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sábado, 23 de marzo de 2019

LAS "DISTINTAS VERSIONES" de MARIO ABURTO PRESUNTO ASESINO de LUIS DONALDO COLOSIO...entre dudas y certezas.

En declaraciones ministeriales y judiciales, desde la noche misma del 23 de marzo de 1994, Mario Aburto Martínez reconoció haber disparado en dos ocasiones contra Luis Donaldo Colosio, con el propósito de llamar la atención de la prensa y exponer sus ideas pacifistas, así como la información que tiene de diversos grupos armados que se encuentran en varios estados de la República.
Dos días después varió su versión y la fue modificando con distintos matices, que fueron desde afirmar que se le ocurrió en los segundos previos porque le indignó que el candidato desairara a una mujer que quiso entregarle un escrito; que más bien se trató de un accidente y admitir que el segundo disparo fue resultado del forcejeo en el momento de su detención; decir luego que accionó el gatillo nada más una vez y negar que la bala en la cabeza hubiera sido letal, para terminar aceptando, únicamente, que “oyó” las detonaciones.
La imagen, sin embargo, del revólver calibre .38 Taurus amartillado que capturó el célebre video en el momento preciso del crimen, no deja dudas de que Aburto disparó la bala que mató a Luis Donaldo Colosio.
A continuación, el autorretrato del asesino en 18 versiones redactadas por los escribanos de actuaciones ministeriales y judiciales; los testimonios de personas que lo trataron en distintos momentos; el relato de puño y letra escrito por Aburto y la reconstrucción de hechos que protagonizó el propio asesino (dirigiendo cámaras) en la prisión de alta seguridad de Almoloya de Juárez.
1. Del interrogatorio policiaco practicado en la subdelegación de la PGR en Tijuana el 23 de marzo de 1994: … asumo las consecuencias, no me interesa decir nada. Sólo quería herir al candidato para que la prensa me filmara[…] por eso reitero que no tenía ninguna intención en hacerle daño al candidato, grave no, sólo herirlo pero cuando alcé el arma alguna persona me aventó o movió.
Manifestó tener de 23 años de edad, estado civil soltero, originario de Zamora, Michoacán, y ocupación mecánico industrial […] Que el de la voz tenía diversas ideas pacifistas, radicando en diversos estados de la República mexicana donde se reunía con un grupo de gente de diversas ideas políticas. Que al declarante lo conocen con el sobrenombre de “Caballero Águila” y que significa una condecoración […]. Estudió en un seminario toda vez que quería ser sacerdote, renunciando a esto en virtud de que iba a ser enviado a Puerto Rico, llegando a esta ciudad[Tijuana] en el año ochenta y seis, ochenta y siete, trabajando en una fábrica de esta ciudad como supervisor de Producción y que actualmente tiene un mes de estar trabajando como mecánico industrial […]. Que tenía tiempo de venirse preparando [en un campo de tiro] para herir al candidato… Para lograr su cometido, adquirió en compra una pistola calibre treinta y ocho especial, de una persona de la cual no quiere proporcionar su nombre… Que era su intención directa herir al candidato ya referido para lograr la atención de la prensa y exponer ante ellos (sic) sus ideas pacifistas, así como la información que tiene consigo de diversos grupos armados [el 1 de enero había irrumpido en Chiapas el Ejército Zapatista] que se encuentran en diversos estados de la República Mexicana, ya que él personalmente ha estado con esos grupos de personas donde se percató de las ideas que tienen éstos. Asimismo, recuerda que en el momento de disparar frente (sic) al candidato fue empujado por una de las personas que se encontraban en ese lugar, logrando efectuar los disparos con el arma de fuego que portaba, siendo detenido en esos momentos por unas personas vestidas de civil, mismos (sic) que lo trasladaron con los policías que se encontraban en ese lugar de la Judicial Federal de esta ciudad.
Fuera de reconocer el revólver matrícula 958400 con capacidad para seis cartuchos, así como dos todavía útiles y dos más percutidos, manifiesta el declarante que reconoce dicha arma como la misma que portaba.
2. Interrogatorio practicado durante el traslado de Tijuana, Baja California, a la ciudad de México, el 24 de marzo de 1994, en el que mencionó: …en ningún momento pensé en llegar a herir de gravedad al licenciado, por eso cuando me dieron la noticia de que había fallecido, perdí el conocimiento […] en ningún momento quise, quise asesinarlo […] gracias a que nada más lo iba a herir.
3. Declaración preparatoria del 25 de marzo de 1994: Que aún no es su deseo declarar pero sin embargo quiere externar que algunas cuestiones que constan en el expediente no son exactas, sin que esto signifique que quiere eludir su responsabilidad, porque está consciente de lo que hizo. Que asimismo quiere agregar que es su deseo no se involucre a personas inocentes, tampoco su familia tenía conocimiento de lo que iba a hacer, como lo es la persona que detuvieron junto con el declarante, del sexo femenino [Graciela Martínez], a quien le atribuían que era su novia, siendo que no tenía novia cuando acontecieron los hechos. Que no pretende obtener su libertad. Que no estaba estudiando para sacerdote sino que iba a estudiar para tal, y que no quiso porque lo iban a mandar a Puerto Rico. Y que en cuanto a la condecoración que se refiere [“Caballero Águila”] no fue dada por algún grupo sino que fue un apodo que alguna gente de la sociedad lo nombró así, y que esto se creía por un anillo que portaba en su mano izquierda […]. Que no pertenece a ningún grupo político ni grupo de cualquier tipo y que en cuanto a los grupos armados de que se manejó la información que él conocía, en ningún momento los conoció.
Dicho lo anterior, solicitó que le fuese leída su declaración y una vez concluida hizo las siguientes aclaraciones: …Que no pertenece a ningún grupo o partido político, en cuanto a los grupos armados que se manejó él conocía, en ningún momento los ha conocido… Que llegó minutos antes de que terminara el mitin [pero] que no fue premeditado… Si hubiera sido premeditado, desde la loma hubiera podido hacer otra cosa con rifle.
4. Del tipo y la dinámica del delito plasmada en la Historia Clínica Médico-Criminológica, practicada en el penal de Almoloya por el médico Juan Antonio Vargas Brambila, jefe de la Oficina Médico-Criminológica, el médico Gustavo Castillo Ramírez, jefe del Departamento Médico, señaló: Espontáneamente se presenta en el mitin político del candidato presidencial licenciado Luis Donaldo Colosio Murrieta, acercándose a éste, desenfunda su arma con la intención de herirle un pie, por tan sólo llamar la atención de la prensa, pero una señora se interpone entre ambos y a la vez es empujado por otra persona, desviando con esto la trayectoria del disparo colocándolo a nivel del cráneo, hace un disparo solamente cuando otra persona de sexo femenino le agarra la mano que portaba el arma, forcejeando con éste y produciéndose un segundo disparo.
5. Comentario realizado a la trabajadora social del Cefereso de Almoloya de Juárez, Antonieta Torres Bernal, contenido en el documento “Diagnóstico Social” del 28 de marzo de 1994: …acepta la comisión del delito, refiriendo que su única intención era herir al candidato, para poder llamar la atención de la prensa y hacer declaraciones pacifistas, a fin de hacerles ver a los mexicanos que la violencia no es buena.
6. Versión del delito que manifestó a la doctora Angélica Ramírez Escamilla en el Cefereso de Almoloya de Juárez, asentado en el “Estudio Clínico Criminológico” del 29 de marzo de 1994: que solamente deseaba herirlo en el pie para darle una “lección al gobierno, porque pone en peligro la estabilidad del país”.
7. Versión del delito que refirió a la psicóloga Martha Rocío Millán Arias, contenido en el documento “Área de Psicología. Entrevista inicial” del 29 de marzo de 1994, en el Cefereso de Almoloya de Juárez: …Volví a encontrarme cerca con él [licenciado Colosio], en cuestión de segundos recordé que traía mi arma y pensé en pegarle en un pie y llamar la atención de la prensa para hacerles mención de mis inquietudes. Sin embargo, se atravesó una señora y se hizo un espacio para poder darle en el hombro, pero cuando le apunté a pegarle en el hombro y me sentí seguro, alguien me empujó y ya no supe en dónde le había dado.
8. Declaración preparatoria del 6 de abril de 1994 por “el delito de asociación delictuosa”: Que llegó minutos antes de que terminara el mitin; que el homicidio no fue premeditado, ya que en los videos se aprecia que el lugar tiene “lomas enfrente”; que si hubiera sido premeditado, desde la loma se hubiera podido hacer otra cosa con un rifle.
9. Diligencia de inspección ocular de diversos videocasetes, 8 de abril de 1994. En el minuto 7:12, donde parece que “cae” quien fue clasificado como “El clavadista”, esta persona le golpea el pie derecho y al mismo tiempo tropieza por el dolor y es cuando pierdo totalmente el control del arma y sucede el accidente, bajó el arma para tirarla, una persona no identificada le toma la mano, quiere alzarle el brazo, y en el forcejeo se acciona de nueva cuenta […], y no pudo darse cuenta de lo ocurrido, pensó que otra persona había accionado un arma.
10. Fe de identificación de persona llevada a cabo el 15 de abril de 1994 por el entonces procurador de Derechos Humanos de Baja California, José Luis Pérez Canchola, en el Centro Federal de Readaptación Social de Almoloya del 15 de abril de 1994: …la persona que le vendió el arma le había entregado cinco tiros, pero que él había disparado uno en un lote baldío enfrente de su casa. Que esto lo hizo para probar el arma. Que en esas condiciones, con el arma en su poder y con cuatro tiros útiles es como llegó al mitin del licenciado Colosio. Que al llegar se acomodó entre la multitud que había y que enseguida terminó el mitin y vio cómo el Lic. Colosio empezó a salir del lugar. Que al verlo cerca se dio cuenta cómo una señora le quiso entregar unas hojas de papel a manera de rollo, y que el Lic. Colosio le empujó la mano con los papeles haciéndola a un lado y que este hecho le hizo sentir mucho coraje pensando que: “si ahora hace esto qué no hará cuando sea presidente”… acto seguido pensó darle un susto al Lic. Colosio y ya estando cerca sacó la pistola con la intensión de: 1) dispararle a los pies o 2) dispararle a un brazo o un hombro. Que decidió hacer esto último y al levantar el arma sintió de pronto un fuerte golpe en la pantorrilla derecha, considerando ahora que alguien le dio un puntapié con todas sus fuerzas, quizá porque vio cuando hizo su movimiento con el arma. Que esto hizo que se desviara de su objetivo y accionara el arma sin darse cuenta en dónde pegó el tiro. Que acepta ser por lo tanto el que disparó… que esto que hizo fue una tontería de su parte pero que así sucedieron las cosas.
11. En la vista que María Luisa Martínez y la madre Mary Antonia Brenner le hicieron en el Cefereso, el 19 de abril de 1994, la religiosa declaró que el inculpado expresó: …yo lo maté, pero yo no quería matarlo […] tengo que pagar mi cuenta, no gente inocente.
12. La entrevista con el periodista Jesús Blancornelas para el semanario Zeta, realizada el 24 de abril de 1994: …cuando el licenciado Colosio terminó de decir su discurso, cuando iba caminando, una señora se le acercó y él con la mano izquierda la hizo a un lado, al parecer ella se le acercaba con algunos papeles en la mano, después también fue una persona de lentes de pelo corto, entonces me sale algo dentro de mí, algo espontáneo, y en mi ignorancia, se me hace pensar sacar el arma y tirarle a los pies. Sin en ningún momento llegar a pensar que me podían quitar la vida, ahí nada más, por una tontería de ese tipo […]. Yo soy el único responsable de este accidente […] aunque no aparece mi rostro en los videos, para mí lo más fácil sería decir: “No fui yo, señores, me quito el problema de encima”. Pero nunca he dicho yo eso. He sabido reconocer desde un principio mi error, que yo cometí […] yo quiero pagar mi responsabilidad.
13. Ampliación de declaración preparatoria del 29 de abril de 1994: …surge una reacción espontánea de sacar el arma y apuntarla a los pies […] se me dio un golpe en el pie derecho […] que me hizo perder el equilibrio y por tal motivo fue como se suscitó el accidente […] que quería pagar su responsabilidad de este accidente […] y que desde un principio ha estado diciendo que él es responsable del accidente […] se ha estado culpando a gente inocente […] nadie hay detrás de esto y que nadie lo mandó hacer absolutamente nada (sic).
Que en relación con el apodo que se le atribuye de “Caballero Águila”, el declarante nunca ha contado (sic) con un apodo […]. Que compró el arma para defensa propia, y que el día de los hechos se dispuso a llevar el arma a su trabajo para ofrecerla en venta. Abordó el transporte de la empresa, llegó al centro de la ciudad… Se acordó de un mitin sin saber de qué partido, dirigiéndose a éste… Que los motivos que lo llevaron a ese lugar fue (sic) saber qué era un mitin y al llegar caminó en dirección a éste, observando que ya estaba hablando el licenciado Colosio, que siguió caminando hacia donde pudiera observar y escuchar lo que acontecía, en ese momento el candidato dejó de hablar y empezó a caminar, entre empujones y tropezones llegó hasta él, que quiso salirse con dirección a la derecha pero unas personas se lo impidieron, siguió caminando por los empujones y en ese momento volteó la cabeza hacia la izquierda y que con el puño izquierdo el candidato hizo a un lado a una señora que al parecer llevaba unos papeles en la mano, en esos segundos una persona de lentes y pelo corto también la desplazó, ahí surge una reacción espontánea de sacar el arma y apuntarla a los pies, en ese momento se le dio un golpe en el pie derecho que le hizo perder el equilibrio y fue como se suscitó este accidente; que en el video se puede ver como si hubiera ido directamente hacia el licenciado y no se alcanza a apreciar cuando se le da el golpe… que al tiempo que iba a tirar el arma una persona lo toma del puño como si tratara de dirigirle el brazo, en el forcejeo se oye un segundo disparo, que logra tirar el arma.
14. La versión del delito que le dio al doctor Carlos Tornero, la cual aparece en un dictamen del 19 de junio de 1994: “El día veintitrés de marzo dijo haber asistido a trabajar llevando consigo el arma […] tenía un periódico y en éste se anunciaba un mitin […] en la colonia Lomas Taurinas […] dirigiéndose al lugar de los hechos […] Una vez que concluyó el mitin la gente empezó a retirarse, pero como eran muchos, se empujaban algunas personas [que] esperaban al candidato para entregarle escritos o saludarlo, una señora trató de darle un escrito pero el candidato “le aventó la mano”, situación que al entrevistado le molestó. En ese momento pensó en “darle un escarmiento” […], “eso no se debe hacer con la gente”, fue entonces que trató de acercarse al candidato, sacó la pistola intentando dispararle a los pies pero como el terreno estaba muy disparejo en ese momento, y no sabe en qué instante emite el segundo disparo.
15. La versión del delito que le comentó al psiquiatra Alberto Lafuente Grimaldi, presentada ante el juzgado en el dictamen del 19 de junio de 1994: En ningún momento he dicho que soy inocente […] yo cometí un error y quiero pagar […] si en ese momento me hubieran dicho que con mi sangre salvaba al licenciado, yo la hubiera dado toda[…] no busco eludir la justicia, yo cometí un error, soy el responsable de algo, no peleo salir libre, quiero algo justo
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16. Ampliación de declaración judicial del 1 de julio de 1994: Que llegó a Lomas Taurinas, se paró frente a una casa como de dos pisos, que estuvo entre la última gente, que el señor Colosio dijo unas palabras, y empezó él y la gente a caminar por donde él estaba, obligándolo a caminar por los empujones, trató de salirse por la derecha, pero la gente le impidió el paso, por eso lo empujaron de nuevo y le pegan en la pistola que traía en la cintura del lado derecho, que le calaba mucho la bola donde van las balas, que cuando lo empujan casi le tiran la pistola, es cuando la toma con la mano derecha para meterla a la bolsa derecha de su chamarra, en eso se abre un espacio frente a él y volteó a la derecha para salirse, pero no se podía, que trató de taparse con la gente para poder guardar la pistola, volteó a su izquierda y después hacia la derecha para ver si había espacio y salirse, pero debido al espacio no se podía, porque se miraría más la pistola, pensó ponerla en la cintura enfrente del pantalón, pero no quiso porque la pistola le “calaría” más, volteó una vez más a la izquierda y se hizo hacia el costado izquierdo tapando la pistola con su cuerpo, para que la gente que venía detrás no la llegará a ver; y cuando se tapaba con la gente de la izquierda para poder meter la pistola a la bolsa de su chamarra, por voltear a su izquierda, alcanzó a mirar que el licenciado Colosio con la mano izquierda desplazó a una señora la cual es después desplazada por una persona de lentes oscuros y pelo lacio, que tropezó levemente logrando mantener el equilibrio, que la gente de adelante debido a que una persona cae, que es la que señalan como la del “clavado”, que abre sus pies el derecho adelante y el izquierdo poco hacia atrás, alcanza a girar hacia su izquierda, en eso siente un golpe en la pantorrilla, empieza a doblar la pierna y alzó la mano derecha, busca apoyarse sin acordarse de que traía la pistola en la mano y es cuando se activa el arma, debido a la contracción de sus músculos, se oye un disparo, siente un movimiento fuerte en su mano derecha al oírse el disparo […], que iba cayendo debido a que perdió el equilibrio por el golpe o puntapié en la pantorrilla [ya no es el pie] prueba de esto es que en los videos, después de oírse (sic) el primer disparo, no se encuentra de pie, en eso alguien le arrebata el arma y cae sobre él una persona de chamarra azul y complexión obesa, le toma del brazo ya sin el arma, en esos segundos se oye otro disparo, pero despacio.

Cuando se oye el primer disparo, dijeron que su mano estaba recta y extendida apuntando al licenciado Colosio, esto es falso, en unas fotos se puede ver que la mano no está extendida ni recta viendo (sic) hacia abajo porque se iba cayendo cuando se oye el segundo disparo él estaba sentado en el suelo y sin arma, que cuando una persona de chamarra azul y obesa le toma del brazo y cae encima de él ya no tenía el arma y cuando se oye el segundo disparo, la persona obesa le pregunta dónde está el arma, contestando que no sabe, prueba de esto es que no lo detuvieron con el arma porque después de varias horas la entregaron, se la pidieron a una persona que parecía estar escondiéndola, pretenden hacer creer que efectuó dos disparos, el general en su última ampliación reconoce que “del primer disparo que oyó fue detenido”, dando a entender que no hizo el segundo disparo que se oyó más despacio, no pudiendo ser la misma pistola, puesto que el volumen del sonido fue igual desde que se oye el primero y el segundo disparo, prueba de esto es el video donde se oye el otro muy despacio, que iba a 70 centímetros del licenciado Colosio y jamás hubo otro disparo por parte suya.
Aburto insiste: el licenciado Colosio terminó de hablar, bajó y empezó a caminar, él se quedó parado en el lugar donde se encontraba, no se pudo dar cuenta qué dirección y distancia llevaba el candidato de él, que en un video se ve que la víctima iba a una gran distancia de donde él se encontraba, que cuando se le empuja por la gente es obligado a caminar unos cuantos pasos, voltea hacia su derecha para ver si podía subirse y lo vuelven a empujar pegándole en la pistola que traía del lado derecho, que se iba a caer, pensó sacarla y ponerla en la bolsa derecha de su chamara, voltea a la derecha y en ese instante se abre un espacio, queda al descubierto el arma que había sacado, pensó ponerla en la cintura por el frente, pero no quiso […]. Como se ve en un video, tropezó […], trata de mantenerse en pie, el dolor no se lo permite y es más fuerte, se tensan sus músculos y se activa el arma, al realizarse el disparo se va cayendo girando hacia la izquierda, al momento de ir cayendo una persona le alcanza a arrebatar el arma y cuando iba doblando su cuerpo se oye un segundo disparo.
Que el segundo disparo no lo realizó, tal vez la gente que acompañaba al licenciado Colosio fue quien lo realizara.
17. Declaración manuscrita (fechada el 15 de agosto) que presentó ante el juez el 9 de septiembre de 1994: …fue cuando el Lic. Colosio dijo unas cuantas palabras, y se bajó del lugar donde estaba, y empesaron a aplaudir y a caminar la jente, pensé quedarme parado en el mismo lugar pero la jente empeso a empujar, entonces medi la buelta para irme porque pense que ya habia terminado el mitin, la jente empeso aempujar… me ago asia mi costado isquierdo tapando la pistola con mi cuerpo a la jente de atrás y cuando me tapara con la jente de la isquierda poder meter la pistola a la bolsa derecha de la chamarra, por boltear a mi isquierda y alcansar a mirar que el Lic. Colocio con la mano isquierda desplasa a una señora de lentes en la cabeza y que parecia traia unos papeles en la mano, y despues es desplasada por una persona de lentes oscuros y pelo lacio… cuando tropieso levemente logro mantener el equilibrio abriendo un poco mis pies, el derecho adelante y el isquierdo atrás y alcanso a jirar asia mi isquierda, en eso siento un golpe o puntapie en mi pantorrilla derecha y se empiesa a doblar y also la mano derecha para apollarme de alguna persona, sin acordarme que traia la pistola en la mano y es cuando se activa el arma devido al golpe o puntapie en la pantorrilla, y a que se contraen mis musculos y nervios devido al dolor tan fuerte del golpe que resivi de alguien, entonces se olle un disparo tan fuerte que quedo aturdido y siento un mobimiento muy fuerte en mi mano derecha al oirse el disparo, y no veo nada, no pudiendome dar cuenta asta esos momentos que era lo que avia pasado, yo iba callendo devido a que perdi el equilibrio por el golpe en la pantorrilla, y en eso siento que alguien me arrebata el arma y caigo sentado, y alguien cae sobre mi de chamarra azul y obeso me toma del braso pero ya sin el arma, y en esos cuantos segundos se olle otro disparo pero despacio […] y tampoco es sierto de que yo le alla disparado, porque como se puede ver en los videos, yo caigo al suelo de sentaderas y sin el arma en la mano, porque me la arrebatan antes de caer […], por eso en cuestión de cegundos se ollo el otro disparo […] y no vi a quien le habían pegado los dos disparos que se olleron.
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En síntesis, Aburto se autoanalizaba: “No estoy mal de mis facultades mentales”; se autocompadecía: “Estoy solo y no puedo tener una defensa como es debida”. Clamaba: “Se quieren ensañar conmigo” y negaba que el suyo fuese un “homicidio doloso” porque, sostenía, “fue un accidente”.

La razón de su encarcelamiento la encontraba en “ser el peor de los imprudentes”.
En 10 páginas tamaño oficio (el escrito equivale a 25 cuartillas tradicionales y cada una fechada en el reverso: 15-agosto-1994 con un garabato de interrogación por “firma”), letra de molde apretada y menudita, lamentable ortografía y pésima puntuación, Aburto logró que el juez Alejandro Sosa Ortiz diera entrada al documento que el asesino dijo entregar “con el fin de demostrar que no puede haber contradicciones cuando se habla con la verdad”.
Mintió de nuevo al escribir que llegó a Lomas Taurinas cuando estaba a punto de concluir el mitin (en fotografías aparece aguardando entre la multitud, mucho antes de que Colosio llegara a Lomas Taurinas).
El manuscrito retrata un Aburto desconcertante, impredecible, que describe situaciones de manera escalofriante; prolijo en vaguedades y abstracciones; en citas de leyes y reglamentos, disertaciones sobre armas, explicaciones anatómicas, descripciones en apariencia técnicas de movimiento de cuerpos, coartadas literarias, proclamas contra la violencia y acusaciones en bloque: todos los involucrados en la investigación del caso —incluidos los peritos— inventan y calumnian, y todos los testigos fueron amedrentados o sobornados.
Según Aburto, nunca se le creería porque el gobierno era corrupto: “Se iban a ensañar conmigo, y jamás me creerían la verdad de que fue un accidente porque estaba yo solo contra el gobierno”.
La pistola, dice, la compró cuando viajaba en un taxi colectivo, “donde le pregunté a un señor de edad madura que si conocía a alguien que vendiera una pistola o que quisiera vender. Me contestó que no, pero que él tenía un arma que me podía vender, y por ir platicando ya no me bajé donde debería bajarme. Después el señor me dijo que me bajara donde estaba un depósito de cerveza por ese bulevar del Mariano Florido, y que él volvería con el arma. Me preguntó que si traía el dinero y le contesté que cuánto era cuando me bajé del taxi. Esperé al señor y regresó a los 40 minutos con el arma, le di el dinero y casi me lo arrebató de las manos, se despidió, y se retiró muy gustoso y de prisa. Después de haberla comprado me arrepentí porque pensé que en vez de ser una protección para mi familia podía ser un peligro porque mi mamá y yo no conocíamos de armas, y mi hermanita es muy traviesa y se olvida dónde deja sus juguetes y tal vez en una de sus búsquedas podía encontrar el arma […]. Se la ofrecí a un compañero de trabajo, Martín Beliz. Pero no quiso. Cuando iba saliendo de la empresa, oí al guardia que leía un periódico, a quien sólo se le entendió que iba a haber un mitin en la colonia Lomas Taurinas, con un señor Colosio […]. Al licenciado no se le privó de la vida en esos instantes, ya que llegó con vida al hospital e iba herido o lesionado. Prueba de esto es que en las primeras noticias por televisión en Tijuana, mencionaron que no había peligro, que todo estaba bien y que sólo estaban batallando con la herida en el abdomen, porque lo contraía y lo inflaba, y que el disparo, de la herida o lesión en la cabeza, no era de peligro…”.
18. En el video correspondiente a la diligencia judicial de reconstrucción de los hechos practicada en el interior del Cefereso de Almoloya, el 16 de septiembre de 1994, describe y admite su crimen, aunque según él se trató de un accidente: cuando intentaba guardar el arma en la bolsa derecha de su chamarra, toda vez que le “calaba” cuando la traía en la cintura, la gente se abalanzaba y lo aventaba, por lo que siguió caminando con el arma en la mano derecha pegada a la pierna del mismo lado, cuando de repente una persona que identifican como la del “clavado” se cae y detiene a la gente, quedando él ligeramente adelante del licenciado Colosio y a la derecha, siendo que cuando la gente se detiene, él tropieza levemente y para mantener el equilibrio da un pequeño paso con el pie derecho y el izquierdo lo coloca atrás realizando un pequeño giro y es entonces cuando Tranquilino Sánchez empuja a la persona que está frente a él, recibiendo en ese momento un puntapié en la pantorrilla derecha, no sabiendo si éste se lo da esa persona o Tranquilino, pero el caso es que queda aturdido por el dolor y está por caerse, dando un giro a la izquierda, momento en el cual su brazo derecho sube, acompañando el giro, y él mira el piso y trata de detenerse con alguien, lo que no logra.
Reseñé así la videograbación de la diligencia judicial: De no ser por el revólver que se puso en la cintura, Mario Aburto Martínez parecía uno más de los reclusos en el penal de Almoloya de Juárez, enfundado en su impecable uniforme beige.
Ese día, a partir de las nueve y media y durante casi dos horas, el asesino confeso de Luis Donaldo Colosio dirigió la actuación de cuatro imponentes policías (que actuaron en todo momento como dóciles “extras”) e hizo una caracterización de sí mismo para dar su versión de lo que ocurrió en Lomas Taurinas, en Tijuana, la tarde del 23 de marzo.
Durante la escenificación, Aburto puso y dispuso lo que quiso y como quiso, ante la contenida mesura del juez Alejandro Sosa Ortiz, la subprocuradora especial Olga Islas, y Tranquilino Sánchez Venegas y Rodolfo y Vicente Mayoral.
“Por favor, señor Pietrus (renombró a uno de los fotógrafos de la Procuraduría General de la República, llamado Pedro), ¿podría tomar la foto aquí? Así. Que vean que la bola de la pistola (en realidad: el cilindro), al tiempo que iba caminando, se metió un poco más… Así, muy bien”.
Aburto se desplazaba con naturalidad de uno a otro lado del auditorio de la prisión. Se detenía, acotaba, instruía, repetía distintos movimientos. Pero sobre todo posaba: “También estaba el tumulto y yo me encontraba parado. El licenciado Colosio estaba a mi izquierda, a una distancia… Bueno, después lo digo. Entonces, al ver que ya había terminado el mitin (volvió a decir que no sabía lo que era un mitin y quiso ver uno), cuando el licenciado ya va lejos, yo hago esto así (como si diera un paso). ¿Podrían filmar todo, por completo, el movimiento que hago?”.
“Yo me quedo parado y hago este movimiento así, para salirme a mi costado derecho… Al tiempo que hago esto, veo que no puedo salir y hago así, y cuando hago esto así, una persona por detrás me empuja. ¿Podría empujarme levemente? (pide a uno de los agentes que la hace de maniquí). Pero…, perdón, a ver si me permiten una persona de mi estatura (cambio de ‘extra’) así…”, y les decía que si podían tomar una foto por este lado, por aquí…
“Entonces, cuando me empujan —hago la aclaración de que la mano no la llevaba así, sino que quise levantarla aquí para que pudieran tomar la fotografía; ya la puede bajar (comenta a uno de los agentes), y allí es cuando me empujan”.
Durante la reconstrucción, Aburto modificó una vez más las distintas versiones que del homicidio ha venido diciendo desde su primera declaración.
En el aspecto medular, el que tiene que ver con el móvil del asesinato, primero dijo que disparó a Colosio para “llamar la atención”; después, que para darle un escarmiento al candidato —queriendo “dispararle a los pies” por haber desairado a una mujer que quiso entregarle unos papeles—. En la escenificación, dijo no tener idea de a quién le disparó: “… Quisiera hacer esta aclaración: jamás en mi vida había visto al señor Tranquilino Sánchez Venegas, ni a los señores Mayoral, ni incluso no conocía a nadie de las personas que se encontraban en ese mitin (y ahora señalaba a los cuatro agentes). Tenía la vista así, sin ver quién era esta persona, ni quién era esta persona, ni quién era esta persona (el que representaba a Colosio)”.
Pidió a los camarógrafos: “…Y si pueden tomar una fotografía de cuerpo completo, para que se vea cómo está el arma, y mi vista hacia dónde la tengo… Entonces, al tiempo de recibir el golpe en mi pie, en mi pantorrilla, estoy por caerme y el arma —fíjense los movimientos que hace mi mano izquierda y también mi mano derecha— hace esto así, así (Aburto se mueve en cámara lenta), más o menos así… y el arma, ¿cómo va subiendo?, de esta forma; y mi vista la tengo inclinada hacia abajo, mirando así porque voy a caer, mirando hacia abajo, y busco apoyarme, queriendo hacer un movimiento de detenerme con alguna persona, tal vez así para agarrarme, y no logro detenerme. Entonces, lo que hago, al no soportar el dolor tan fuerte en mi pierna y al tensarse los músculos por el golpe en la pantorrilla, se activa el arma. No logro ver a quién le pego. Ni siquiera me di cuenta si había salido de mi arma o no, y quedo totalmente aturdido y no logro ver absolutamente nada, de dónde salió el disparo ni a quién le pegó…”.
Repitió la afirmación de que ignora quién hizo el segundo disparo en el abdomen del candidato y “ayudó” a caer, poco a poco, al falso Colosio, que ya en el suelo acataba las últimas indicaciones: “Esta mano así, un poco así, y este pie descansando aquí…”.
Una orden final: “¡Tomen la imagen desde este ángulo….!”. 
Autor.-Carlos Marín (imagen/Mileio)
Periodista. Es director general editorial de Milenio.

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