licio. Montado en el corcel obtiene victorias, entre
ellas, dar muerte a Quimera. Sin embargo, cuando Yóbates trata de cumplir el
encargo de Preto, Poseidón lo protege y se salva. Al fin entiende el rey licio
que Belerofón es inocente del atentado contra la virtud de Antea y lo colma de
glorias. Lo casa con su hija Filónoe y lo nombra heredero del trono de Licia.
Pero Belerofonte “se la creyó” demasiado y
se le subió la fortuna a la cabeza, “perdió piso”, como dicen. Sintiéndose
poderoso e inmortal, monta en Pegaso y emprende el vuelo hacia el Olimpo. El
perezoso Zeus –víctima permanente de su mujer Era y su hija cabrona, Atenea- lo
descubre y se molesta. Envía un tábano a picar a Pegaso en las nalgas. El
arisco caballo se encabrita y tira a la tierra al infortunado cabalgador que
cae en un matorral de espinos. De allí, “erró por la tierra rengo, ciego,
solitario y maldito, evitando siempre los caminos de los hombres, hasta que le
llegó la hora de la muerte” (Los mitos griegos I; Robert Graves). Por sentirse
inmortal y querer asimilarse a los dioses superpoderosos, cayó en desgracia. O
por querer desafiarlos. Belerofonte es nieto de Sísifo, por cierto, otro ser
caído. Comenta Graves que la historia de la humillación y desdicha del domador
de Pegaso tenía como fin desalentar la rebelión contra la religión olímpica.
Después de tirar a su jinete, Pegaso alcanza
llegar hasta el Olimpo. Zeus lo apresa y lo utiliza como animal de carga para
conducir sus rayos.
Pegasus es Pegaso (del griego Πήγασος) en latín. Y ahora, The New York Times lo ha hecho público también como el
nombre utilizado por NSO Group para un malware o spyware (malicious software o
código maligno; programa espía) que, contrario a los virus tradicionales que
fueron hechos por broma o negocio, tiene el objetivo de intervenir e
infiltrarse en teléfonos inteligentes a través de ataques-mensajes que al
recibir clic se aloja en los aparatos de las víctimas permitiendo el acceso a
información, llamadas, fotografías, mensajes, correos electrónicos, lista de
contactos y aun puede activar el micrófono y el video para espiarlas de manera
permanente. La empresa israelí ha dicho que vende la herramienta a los
gobiernos “con la condición de que sólo sea utilizada para combatir a
terroristas o grupos criminales y carteles de drogas como los que han violentado
a los mexicanos desde hace mucho tiempo” (The New York Times; 19-06-17).
Pero…
TE RECOMENDAMOS:
Pegasus, como Pegaso, es un instrumento del
poder para enviar descargas fatales a las víctimas. La diferencia acaso sea que
mientras los rayos de Zeus transportados por el caballo alado son luminosos,
radiantes en su descarga, los ataques de Pegasus en manos del poder
contemporáneo son velados, ocultos, atacan por sorpresa sin que la víctima
pueda darse cuenta. Y si en el mundo desmitificado las víctimas del rayo son
azarosas, en el del Olimpo son elegidas. Lo mismo sucede en el universo de
Pegasus: las víctimas son detectadas, elegidas.
De acuerdo al documento realizado por
Artículo 19, R3D, Red en Defensa por los Derechos Digitales y Social Tic,
Tecnología digital para el cambio social, apoyados por Citizen Lab,“Gobierno
espía: vigilancia sistemática a periodistas y defensores de derechos humanos”,
el objetivo original de Pegasus fue desviado por el gobierno mexicano a cargo
de Peña Nieto al menos desde enero de 2015 a julio de 2016 (“vulnerabilidades
fueron corregidas por Apple en agosto de 2016, después que Citizen Lab
descubrió que Pegasus fue utilizado para espiar al activista Ahmed Mansoor, de
Emiratos Árabes Unidos”; BBCMundo,
19-06-17). Acaso no fue utilizado (sólo) para combatir el crimen sino para
tratar como criminales a defensores de derechos humanos, activistas
anticorrupción, periodistas y aún familiares, como en el caso de Carmen
Aristegui, ya que espiaron a su hijo menor de edad por casi un año. Hecho que
en algún país democrático ya habría propiciado renuncias.
La consecuencia del rayo es muchas veces la
muerte; otras sólo queda en incendio. El objetivo del rayo de Zeus incorporado
en Pegaso es el castigo y también la muerte. ¿Cuál es el adulterado objetivo de
Pegasus en manos del gobierno mexicano? ¿Obtener la información de críticos y
personajes incómodos a su gobierno, para qué?
La indignación y la crítica han sido
elocuentes, comenzando por la de las víctimas, los objetivos del espionaje y
sus colegas. Aristegui ha llamado “siniestro” a Peña. Jenaro Villamil,
“miserable”. Este acto es considerado ilegal pues violenta la privacidad y
agrede los derechos humanos. John-Scott Railton, investigador de Citizen Lab,
ha dicho “que detectaron varios casos de mal uso de Pegasus en varios países,
pero no como ocurre en México”. Siempre se ha sabido que existe el espionaje
contra “enemigos” de los gobiernos, contra opositores, periodistas,
intelectuales (Carlos Monsiváis fue espiado por la policía por años). Y no
obstante que ya se sospechaba del uso de este costoso software maligno desde
hace tiempo pues fue comprado por el gobierno de Calderón en 2009 (77mil
dólares por cada instalación exitosa), la publicación del New York Times lo pone de manifiesto como una prueba
evidente en contra del gobierno de Peña, que ha prologado su compra y uso. Este
ha dicho que no hay pruebas de que el gobierno haya espiado (no lo niega,
afirma que no se puede probar, aunque las coordenadas de “coincidencia” de tema
y temporalidad señalan lo contrario) e invita a los afectados a presentar la
denuncia, ¡ante el propio sospechoso de ser el crimina! Este episodio de
pretendida “justicia” suena peor que el de Peña nombrando a Virgilio, un
subordinado empinado, ¡para que lo investigue por corrupción! Natural, el
sospechoso resultó inocente.
Los instrumentos del poder pueden ser
utilizados para hacer el bien o el mal. Así fue en el Olimpo griego. Pero hoy,
que supone un mundo más o menos civilizado, la determinación depende del grado
de rectitud de las instituciones, de la voluntad democrática de quienes las
dirigen, de las condiciones de vida de los grupos específicos en sociedad. De
allí que sea una desgracia que en México -error tras error, corrupción tras
corrupción, violencia tras violencia, perversidad tras perversidad- se viva
prácticamente en la indefensión. De allí que no cejen grupos independientes,
opositores, periodistas y personajes incómodos, como los involucrados en el
espionaje y gran parte de la sociedad, en la lucha por trastocar el país, por
conmocionarlo de una vez y transformarlo en una posibilidad de vivir en
democracia y en paz. Anhelo que lleva décadas combatiendo y aún no sabe cuánto
durará el cambio, pero sí tiene muy claro que el régimen y el sistema vigente
no poseen la capacidad ni la voluntad para facilitar que esa aspiración sea una
realidad. Por el contrario, se opone a ella con todos los instrumentos
posibles; de los reales a los virtuales. Habrá que redoblar esfuerzos.
Fuente.-Hector Palacio/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu Comentario es VALIOSO: