En la Secretaría de la Defensa Nacional ya tienen un balance preliminar del daño que causó el hackeo de 6.8 terabytes de sus archivos. En términos generales, el ataque no implicó, hasta el momento, los estragos que se estimaron en un primer momento.
El general secretario, Luis Cresencio Sandoval, le dio, a un grupo de senadores de la Comisión de Defensa, el 10 de noviembre, una perspectiva interesante al precisar que los servidores del Ejército almacenan 5 mil terabytes y que el alcance de los Guacamaya Leaks representa el 0.13 por ciento de ese universo.
A decir del general Sandoval, se trata del sistema Zimbra, el que permite tareas colaborativas, con correos electrónicos, calendarios y documentos. Esta plataforma sigue siendo utilizada por diversas dependencias del gobierno de México. Una advertencia, por supuesto, y un riesgo por demás latente de ataques similares.
Higinio Martínez, Josefina Vázquez Mota, Manuel Añorve, Mónica Martínez, Noé Castañón, Israel Zamora, Elí Cervantes y Sergio Barrera, atestiguaron, a lo largo de cinco horas, una exposición de temas respecto a los que el general estuvo dispuesto a compartir impresiones y datos.
En la conversación estuvo también presente el jefe de la Guardia Nacional, Luis Rodríguez Bucio. La cita se dio en un contexto de posposiciones e inclusive de reclamos porque el general Sandoval no acudió en su momento a la Cámara de Diputados.
A pesar de las tolvaneras, los encuentros de legisladores y militares son frecuentes: 26 reuniones de trabajo y 32 visitas a las instalaciones de la Defensa. La dinámica, además, se tendrá que intensificar, derivada de los acuerdos que hicieron posible la aprobación de la extensión de la participación de la Armada Permanente en tareas de seguridad pública hasta 2028.
Entre los múltiples temas a tratar, destacó el de Guacamaya Leaks por cuestiones y preocupaciones más que evidentes y acaso por ello, los militares hicieron hincapié en que se trata de información obtenida de fuentes abiertas y no trabajada bajo la perspectiva de la inteligencia y las corroboraciones que se requieren.
Es decir, muchos de los reportes son de campo, pistas e indicios que debieron servir o servirán para indagatorias más profundas y para elaboración de documentos y análisis que sirvan para las tareas que tienen encomendadas los soldados y para la toma de decisiones.
A pesar de ello, no deja de ser un asunto escabroso, por todo lo que ya se divulgó y por lo que estaría en posibilidades de conocerse. Sí, mucho de lo narrado en las últimas semanas no es nada venturoso, pero así son las cosas y se tienen que encarar de alguna manera, con responsabilidad institucional.
Sería absurdo negar la gravedad de lo ocurrido y en particular las fallas de seguridad nacional que permitieron la sustracción de los archivos, pero lo que el general Sandoval le precisó a los senadores abre una perspectiva de análisis que debe servir, inclusive, para el tratamiento de los documentos que se han dado a conocer y que se seguirán haciendo públicos, en la medida en que los trabajos periodísticos sigan encontrando ángulos de interés.
Los riesgos, sin embargo, siguen presentes, porque la información puede ser utilizada de modo diverso e inclusive por el crimen organizado, porque de lo divulgado se pueden establecer rutinas, comportamientos y hasta estrategias de las Fuerzas Armadas y de los elementos que están desplegados en terreno y muchas veces realizando tareas de orden confidencial.
Un asunto parece claro, la dimensión de los Guacamaya Leaks sólo se tendrá a partir de un análisis más profundo, de trabajos de perspectiva larga y del tratamiento de especialistas, porque el tamaño del bosque, no permite tener claridad del detalle de los árboles. Es tanto lo que hay, que se pierde en esa avalancha de datos e historias.
Con el tiempo sabremos si el diagnóstico que están haciendo en la Secretaría de la Defensa es certero, pero por lo pronto parece razonable.
Es una forma de enfrentar una crisis que también es de información, y que acaso lo que requiere es justamente de mayores explicaciones, con los parámetros de lo posible, por los temas en cuestión, pero con la apertura que sea necesaria.
Hay un viejo consejo que atañe a lo que está ocurriendo y que precisa que, “la mejor forma de controlar la información, es proporcionarla”.
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