Los narco Juniors/TWITTER |
El secuestro en Puerto Vallarta de uno de los hijos de El Chapo Guzmán reveló a los servicios de inteligencia —según dio a conocer ayer EL UNIVERSAL— que una nueva camada de narcotraficantes comienza a disputar el control de territorios y el liderazgo de los grupos que alguna vez encabezaron los jefes criminales de la vieja guardia.
Con la mayor parte de los antiguos líderes en la cárcel, en el cementerio o bien en proceso de retiro, la irrupción que en los últimos meses han tenido en la vida pública los ajustes de cuentas, las negociaciones y venganzas entre los cachorros de la mafia, señala claramente que el relevo está en marcha: México tendrá que vérselas con una nueva generación criminal que ha endiosado la vida y la muerte de sus padres, y está dispuesta a imitarlos en su gusto por el lujo, las armas y el derramamiento de sangre.
“Yo crecí en Guadalajara, ahí le entendí a la movida / y los negocios de mi padre son derecho de familia”, canta el corrido de Archivaldo Guzmán Salazar, hijo de El Chapo.
“Serafín será principio / pero ya viene pesado / trae madera de los finos / y su padre es el Padrino”, dice el que le compusieron a Serafín Zambada, hijo de Ismael El MayoZambada.
A mediados de junio pasado, dos meses antes del secuestro de Alfredo Guzmán Salazar en el restaurante La Leche de Puerto Vallarta, un comando de alrededor de cien hombres armados, vestidos de negro y encapuchados, asaltó la casa de la madre de El Chapo, en La Tuna, Badiraguato. Según una versión, los agresores iban en busca del hermano mayor de El Chapo, Aureliano Guzmán, apodado El Guano.
El Guano —sostiene esa versión— decretó hace un año el asesinato de Ernesto Guzmán Hidalgo, suegro de Alfredo Beltrán Leyva, El Mochomo. El cadáver del hombre apareció con los índices cercenados y guardados en el bolsillo del pantalón. El ataque a la casa de la madre de El Chapo sería la venganza del hijo de El Mochomo, y nieto del hombre asesinado, Alfredo Beltrán Guzmán.
No está de más recordar que en 2008, la captura de El Mochomo, que los Beltrán Leyva imputaron a una traición de El Chapo Guzmán, provocó la ruptura del Cártel de Sinaloa y uno de los baños de sangre más escalofriantes de los últimos años.
Dos meses antes de que El Chapo se fugara de Puente Grande (en 2001), el subdirector de seguridad de la prisión presentó su renuncia. El funcionario, Dámaso López Núñez, al que apodan El Licenciado, cruzó la raya tras la fuga y comenzó a trabajar al servicio de El Chapo. Años después, la DEA acusaría a El Licenciado de haber traficado a Estados Unidos cargamentos de droga por 280 millones de dólares.
El Licenciado se convirtió en uno de los brazos fuertes de El Chapo y uno de los líderes más connotados del Cártel de Sinaloa. Su hijo, Dámaso López Serrano, al que llaman El Mini Lic., es ahijado de El Chapo y fue entrenado desde muy joven en los secretos de la operación criminal.
En sus redes sociales El Mini Lic. se declara “mente maniaca satanica endemoniada” (sic) y presenta fotos de autos y armas de alto calibre.
En el video de un narcocorrido que le dedicó el cantante Gerardo Ortiz —disponible en YouTube y con millones de reproducciones— aparecen maletines con dólares, mujeres esculturales, automóviles de lujo e incluso un león:
“Sí señor, yo soy Dámaso, / soy hijo del licenciado, / de Culiacán y de mi gente, / siempre he tenido respaldo, / y yo estoy porque me pusieron, / les agradezco ese gesto, / yo vivo pa’ la gerencia y a mi padrino respeto”, dice la letra.
Criticado dentro del grupo criminal por supuestos afanes de protagonismo, El Mini Lic., según autoridades antinarcóticos, es representante del Cártel de Sinaloa en Baja California Sur y responsable de asesinatos y otros hechos de violencia en Los Cabos.
El 20 de noviembre de 2013, Serafín Zambada Ortiz, hijo de El Mayo Zambada, fue detenido en la frontera con Nogales por autoridades estadounidenses. Se sabe que admitió que la DEA le decomisara 250 mil dólares y luego su rastro se perdió. Según el semanario Zeta, el Buró Federal de Prisiones de Estados Unidos negó tenerlo bajo su custodia. Se presume que fue liberado. En sus redes sociales solía subir fotos de viajes, camionetas, rifles bañados en oro y animales exóticos: “Mi gatito ya da miedo”, escribió al subir la foto de un tigre.
Con Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, esta galería de narcojuniors integra una nueva generación del terror: la de los cachorros del narco.
Fuente.-@hdemauleon
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