Hace unos meses, cuando la presión mediática y política crecía por la negativa de un tribunal unitario de otorgarle el beneficio de la prisión domiciliaria a Elba Esther Gordillo, con el argumento de que no tenía 70 años cuando se le detuvo (febrero de 2013), el gobierno federal envió a un mensajero para hablar con la maestra.
En la habitación del hospital, habilitada como celda, donde está recluida, el enviado de la Secretaría de Gobernación propuso un trato: “Que se declare culpable del delito más grave que se le imputa, lavado de dinero, y en ese momento se le otorga el beneficio”.
Gordillo escuchó la petición, acompañada de sus abogados, y después de unos segundos dijo: “No, seguiremos por las vías judiciales porque es nuestro derecho y porque vamos a probar mi inocencia”, respondió la maestra atendida por deficiencia renal, que la tiene bajo supervisión médica constante. El mensajero del gobierno todavía pidió que lo pensara, que se podía acelerar la respuesta a su petición para que obtuviera un beneficio que la ley otorga a personas mayores de 70 años. “Declárese culpable en ese delito y el tema se resuelve”, insistió. Pero la ex lideresa magisterial y sus abogados reiteraron su negativa tajante.
Semanas después de aquel mensaje, en febrero de este año, el abogado de Elba Esther, Marco Antonio del Toro, interpuso demanda de amparo indirecto contra la resolución de un juez federal y un tribunal unitario en materia penal, que en 2015 negaron en dos ocasiones la prisión domiciliaria. Por esas fechas, el defensor aseguraba que era cuestión de “dos semanas” para que el amparo se consolidara y hubiera una resolución favorable a su cliente.
Pasaron las dos semanas y no ha habido nada para Gordillo Morales. En su círculo cercano se afirma que “de un momento a otro saldrá la resolución de la prisión domiciliaria” y adelantan que la maestra quedaría recluida en su departamento de Polanco. Cuando se les pregunta por qué rechazó el ofrecimiento de acuerdo que le hacía el gobierno para acelerar el trámite, responden que “más que la prisión domiciliaria, lo que ella quiere es que se le declare inocente, por la falta de pruebas del gobierno en delitos que la acusaron. Y no parará hasta que lo logre”.
También refieren que “Elba Esther ya no confía en la palabra del Presidente”. La última vez que la maestra hizo un acuerdo con Enrique Peña Nieto fue antes de que la detuvieran sorpresivamente el 26 de febrero de 2013. Según sus más cercanos, Gordillo y Peña habían acordado un cambio “pactado” de dirigencia en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Ella había aceptado hacerse a un lado y que una nueva dirigencia dialogara con el gobierno sobre la reforma educativa, luego de que el Presidente le dijera abiertamente: “Necesito hacer algo con usted”.
Pero a pesar de ese acuerdo, se libró la orden de aprehensión por desvío de recursos del sindicato y lavado de dinero, que motivó su detención en el aeropuerto de Toluca cuando aterrizaba en el jet del SNTE, procedente de San Diego. Por eso, cuando la mujer de la policía ministerial subió al interior de la aeronave y le dijo: “Señora Elba Esther Gordillo, está usted detenida. Tengo orden de aprehensión en su contra”, la maestra se resistía y repetía una y otra vez: “No, estás mal. Eso no era así. Ése no era el acuerdo. Hablé con su jefe. Teníamos un acuerdo”. Y ahora que le ofrecieron un nuevo “acuerdo” desde el gobierno peñista, la otrora poderosa dirigente sindical les contestó: “Gracias, pero no. Gracias”.
Fuente.-sgarciasoto@hotmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu Comentario es VALIOSO: