En un país donde la Guardia Nacional debería estar cuidando carreteras infestadas de violencia, comunidades aterrorizadas por cárteles y ciudades que arden por la inseguridad, resulta que los elementos uniformados se dieron tiempo para jugar a guaruras de lujo… ¿para quién? Para el flamante senador morenista Gerardo Fernández Noroña y su casita de 12 millones de pesos en Tepoztlán. Porque claro, las prioridades están claritas: antes que atender a la ciudadanía, lo urgente es blindar el jacuzzi del legislador.
¿Qué méritos tiene y qué demonios hace la Guardia Nacional custodiándole el jardín a un senador?
¿Qué méritos goza este personaje para merecer custodia VIP? ¿Algún premio al doble discurso? Recordemos que Noroña fue de los primeros en colgarse de la “Casa Blanca” de Enrique Peña Nieto como bandera de corrupción, exigiendo que ese dinero se convirtiera en becas. Hoy, paradójicamente, es él quien aparece en el ojo del huracán con una operación inmobiliaria tachada de ilegal, presuntamente en terrenos comunales, sin permisos agrarios, sin impuestos pagados y sin transparentar realmente el origen del dinero.
Los comuneros de Tepoztlán –los verdaderos dueños legales y morales de ese terreno– denuncian que la compra es una burla y una violación flagrante a la normatividad agraria. Que no hubo asamblea ejidal que diera luz verde, que se brincaron las leyes como si fueran un charco. Sin embargo, cuando exigieron explicaciones y protestaron, se toparon con la Guardia Nacional, que en lugar de cuidar a familias de la violencia cotidiana, detuvo a pobladores para resguardar la residencia del senador.
¿No se suponía que la Guardia Nacional era una institución civil para proteger a la gente? ¿Desde cuándo se convirtió en agencia de “seguridad privada” para políticos encumbrados? Peor aún: ¿no es otro retrato en vivo del país del “no somos iguales”?
Mientras tanto, el senador repite que todo es envidia, que no hay nada qué esconder, que es patrimonio legítimo. Pero el detalle incómodo sigue ahí: 12 millones de pesos que nadie sabe de dónde salieron, un terreno que huele a irregularidad y una fuerza federal cuidando que a las bugambilias del señor no les falte agua.
Si la “Casa Blanca” fue símbolo de la obscenidad del priismo, esta “Casa Morenista” puede convertirse en el mayor retrato de la incongruencia. Y lo más grave no es la mansión, sino los fusiles de la Guardia Nacional sirviendo de celadores para un político que, como buen tribuno, solía rasgarse las vestiduras contra los privilegios.
El mensaje es brutal: si eres comunero y reclamas, te llevan detenido; si eres senador y te atoras con un terreno irregular, te cuida el Estado armado hasta los dientes.
La pregunta es inevitable: ¿qué pitos toca la Guardia Nacional en este sainete? Porque mientras el país sangra, ellos están ocupadísimos cuidándole la alberca a un legislador.
Con informacion: ELNORTE/
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