La sociedad le hizo el feo al fuchi y guácala presidencial contra la delincuencia, igual que al “piensen en sus mamacitas” o el ya clásico, “pórtense bien”. Y es que justo en donde más lastiman a chairos y fifís, es donde el mandatario no es contundente.
Contrasta el frontal, hasta rudo, discurso y acciones que emprende el Gobierno contra la corrupción dentro y fuera de su estructura, la repulsión al dispendio del erario, los recortes de personal o la batalla legal versus contratos leoninos.
En inseguridad, violencia e impunidad el Gobierno del Presidente López Obrador es rehén de promesas hechas antes de estar frente al avispero.
La creación de la Guardia Nacional y el retorno de la Secretaría de Seguridad Federal, junto con el desecho de la Policía Federal y la enésima apuesta, leal siempre, de soldados y marinos para con la nueva estrategia sexenal, han sido acciones insuficientes en tanto el otro brazo del plan, “atacar las causas”, se convierte en nuevos programas asistencialistas; dinero y más dinero público que a la luz de la estadística roja no suple lo que el crimen organizado reparte, toma y da.
Madres, escuelas y oportunidades tardarán lustros antes de que la noble conducta generalizada impere en el reino de la 4T. En tanto, la presión social crece, el desencanto popular aumenta y presiona.
Videos virales en redes sociales muestran a soldados golpeados por civiles mal portados, tolerando pedradas, palos y mentadas. En Michoacán un regimiento fue retenido hasta que a unos que no piensan en sus mamacitas les devolvieran, y les devolvieron, su Barret .50 con la que le hacen fuchi y guácala a helicópteros y tanquetas militares. La escena se repitió en Querétaro y en Puebla.
La Secretaría de la Defensa Nacional avisa que los ataques a su personal o al adscrito a la Guardia Nacional (que es el mismo) que sea agredido en el ejercicio de sus encomiendas, tendrá respuesta proporcional siempre velando por el respeto a los derechos humanos. Pero habrá respuesta.
De regreso al discurso, el Presidente López Obrador pide mesura. Pero habrá respuesta. Las estrategias se revisan y adecuan a la realidad. Las vejaciones a soldados incrementan la violencia, la inseguridad y la impunidad. La estadística demanda algo más que el criticado ¡fuchi!
fuente.-Carlos Urdiales/
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