El Partido Demócrata acabó ayer con el monopolio que el Presidente Donald Trump tenía en el Poder Legislativo, al arrebatarle el control de la Cámara Baja a su partido, el Republicano.
En una inusualmente concurrida elección de medio término, millones de votantes en Estados Unidos devolvieron ayer, después de ocho años, la Cámara de Representantes a los demócratas, colocando así un dique a la agenda del Presidente hasta el 2020.
Los republicanos mantuvieron el control del Senado.
Hasta la 1:30 horas de hoy, la Cámara Baja tenía 211 curules demócratas y 192 republicanas de un total de 435 asientos.
El Senado iba 42 escaños de demócratas por 51 de republicanos de un total de 100.
Con triunfos en suburbios ricos desde Texas hasta Nueva York, los demócratas habrían alcanzado hasta 35 nuevos escaños en la Cámara, según proyecciones de medios, presionando a Trump en diferentes políticas, como inmigración, presupuesto o iniciar investigaciones contra él.
"Lo de hoy (ayer) va más allá que algo entre demócratas y republicanos", dijo la todavía líder de la minoría demócrata Nancy Pelosi, perfilada para presidenta de la Cámara Baja.
"Se trata de restaurar la rendición de cuentas ante la Administración Trump".
Los demócratas le quitaron las Gubernaturas de Kansas, Illinois, Nuevo México, Michigan y Wisconsin a los republicanos, pero sufrieron fuertes derrotas en el Senado, al perder escaños en por lo menos Indiana, Florida y Dakota del Norte.
Sin embargo, Trump festejó los resultados.
"Tremendo éxito esta noche. Gracias a todos", escribió anoche en Twitter, cuando ya se daba por perdida la Cámara Baja para su partido.
Lo que sí logró el Presidente con viajes relámpagos a diversos Estados, fue acabar con las altas esperanzas demócratas en las Gubernaturas de Florida y Georgia y en el Senado por Texas, donde en una cerrada contienda ganó Ted Cruz sobre el popular Beto O'Rourke.
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