El problema de la trata de personas (que representa el segundo negocio ilícito más rentable del mundo) es abordado en la serie documental La ruta de la trata con testimonios de sobrevivientes.
Los mexicanos Marilú Rasso Ibarra y Héctor Ortega son los directores de los ocho capítulos que conforman el proyecto (una producción de Icon Rizoma, Canal 22 y Canal Catorce), cuyo primer capítulo se estrenó el pasado 30 de julio en los dos canales del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (SPR).
La serie recorre diversos sitios del país: Tijuana, Baja California; Tapachula, Chiapas, y otros sitios de los estados de Guerrero, Estado de México, Puebla, Tlaxcala y Ciudad de México, para mostrar que esta problemática existe con diferentes fines: Explotación sexual, laboral de jornaleros agrícolas, empleadas del hogar y secuestro para trabajos forzados y extorsión.
Ortega, licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana y quien cursó el programa Creative Problem Solving and Cinematography en la University of California en Los Angeles, narra por teléfono que la idea de La ruta de la trata surgió hacia 2017:
“Laborábamos otra serie también para televisión que se llama La mujer revelada, acercándonos al problema de la violencia contra las mujeres, y en muchos de esos casos nos encontramos con chicas que habían perdido a sus hijas producto de la trata de personas. A parir de eso Marilú y yo empezamos a platicar de la posibilidad de una serie sobre este problema, que no sólo se halla en la explotación sexual, sino en otros ámbitos, como con las trabajadoras del hogar y los migrantes que son secuestrados y utilizados como moneda de cambio, en fin. Y finalmente Canal 22 y Canal Catorce aceptaron realizar con nosotros la serie, y estamos muy contentos”.
Rasso Ibarra, quien estudió ciencias políticas y administración pública y la especialidad en exclusión social y encierro, psicoanálisis y derecho en la Universidad Iberoamericana, menciona, igual vía telefónica, que hace 10 años tuvo la oportunidad y la experiencia de trabajar con mujeres sobrevivientes de trata de personas:
“Me di cuenta de que había mucha desinformación y muchos mitos en torno a la trata de personas. Normalmente se piensa que sólo es para fines de explotación sexual, y aunque es uno de los fines con mayor recurrencia, también existen otras finalidades como es la explotación laboral, a través de jornaleros y jornaleras agrícolas, en fin. Hay distintas poblaciones que se encuentran especialmente con vulnerabilidades que los arrojan a convertirse en víctimas fáciles de la trata de personas. Sin embargo, todos y todas podemos ser víctimas, porque justamente la trata de personas posee como tres momentos importantes: la primera es el enganche, la segunda es el traslado y entrega, y la última es el fin, la explotación.
“Se utilizan distintas formas, estrategias de seducción, donde se genera una deuda impagable, no sólo monetaria, sino de alguna manera emocional en la que se engancha a las personas jugando con sus sueños y sus esperanzas. Los tratantes justamente se encargan de conocer muy bien cuáles son esos sueños y las vulnerabilidades para poder enganchar a la gente, por eso muchas veces vemos que las víctimas de trata no están encadenadas, ni con una pistola junto, como se piensa, porque hay otros métodos de reclutamiento que son mucho más profundos, porque apelan justamente a los sueños y a las vulnerabilidades de cada víctima”.
–No se reconocen a los sobrevivientes porque hay un efecto de cámara, ¿cómo fue filmarlos?
–Fue uno de los principales desafíos y compromisos, contar con sus testimonios sin ponerlos en riesgo. Han sido y son personas muy valientes, por compartir su testimonio y por el recorrido que tuvieron que hacer. Son varones y mujeres que ya no se encuentran en esa situación porque lograron recuperar su vida, y llegamos a ellos y ellas a través de organizaciones de la sociedad, las cuales se dedican al trabajo incansable para poder ayudar a retribuir los derechos de estas personas, muchas veces a rescatarlas en colaboración con el Estado. Era importante también para nosotros resaltar el trabajo enorme que hacen todos los día esos organismos.
Ortega explica:
“Para resguardar la identidad de las personas, decidimos poner una botella de vidrio enfrente de la cámara, es un fenómeno parecido a lo que ocurre con la trata porque está ahí, pero no se ve. A los personajes los vez a través del vidrio, pero no los puedes reconocer. Se advierten sus manos y brazos, y se sabe que hay una persona ahí, pero no se puede ver quién es”.
Sobre las personas que se dedican al enganche, agrega:
“No son unos improvisados, son profesionales que se dedican a eso. Estudian a sus víctimas, les hacen promesas que no van a cumplir, pero suenan muy atractivas, y cualquiera de nosotros podríamos caer en ello. Es una actividad delincuencial. Sucede porque está metida en la estructura de lo que se ve todos los días, y con lo que convivimos y que normalmente no queremos ver”.
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