“El jefe del Estado encarna la unidad de la nación. Por eso, en la situación actual, me siento obligado a entregar el mandato”, expresó el presidente de Hungría, Pal Schmitt, tras la decisión de la Universidad Semmelweis de Budapest de retirarle el título de doctor por plagiar su tesis.
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El excampeón olímpico de esgrima de Hungría, prominente político de derecha, dimitió en abril de 2012. El dictamen de la universidad fue devastador: Concluyó que 200 de 215 páginas de la tesis doctoral presentada dos décadas atrás, en 1992, mostraron “similitud parcial” a otras obras, o eran traducciones directas.
En México, el presidente de la República es también el jefe del Estado, según la Constitución, y si la Universidad Panamericana concluye que Enrique Peña Nieto incurrió en plagio –una vez que anunció que su Facultad de Derecho revisará “lo concerniente a este tema”–, se esperaría que éste renuncie anteponiendo “la unidad de la nación”.
Sabemos que, aun cuando ocurra lo primero, Peña jamás dimitirá: No lo hizo en el obvio conflicto de interés con el contratista Armando Hinojosa Cantú en el tren rápido a Querétaro y la Casa Blanca de Las Lomas, menos lo hará ahora por el plagio en que incurrió en su tesis de licenciatura en Derecho de la universidad que regentea el Opus Dei.
La respuesta oficial de Peña ya no ha sido siquiera negar los hechos, sino, como en el escándalo del departamento de Angélica Rivera en Miami, ningunear y apostar a la disolución y al olvido, auxiliado por su ejército de periodistas y medios.
Esta es la postura oficial del vocero Eduardo Sánchez: “El licenciado Peña Nieto presentó esa tesis hace 25 años. Cumplió con los requisitos establecidos por la Universidad Panamericana para titularse como abogado. Por lo visto errores de estilo como citas sin entrecomillar o falta de referencia a autores que incluyó en la bibliografía son, dos décadas y media después, materia de interés periodístico”.
Pues sí, también el primer ministro de Hungría presentó su tesis hace más de dos décadas y cumplió con todos los requisitos de la universidad, que por eso le expidieron el título, pero al ser pillado como plagiario renunció precisamente porque su cargo –como lo subrayó– “encarna la unidad de la nación”.
Eso no lo entienden Sánchez ni Peña ni sus alcahuetes, como tampoco entienden que si el plagio consiste en la acción de “copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias”, según la Real Academia de la Lengua, entonces el plagio es corrupción.
En la información presentada por el equipo de Carmen Aristegui solamente no ve el ciego o a quien le tapan la visión los billetes: Tras el análisis de “un grupo de especialistas y académicos”, se concluyó que “el presidente de México plagió al menos 197 párrafos de los 682 que integran el texto. Es decir, por lo menos el 28.8% del contenido de su tesis de abogado fue robado de las obras de otros autores”.
Precisamente por plagiar un tercio de su tesis de máster, igual proporción a la de Peña Nieto, dimitió también, en abril del año pasado, la ministra de Educación de Eslovenia, Klavdija Markez. Como en México, en ese país fue la prensa la que reveló el plagio, ratificado por la institución educativa.
Son numerosos los casos de políticos que, exhibidos por la prensa como plagiarios, han tenido que renunciar a sus cargos. Claro, esas revelaciones se producen cuando ostentan cargos, en un ejercicio de escrutinio social inherente a la democracia.
Los casos que más han cimbrado a la sociedad en Europa fueron los del ministro de Defensa de Alemania, Karl-Theodor zu Guttenberg, quien, en marzo de 2011, dimitió de todos sus cargos luego que la Universidad de Bayreuth le retiró el título de doctor por plagio en su tesis, y lo hizo también, en 2013, la ministra de Educación, Annette Schavan, por los mismos motivos.
Allegados ambos a Angela Merkel, la poderosa primera ministra de Alemania, hubo un tercer escándalo de plagio apenas el año pasado: En agosto, la Facultad de Medicina de Hannover creó una comisión para investigar la tesis doctoral de la ministra de Defensa, Ursula von der Leyen, acusada de haber plagiado parte de su trabajo.
Mujer prominente en el entorno de Merkel y aun considerada por analistas como su eventual sucesora, finalmente, pese a que activistas de la plataforma “Vroniplag” aseguraron que la funcionaria “fue vaga y copió sin piedad” en su tesis, no hubo consecuencias.
Sí las hubo en otros casos, también en Alemania, una de las democracias más reputadas de Europa: La parlamentaria liberal Silvana Koch-Mehrin, vicepresidenta del Parlamento Europeo, renunció en 2011 por plagio también en su tesis doctoral, y lo hizo también el presidente del Parlamento alemán, Norbert Lammert.
Pero también en Francia ha habido casos semejantes, aun en otros ámbitos de la vida pública. Por ejemplo, en abril de 2013, la máxima autoridad religiosa judía en Francia, el Gran Rabino Gilles Bernheim, renunció a su cargo tras admitir que había plagiado a varios autores en diversos de sus escritos y que había mentido al decir que era licenciado en Filosofía.
De parte de Peña Nieto no habrá ninguna consecuencia, pero una institución como de la Universidad Panamericana, formadora de cuadros de la élite política y empresarial del país, algo debe resultar, por lo menos que el asesor de tesis del plagiario, el magistrado Eduardo Alfonso Guerrero Martínez, sea más riguroso en su trabajo.
Por cierto, Guerrero Martínez, quien se ufana de haber sido asesor-director de 193 tesis profesionales y ha sido jurado académico en 367 exámenes profesionales –entre ellos el de Peña–, fue uno de los prospectos para ser ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
El mismo platicaba que si el Senado rechazaba las ternas enviadas al Legislativo, él sería uno de los nuevos propuestos por Peña, con la seguridad de que obtendría la votación necesaria. Si acaso seguirá como magistrado, en cuyo cargo tiene ya 23 años….
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado y Facebook/AlvaroDelgado
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